Pese a que Patricia Bullrich fue una de las primeras en subirse al tren libertario, su lugar dentro de La Libertad Avanza (LLA) no es el que esperaba. Tiene llegada directa a Karina Milei y la banca del famoso "triángulo de hierro" oficialista, pero eso no alcanza para garantizarles lugares clave a los suyos. Mientras Cristian Ritondo negocia una convergencia electoral con los libertarios, la ministra de Seguridad busca evitar que su gente quede fuera de juego. La tarea no es sencilla: hay malestar interno, los teléfonos no suenan y los espacios prometidos siguen vacíos.

En el fondo, Bullrich y Mauricio Macri hoy coinciden en algo: descreen que el acuerdo con LLA prospere como se lo planteó en un principio. Ella considera que Ritondo solo logrará arrastrar a algunos dirigentes aislados del PRO, sin una integración real. Macri, por su parte, no confía en que los libertarios vayan a abrir la puerta para conservar el sello amarillo en las elecciones legislativas de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Ambos miran con recelo las jugadas de un oficialismo que concentra poder pero reparte poco.

Uno de los casos que mejor expone el desgaste de este proceso es el de Hebe Casado, la vicegobernadora de Mendoza. Aliada de Bullrich y cercana al radical Alfredo Cornejo, Casado abandonó el PRO entre acusaciones de maltrato y traición a los valores fundacionales. “El partido perdió los principios republicanos que lo fundaron”, escribió en una dura carta. Esperaba que LLA la recibiera con los brazos abiertos. Pero no. Aún no le permiten afiliarse, y Bullrich tuvo que salir a intervenir personalmente.

Lo mismo ocurrió en otros puntos del país. En Misiones, Martín Arjol, un radical que defendió el veto presidencial al aumento jubilatorio, quedó fuera del armado libertario y tuvo que competir por fuera. En Tucumán, Mariano Campero no logró entrar al esquema libertario pese a pintarse de violeta. En Santa Fe, José Núñez, un PRO que ayudó al oficialismo a frenar la ley de ficha limpia, se sintió ignorado y ni apareció en la votación para aumentar jubilaciones. 

En paralelo, Bullrich sigue moviendo fichas junto a Diego Valenzuela, el intendente de Tres de Febrero que también cruzó de bando. Confía en que Ritondo cierre un acuerdo con Sebastián Pareja, el referente de LLA en Buenos Aires, pero sus colaboradores advierten que no les van a dar muchos lugares. Aun así, Bullrich sigue jugando, con presencia en distritos clave como Santa Fe, Misiones y la Ciudad de Buenos Aires, donde se da por hecho que será candidata a senadora.

Los tropiezos se repiten: dirigentes como Juan Pedro Aleart, con buena imagen en Rosario, enfrentan trabas para cruzar al bando libertario. En algunos casos, como en Neuquén y Tierra del Fuego, se lograron acuerdos puntuales. En otros, como Mendoza, las tensiones entre Cornejo y Luis Petri complican las gestiones. En Córdoba, Laura Rodríguez Machado espera cerrar con LLA antes de dejar formalmente el PRO.

Mientras tanto, Bullrich estrecha su relación con Karina Milei, a quien considera la verdadera arquitecta del poder libertario. En cambio, critica el protagonismo de Santiago Caputo y su apoyo a “Las Fuerzas del Cielo”, la agrupación que disputa el armado territorial a los Menem y a Pareja. Desde su entorno piden una tregua. Para Patricia, el objetivo es claro: consolidar el poder libertario en las provincias, sumar gobernadores propios en 2027 y avanzar con las reformas que impulsa el Presidente.