Durante la Guerra Fría, la Argentina mantuvo una política exterior condicionada por la interrupción de sus procesos democráticos, de la mano de las dictaduras cívico-militares que atravesaron buena parte de la segunda mitad del siglo veinte. En ese contexto, un diplomático que se transformó en uno de los grandes exponentes teóricos y prácticos de la Tercera Posición peronista, planteó un concepto cuya concreción llegó a esbozar durante los 49 días que duró su mandato como canciller: la "autonomía heterodoxa".

A lo largo de su trayectoria política, Juan Carlos Puig enmarcó aquellos postulados de las relaciones exteriores peronistas dentro del complejo entramado establecido por un mundo bipolar, partiendo de una oportunidad que se generaba en el desgaste de las super potencias, donde los países en vías de desarrollo podían tomar un papel más activo en la política internacional.

Más de medio siglo después, el mundo no ha resuelto aún varios de los mismos problemas que lo asolaban entonces. La Guerra Fría se trasladó al campo de la economía y los modelos de desarrollo tecnológico-productivos; al contrapunto geopolítico y militar entre Estados Unidos y Rusia, se sumó otro actor fundamental, como China; y los escenarios bélicos continúan generando crisis alimentarias que amenazan con provocar una hambruna mundial.

Arranca el "Alber-tour": los 50 días donde Fernández intentará consolidar la imagen argentina en el mundo

Alberto Fernández sabe perfectamente que este panorama complejo le otorga a la Argentina una nueva oportunidad de posicionarse como articulador de soluciones y pretende mostrarle al mundo que el país que gobierna está preparado para brindarle a las naciones más desarrolladas un camino de salida al laberinto en el que se encuentran sumidas.

Por eso, durante su reciente gira por España, Alemania y Francia, les planteó a sus pares europeos la necesidad imperiosa de encontrar una salida pacífica al conflicto ruso-ucraniano, ofreció la potencialidad de los recursos naturales de la Argentina como alternativa viable para reforzar las reservas energéticas del Primer Mundo y se mostró como solución posible a la carencia de materias imprescindible para la asistencia alimentaria a los sectores más golpeados.

Abrir la Argentina al mundo

El presidente comienza a despegar este martes una agenda internacional de alto nivel, que se inicia con su participación esta semana en la Cumbre de las Américas en Los Ángeles. Allí tendrá la difícil tarea de representar los intereses no solo de la Argentina, sino también de las naciones que integran la CELAC, de la que es su presidente pro tempore. La labor no será sencilla porque, desde el inicio, deberá cuestionar la política de exclusiones que el país anfitrión impuso para las convocatorias, dejando afuera a Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Antes de agradecerle por sus gestiones en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Fernández tiene previsto cuestionar la política exterior de la administración Biden para latinoamérica que, según su propia caracterización -compartida con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que se autoexcluyó de la gira- "no dista mucho de la instrumentada durante el gobierno de Donald Trump". El difícil equilibrio será plantear esta posición sin damnificar políticamente al actual presidente norteamericano, en un contexto interno complejo y con la sombra del platinado republicano proyectándose en el horizonte electoral.

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Dos semanas después de su regreso, a fines de junio el mandatario argentino participará virtualmente como invitado en la Cumbre de presidentes del BRICS, esta asociación económica-comercial de las cinco economías nacionales emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que en la década de los 2000 fueron considerados el paradigma de la cooperación Sur-Sur. Allí iniciará el camino para sumar a la Argentina a este conglomerado de países observados con mucha atención por el mundo desarrollado.

Justamente tras la reunión de los BRICS, Fernández partirá rumbo a Baviera, para sumarse a la cumbre del G7, donde fue invitado por el canciller alemán Olaf Scholz y se transformará así en el único presidente de América Latina que se sumará a la cita. Ambos mandatarios trabaron buenas relaciones políticas, lo que explica la invitación a este foro multilateral que incluye a las economías más poderosas de Occidente, donde el argentino podrá explayarse en su propuesta global de hidrocarburos y alimentos ante las consecuencias económicas y sociales que desató la guerra de Rusia contra Ucrania, esbozada durante su gira del mes pasado.

El 20 de julio habrá Cumbre del Mercosur en Asunción que, de ser presencial, podría transformarse en el escenario de un intercambio cara a cara con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien también se apresta a enfrentar un proceso electoral donde lleva las de perder frente al renovado Lula Da Silva. Por último, el 25 de julio mantendrá una bilateral con el propio Biden quien la semana pasada se comunicó personalmente con Fernández para hacerle saber su interés por mantener un encuentro personal y lo invitó a la Casa Blanca.

Coletazos de la interna

El contrapunto del fin de semana entre Cristina Kirchner y el ahora renunciado Matías Kulfas, generó repercusiones en el escenario internacional que Fernández procura desactivar para evitar que se transformen en un problema. Kulfas era uno de los articuladores principales de la política de inversiones tendida con empresas europeas, para que sumen aportes al proyecto Vaca Muerta. Los capitales españoles miran con recelo a Cristina y el empoderamiento que le otorgó haber podido torcer el brazo de Alberto y lograr el desplazamiento de su ministro de Desarrollo productivo, no los incentivó para desembarcar en Argentina.

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De hecho, los intentos de Kulfas por lograr que los dueños de Repsol olviden aquella expropiación de 2012 -reivindicada fervorosamente en el acto del centenario de YPF el viernes pasado por la vicepresidenta- seguramente cayeron en saco roto tras su eyección del gabinete nacional producto de su propia imprudencia para operar información sensible y la respuesta contundente de CFK.

También hubo un intento de convencer a Scholz en Berlín para que ayude a conseguir financiadores germanos del proyecto que prevé diseñar un mecanismo que permita trasportar el gas de la patagonia argentina hasta Europa. La "idea" esbozada por Alberto pareció gustarle al canciller alemán, que se comprometió a estudiarla.

Todo el plan hidrocarburífero que tiene en mente el presidente argentino requiere de un elemento fundamental: inversiones extranjeras. Y claramente lo expresado en la carta de renuncia de Kulfas respecto al rol de la vicepresidenta en la toma de decisiones estratégicas, genera resquemor en el exterior y le suma turbulencias a los periplos internacionales que se avecinan. Será una buena oportunidad para demostrar la utilidad de la diplomacia presidencial en la resolución de conflictos con los potenciales inversores.