La Confederación General del Trabajo (CGT) está en guardia. Son varios los temas que desvelan a los gremialistas, en los inicios de la discusión salarial, y luego de que se aleje, al menos por ahora, el fantasma de la reforma al sistema de salud, que pone en jaque el manejo sindical de las obras sociales. Pero lo que preocupa ahora en las oficinas de la calle Azopardo, y que motivó una reunión de la mesa chica en la última semana, es el déficit en el Fondo Solidario de Redistribución (FSOL), caja que financia prestaciones médicas de alto impacto económico y que se nutre del aporte de trabajadores y contribuciones patronales que administra la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS). 

El déficit que marca el FSOL asciende a $14.506.905.903, que para las obras sociales representa un rojo de $4.128.166.618, según trasciende de un borrador al que tuvo acceso Data Clave, un borrador que pasó por las manos de miembros del Consejo Directivo de la CGT, y también de Eugenio Zanarini, titular del SSS. El número es alto, pero no sorprende.

¿Cómo se llegó a ese número?  El borrador en cuestión señala que durante el 2020 ingresaron al FSOL $66.897.069.351. Entre los rubros que cubre este fondo (donde surgen los egresos), están los Subsidios Automáticos de Mitigación de Asimetrías (SUMA), el mecanismo denominado “Integración” (para el financiamiento de la cobertura de las Prestaciones Básicas para Personas con Discapacidad) y el Sistema Único de Reintegros (SUR).

Según explican fuentes que participan de estas negociaciones a este medio, el déficit se produjo porque crecieron los subsidios de Integración en perjuicio de SUR, lo que generó, según uno de los actores involucrados, un “pequeño déficit” pero que no representa “tanto” para las obras sociales sindicales. Para los protagonistas, también se explica porque "las obras sociales siguieron dando servicio en plena pandemia y no hubo aportes del Estado para mitigar las pérdidas".   

Durante el 2020 parte de las pérdidas fueron compensadas con los intereses del Fondo de Emergencia Asistencial; Bonar 2020 e Intereses técnicos de la SSS, distintos fondos y títulos adquiridos por la SSS a partir de remanentes que se han ido generando en las recaudaciones del FSOL. No hubo, insisten, auxilio del Estado. Y según los sindicalistas, la solución tampoco está en Casa Rosada.

“No debe haber apoyo del Gobierno en todo lo que es medicamentos de Alto Costo y otros temas que están dentro del petitorio de CGT”, dice un gremialista al tanto de estas conversaciones. Entonces, ¿cuál es la solución? No está claro. Desde el Gobierno insinuaron la creación de un Fondo Nacional de Medicamentos que cubra a toda la población. Pero los gremios exigen respuestas para el corto plazo.

El que esboza esa alternativa sostiene, como ejemplo, que “no hay obra social que pueda pagar la demanda de tratamientos en medicamentos biológicos”, una especie de crítica a la distribución que se hace dentro del fondo solidario respecto a sus diversas coberturas, indicando que “el tercio que está quedando para reintegros de alto costo no alcanza”. 

Son tres los apellidos que están detrás de esta negociación. Héctor Daer (Sanidad - Secretario General de la CGT), José Luis Lingeri (Sindicato de Obras Sanitarias - Consejo Directivo de la CGT) y el mencionado Zanarini. Este último responde directamente al ministro de Salud, Ginés González García, y ocupa un cargo que fue pretendido por los gremios al inicio del Gobierno del frente de Todos.

Aunque Zanarini no es propio, los gremios lo prefieren claramente por sobre Liliana Korenfeld, cercana a la vicepresidente Cristina Kirchner, y que ya supo ocupar ese lugar y que sonó como candidata para reemplazar al actual funcionario, que se mantiene reticente al debate sobre la reforma al sistema de salud. 

Zanarini junto a los ministros Moroni y González García
Zanarini junto a los ministros Moroni y González García

Daer, Lingeri y Zanarini se verán las caras frecuentemente los próximos días. Un rojo de 10 cifras no es asunto menor, y menos en un sector, los gremios, que consideran haber relegado demasiado capital en pos de la gobernabilidad, pero que en este año electoral, posan en guardia y esperan para contraatacar.