Luis Caputo apuró el paso y esta semana anunciará la centralización del INTA y el INTI, dos organismos con autonomía operativa que pasarán a depender directamente de su ministerio. El objetivo es claro: mayor control político, manejo de la caja y reducción de estructuras administrativas. Pero detrás del movimiento hay una disputa soterrada con Federico Sturzenegger, el otro arquitecto del ajuste libertario.

Ambos institutos estaban en la lista de los 40 entes a intervenir que impulsaba Sturzenegger desde el Ministerio de Desregulación. Pero al estar bajo la órbita económica, Caputo tomó la delantera y decidió ejecutar el recorte por su cuenta. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) será absorbido por el área de Producción, mientras que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) quedará reducido a una dirección dentro de la Secretaría de Industria y Comercio.

Aunque en público se muestran alineados (como cuando se elogiaron mutuamente tras conocerse el índice de inflación de mayo del 1,5%), en privado las diferencias afloran. Aunque desde Economía intentan minimizar y aseguran que no hay tal pelea, lo cierto es que la avanzada sobre el INTA y el INTI no cayó bien en el equipo de Sturzenegger.

Desde Desregulación sostienen que los organismos descentralizados duplican tareas administrativas (como sueldos, compras, contabilidad) y que la idea es reducir esa “burocracia infernal” integrándola en los back office de los ministerios. Sin embargo, en los gremios crece el temor a una nueva ola de despidos, especialmente con la próxima ronda de vencimientos de contratos prevista para julio.

El caso del INTA es el más delicado. Tiene 6.400 empleados y 450 sedes en todo el país. Aunque el Gobierno logró cierto control con la llegada de Norberto Bronzovich como presidente y la reorganización interna promovida por Juan Pazo (quien ubicó figuras propias en cargos clave), todavía quedan focos de resistencia, especialmente en el sector agropecuario. Ahora, la intención oficial es modificar el equilibrio del consejo directivo, dominado por el sector público-privado, para que el Ejecutivo tenga mayoría en caso de empate.

Detrás de esta jugada hay una pelea por el manejo de los fondos. Según el último corte presupuestario al 30 de mayo, el INTA manejaba $244.000 millones, en su mayoría destinados a salarios. Pero Sturzenegger calcula que los recursos reales rondan los $400.000 millones

Hoy el INTA se financia con fondos asignados por leyes del Congreso, provenientes de derechos de importación y la tasa estadística. Pero las facultades delegadas que el Congreso le dio a Javier Milei hasta el 8 de julio permiten eliminar esas asignaciones específicas y redirigir el dinero al Tesoro, bajo el mando del secretario Carlos Guberman.

El INTI, por su parte, tiene un presupuesto de $85.600 millones, con el 72% destinado a personal. De los 2.377 empleados, muchos trabajan en áreas que prestan servicios al sector privado, lo que representa cerca del 30% de sus ingresos. El presidente del organismo, Daniel Afione (un ex Toyota), debió reorganizar su equipo tras varias renuncias por diferencias con el rumbo del ajuste.

En los hechos, Caputo se impuso a Sturzenegger en esta etapa del reordenamiento del Estado, al menos en el plano económico. El “rediseño” del INTA y el INTI es solo un capítulo más en la batalla por el poder dentro del Gabinete, una que avanza mientras se consolida la estrategia de concentración y recorte de los organismos públicos.

Esta semana se publicarán los decretos que oficializarán la reestructuración. La medida forma parte de una avanzada más amplia que ya alcanzó al Instituto Nacional del Teatro, Tecnópolis, el Museo de Bellas Artes, el Instituto Juan Domingo Perón, el Palacio Libertad y otras dependencias ahora bajo control de ministerios centrales. El plan de Sturzenegger sigue en pie, pero en áreas clave como Economía, Caputo marca el rumbo.