Beatriz Ávila asumió su banca en Diputados en diciembre de 2017, tras una alianza que la incluyó en las listas de Cambiemos aquel año. Dos años después, días antes de que Alberto Fernández asuma la presidencia, Ávila anunciaba que salía del interbloque de Juntos por el Cambio, para integrar el monobloque “Partido por la Justicia Social”. Tras aquella maniobra, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, le exigió que “devuelva su banca” por haber elegido “las prebendas del poder de los Fernández por sobre la representación de millones de argentinos”.

Patricia Bullrich on Twitter

Pasó agua debajo del puente y en los albores de un nuevo año electoral, Ávila y Bullrich firmaron la reconciliación este lunes y apuestan a “fortalecer nuestro espacio y consolidarnos como una alternativa democrática para los tucumanos”. 

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La ex ministra de Seguridad anda de recorrido por el norte del país en representación del PRO afinando el diálogo con diversos sectores de Juntos por el Cambio y aliados. En Tucumán hubo sorpresa, pero también hay recelos. Germán Alfaro, intendente de San Miguel (y marido de Ávila) fue factor clave para este retorno de la diputada al espacio opositor.

Pero hubo otros diálogos que abrió Bullrich en su paso por el jardín de la república, y que molestó al radicalismo. Se trata del legislador provincial Ricardo Bussi (hijo del militar Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa humanidad en la última dictadura argentina y que se desempeñó como interventor en Tucumán entre 1976 y 1978). Fuentes del radicalismo tucumano aseguraron a Data Clave que la incorporación de Bussi a Juntos por el Cambio sería un límite inaceptable para un partido con tradición democrática como la UCR.

Pese a esta posibilidad, Bullrich ratificó a Cano (cuya banca vence este año) como principal referente de JxC en Tucumán, al sostener que juntos trabajan “para que Tucumán sea una tierra segura”.

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