"Ahora todos los medios se fueron a Ucrania por la guerra, pero acá tenemos otra guerra y la estamos perdiendo por goleada. Ya estamos cansados de tanta mierda en los barrios, no podemos confiar en nadie y a los pibes los están matando todos los días, o los transas o los canas, que acá son lo mismo". El relato de Ana atraviesa los corazones de los que la escuchan lamentarse entre lágrimas, en el interior de una precaria construcción de chapa y maderas donde supo funcionar alguna vez un comedor comunitario, ubicado en el corazón de la "Lanzone", un asentamiento que no pasa desapercibido para los automovilistas que transitan el Camino del Buen Ayre, justo enfrente de la planta del CEAMSE.

La intensa lluvia que cae sobre el territorio, se siente casi tanto adentro de la casilla, como afuera, donde las calles se van transformando en un gran charco barroso que no permite el acceso de los vehículos. Hasta la semana pasada, la zona estuvo plagada de cronistas y móviles de televisión que buscaban historias relacionadas con la masacre provocada por la venta de la cocaína adulterada en Puerta 8.

Pero ya las cámaras se apagaron y los medios dejaron de prestarle atención a esta comunidad de desventurados seres que se caen del mapa de la ciudadanía y terminan invisibilizados, como siempre, luego de las tragedias que se cobran las vidas de sus hijos, sus hermanos, sus amigos.

Cocaína adulterada: cómo opera la mayor organización narco criminal que controla la droga en zona oeste

La recorrida de Data Clave permite recabar, de fuentes directas, información sobre la connivencia entre fuerzas de seguridad y delito, cuyas fronteras difusas se confunden afuera y adentro de las barriadas. Hasta que una persona, de apariencia sencilla y distante de cualquier estereotipo delincuencial, le pide al cronista si puede acercarse hasta su casilla porque "hay algo que le puede interesar".

La curiosidad mata al gato y alimenta al buen periodismo. Por eso este contador de historias acepta el convite y se adentra en el corazón de Lanzone, junto a su eventual fuente. La temeridad de la acción es recompensada con creces: en el interior de la precaria vivienda, lo aguardan otras dos personas que, tras invitarlo a tomar asiento en una destartalada silla de madera, despliegan sobre la mesa una serie de cartulinas, con textos manuscritos, flechas y fotos.

"Acá sigue mandando Mame", dice uno de los interlocutores. "Y esta es la organización que controla", remarca el informante, mientras se acerca a uno de los "posters" y empieza a señalarlo con el dedo y a explicar lo que se transformará en el disparador de este artículo.

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La estructura de la banda de "Mameluco"

A la cabeza del organigrama aparecen los Villalba. Tanto el padre -Miguel Angel, alias "Mameluco"-, como uno de sus hijos -Iván- son los líderes de la organización. Ambos están "a cargo de la venta" de los estupefacientes. Pero la primera división clara de roles aparece un renglón más abajo. Porque mientras el joven vástago tiene bajo su responsabilidad "la fuerza" y la "paga semanal", sobre el progenitor descansa la labor de controlar a los "sicarios", cuyo encargado es "Dilan".

"La fuerza" que tiene a cargo Iván no es otro cosa que policía con los que comparte el producido del negocio ilegal. En ese listado aparecen en el top "El Tierno", un oficial de alto rango que patrulla las calles de San Martín desde hace más de veinte años y es "el responsable de retirar el dinero de los puestos de venta en Puerta 8, Lanzone, El Gaucho y la 18", aportó una fuente que participó de las pesquisas. 

"Él mismo se encargaba de recaudar barrio por barrio, hasta que estalló el quilombo de Puerta 8 y ahora los hace venir hasta el playón de una GNC", explicó el informante. Además, el "Tierno" juntaba "las puestas para la Jefatura Departamental, el Comando de Patrullas y la División Narcotráfico de todo San Martín, que por supuesto después repartía"

En segundo lugar puede verse claramente el apodo del otro efectivo policial involucrado: "Chucky", un Teniente 1º apodado de ese modo por el estado en el que quedó su rostro tras haber recibido un disparo en la mejilla izquierda durante un "enfrentamiento producido mientras se encontraba recorriendo la villa 18 de Diciembre". Este oficial de la bonaerense es el encargado de recaudar aproximadamente "unos dos millones de pesos por semana, que también distribuía hacia la superioridad". En el listado aparecen como destinatarios de los pagos "los directores de las unidades de Narcotráfico, DDI, Federal, Departamental, local Billinghurst y Comando"

A la cabeza del listado de los violentos, bajo el mando de "Mameluco", aparece "El Boli", quien -según el testimonio de quienes lo conocen- "es un tipo muy peligroso al que le temen hasta los policías, un gatillero sanguinario que no duda en tirar a matar". En total son catorce los asesinos señalados en el esquema, entre los que se destacan "Piloto", "Mocho", "Leo", "Chavo", "Chinito" y el tristemente célebre "Paisa", detenido hace dos semanas por un operativo policial tras las muertes por la cocaína envenenada de Puerta 8.

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Otros dos hijos de "Mameluco" -Mauro y Leo- figuran como los encargados del "Armado de Paquetes", en obvia alusión a los envoltorios de la droga que se comercializa desde las bases operativas. Allí aparece un tal "Batata", como "encargado general" y se desgranan cinco grupos operativos que se encargan de la tarea. "Mame es muy prolijo para vender la falopa, porque siempre quiere que la suya sea perfecta y que lo reconozcan como el dueño de la mejor droga, pesada con precisión", aporta otra fuente, reafirmando la importancia de los "armadores".

A cargo de las finanzas de la banda figura Alan Villalba, al que todos conocen como "Pelado", quien recauda el dinero de la venta y, con la colaboración de "el contador, alias Yanqui", tienen a su cargo la tarea de administrar "las empresas", el "lavadero" y de "lavar el dinero". El nexo con la parte operativa de la distribución es "Mocho" el "chofer que retira la plata" de las diferentes zonas del partido.

Entre los barrios donde la influencia de los Villalba sigue más vigente que nunca, se encuentran:

- Puerta 8: con el "Zurdo" como socio principal (el esquema aclara "suegro de Mauro", o sea el consuegro de "Mameluco").

- Barrio 18: muestra a "Warry" como el "encargado general" y un listado de "bolseros" que incluye los nombres de "Mily", "Alejandra", "Muqueño", "Brisa", "Jajo", "Marcela", "Chavo"; y como "Fierreros", están anotados "Cepe", "Charly" y "Eze". "Las bolseras (suelen ser mujeres) andan con riñonera, distribuyendo la droga, siempre acompañados de los fierreros que las protegen", explica la fuente.

- Lavalle: "Socio Principal Marcelo Moco (hijo de Monolito)". La fuente explica que "Monolito era concejal de San Martín y su hijo mueve todo el embrollo en ese barrio".

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- Lanzone: ahí el "socio principal" es "Cascarilla" que "maneja toda la droga del barrio"; los "encargados" son "Goma" y "Iara Arellano" y como "bolsera" figura una tal "Milagros Alarcón".

- Barrio Libertador: ubicado sobre la calle "El Gaucho", tiene como "socio principal" al "Kako (hermano de Dilan)"; como "encargado" se menciona a un tal "Maximiliano Leonel Ayala"; la "casa de guarde" figura bajo la tutela de "Milagros López"; y el abastecedor es "Braian Sosa".

La fuente explica que la "casa de guarde" es "el lugar donde se corta la falopa y se encanuta la mercadería" para su posterior distribución. "Te traen medio kilo de merca 99 (máxima pureza) y vos le tenés que dar una cantidad de guita al que te la vende y después la cortas para hacer la ganancia", completa el informante.

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Los polinarcos

La semana pasada -tras la "Operación Droga Salvaje" que efectuaron efectivos de la Bonaerense, en conjunto con la Federal, desmantelando una parte importante de esta organización que opera en San Martín- el jefe de la comisaría 5ª de la localidad de Billinghurst fue desafectado de sus funciones. El propio ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, había adelantado tras las detenciones que había “un alto jefe policial comprometido” por su presunto vínculo con alguno o algunos de los detenidos.

Ante esta situación y luego de un análisis de los datos obtenidos por los investigadores, la Auditoría General de Asuntos Internos (AGAI) del Ministerio de Seguridad decidió desafectar de sus funciones al titular de la seccional policial -de quien se preserva la identidad-, y el ministro Berni puso en su lugar a otro comisario de apellido Rojas.

Esta dependencia, situada en Ruta 8 y avenida Márquez, en el noroeste del conurbano, es la que tiene jurisdicción en la zona donde se encuentran las villas donde la banda de “Mameluco” distribuía la droga. En los operativos se concretó el arresto de 36 personas y se secuestraron armas, drogas de distinto tipo, balanzas de precisión y dinero producto de la venta de estupefacientes.

Si bien se trata de una causa iniciada hace dos años, que comenzó en la Justicia federal de Morón y fue transferida por conexidad, en las últimas semanas los investigadores detectaron un supuesto vínculo mediante trabajos de inteligencia entre la banda de los Villalba y la droga adulterada.

Según pudo constatar Data Clave, existiría el registro de una cámara oculta en la que ambos funcionarios policiales aparecen pactando una transacción ilegal con integrantes de las bandas que operan en la región. En las imágenes -que permiten visualizar de modo indubitable que se trata de los mencionados efectivos- se puede escuchar el audio de una conversación en la que dan detalles del "arreglo".

La línea investigativa también incluye a un efectivo de la Policía Federal, apodado "Rolo" que recaudaría para integrantes de esta fuerza y a otro policía al que refieren como "El Tano Carlos", pasado a disponibilidad en mayo de 2020. "Todos son millonarios, no pasan una declaración patrimonial, andan en camionetas y autos y viven en casas que nunca hubieran podido comprar con un sueldo policial", afirmó a Data Clave otro integrante de la fuerza que conoce a varios de los citados.

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Las sospechas no son nuevas. A mediados del año pasado, en el marco de una serie de allanamientos efectuados en Villa Maipú por otra causa narco, los investigadores judiciales encontraron sobres con leyendas escritas alusivas a las diferentes dependencias policiales y diferentes cifras que oscilaban entre los trenta y los cuarenta mil pesos. El hallazgo dio pie a que los fiscales efectuaran entrecruzamiento de los teléfonos secuestrados, pero no hallaron la conexión, por lo cual la causa se archivó cinco meses después.

"Esperamos que en esta oportunidad, con el recuerdo de los 24 muertos de Puerta 8 presionando la conciencia social y los elementos colectados, podamos pasarles por encima a estas lacras que lo único que hacen es ensuciar a la policía", sostuvo uno de los investigadores.

A pesar de la esperanza puesta en estas actuaciones, resultan inolvidables las palabras de un importante funcionario de Seguridad del distrito quien, hace pocas semanas, le dijo en tono resignado a este cronista: "es muy difícil combatir el narco cuando el 90 por ciento de los policías están entongados".