Más allá de la significancia política para toda la región que le otorgaron las presencias de Lula Da Silva y Pepe Mujica, el masivo acto convocado por el gobierno nacional conmemorando un nuevo aniversario del retorno a la democracia dejó varios mensajes claros hacia el interior del Frente de Todos.

La celebración del Día de la Militancia organizada por los movimientos sociales y el sindicalismo peronista el pasado 17 de noviembre había generado mucho ruido dentro de la coalición oficialista y, por ende, el desafío era lograr que la convocatoria tuviera características singulares, para no poner en evidencia estos cortocircuitos entre los diferentes actores del "culebrón frentetodista".

Desde Rosada se evaluaron diversas alternativas: desde organizar un festival que no contemplara ningún orador, con fuerte presencia de los organismos de derechos humanos, hasta convocar a "figuras que estén por encima de cualquier discusión y que simbolicen los valores de la lucha por la recuperación de la democracia y la justicia social", le contó a Data Clave una fuente con acceso directo al despacho principal de la Casa de Gobierno. Así surgió la idea de sumar a los ex presidentes de Brasi y Uruguay a la conmemoración, para "saltar las diferencias con la presencia de dos personalidades indiscutidas dentro del campo popular".

El clima previo al acto no era todo lo ecuménico que Alberto Fernández hubiera deseado. La idea de La Cámpora de "copar la Plaza" para mostrar su potencial movilizador no dejaba muy tranquilos a los dirigentes de los movimientos sociales y de la CGT que no querían medir el tamaño de sus lanzas, una vez más, al igual que lo hicieron un mes atrás en el mismo escenario.

"Si aquella fue la plaza de Alberto, no vamos a sumarnos a darle volumen y hacerle el juego a Cristina para que transforme esta concentración en una muestra de su poderío", confió a este cronista un encumbrado dirigente cegestista. Por eso el nucleo duro de los "históricos de Azopardo" no asistieron ni convocaron a la marcha por el Día de la Democracia.

Por el lado de los movimientos sociales, hubo dirigentes que no querían movilizar, pero un llamado desde un despacho muy importante del Ejecutivo los convenció de no dejarle a la Cámpora el espacio libre para ocupar en esa plaza que, una vez más, se transformó en un espacio de disputa dentro del peronismo. Y finalmente decidieron asistir.

Cómo neutralizar el "lado oscuro" de Cristina y sostener el equilibrio entre los extremos del Frente de Todos

El fin del mito de la "plaza camporista"

La evaluación que hicieron desde el gobierno sobre el acto del viernes fue positiva. "Nos sirvió de mucho porque nos permitió festejar y sortear los malos augurios sobre nuestras diferencias, que nadie niega su existencia, pero que deberían ser capitalizadas como nuestra principal fortaleza y no como una debilidad que amenace con partirnos", dijo otro integrante del entorno presidencial.

Pero además sirvió para terminar con algunos supuestos que, al parecer, no son tales. "El mito de que La Campora puede llenar la plaza se terminó", relató la fuente consultada. "Convocaron una cantidad importante de militantes, aproximadamente unos diez mil, pero para llenar la plaza hacen falta ochenta mil, el resto lo aportaron los intendentes y los movimientos sociales, así que no quedan dudas de que solos no pueden copar un acto del Frente de Todos", completó.

Otro elemento interesante que evaluaban en la Rosada durante el fin de semana es que, más allá de lo que pretendieron reflejar ciertos medios a los que les resulta funcional alimentar las divisiones internas dentro del oficialismo, las palabras de Lula sirvieron para dejar en claro la necesidad de fortalecer la figura presidencial, más allá del indudable protagonismo que tiene la vicepresidenta.

Incluso durante los discursos pudieron apreciarse ciertos contrapuntos que evidencian las diferencias de estilo entre el primer mandatario y su vice. "Ella vuelve a incurrir en el mismo error que cometió cuando escribió aquella carta post PASO al advertirle públicamente a Alberto sobre cómo debe manejarse en la negociación con el Fondo Monetario, pero él le dejó en claro que sabe perfectamente lo que tiene que hacer, porque para eso fue electo", sugirió un analista que suele dialogar frecuentemente con el presidente. 

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Unidad, aunque duela, presupuesto y acuerdo

Una de las resistencias más fuertes que tiene el kirchnerismo dentro del Frente de Todos proviene del sector del sindicalismo ortodoxo. De hecho, muchos de los dirigentes cegetistas creen que Alberto debe romper con Cristina y darle continuidad a la coalición prescindiendo de los K. Claramente el Presidente no piensa lo mismo. Aunque "los gordos" le doren la píldora y le aseguren que él es el jefe del movimiento, Fernández sabe que la condición para bancarlo es hacer lo que ellos le piden.

"Yo no la quiero afuera, probablemente en el futuro deba enfrentarla en alguna interna, pero siempre con Cristina adentro, nunca afuera, porque de la unidad depende la continuidad de este proceso político", le dice a su círculo más próximo el primer mandatario. La vicepresidenta sabe que tiene un poder de fuego dañino, pero es conciente que si lo utiliza para fustigar los aspectos que no comparte de su propio gobierno, puede herir de muerte a la coalición oficialista y hacerle el juego a la oposición, que espera agazapada la fisura de su oponente. Una verdadera estadista jamás se permitiría tamaño error.

El oficialismo espera darle tratamiento expres al Presupuesto 2022 que el propio Martín Guzmán defenderá este lunes ante la renovada Cámara de Diputados e intentar darle media sanción a la iniciativa, para terminar de aprobarlo la otra semana. "De ahí al acuerdo solo resta un paso y creemos que está muy cerca. sobre todo después del apoyo explícito que la administración de Joe Biden le dio a la posición argentina", expresó una de las espadas parlamentarias del oficialismo.

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Sintonía con Lula, cortocircuito con Bolsonaro

La afinidad política del gobierno argentino con el ex presidente brasilero Lula da Silva fue un factor determinante para que se suspenda la presencialidad durante la Cumbre del Mercosur prevista para el próximo 17 de diciembre en Brasilia, que finalmente se efectuará de modo virtual. Así lo dieron a entender fuentes calificadas del Planalto, tras el anuncio efectuado el miércoles pasado por la cancillería del presidente Jair Bolsonaro.

Sin embargo, el argumento oficialmente esgrimido por el gobierno de Brasil hace referencia a la necesidad de adoptar medidas de “prudencia sanitaria” debido a la aparición en el territorio sudamericano de la variante Omicron, en un intento por disimular las tensiones políticas entre ambos países. No es un dato menor que el mismo presidente que rechazó las medidas preventivas básicas como el uso del barbijo, todavía no se aplicó ninguna dosis de la vacuna anti covid y resiste las cuarentenas para los extranjeros que ingresan a su territorio sin estar inmunizados, haya decidido cambiar la modalidad del encuentro por razones epidemiológicas.

La presencia de Lula en Plaza de Mayo para la celebración del Día de la Democracia tuvo relación directa con la decisión del gobierno brasileño de suspender la presencialidad en la reunión del Bloque regional. “Fue innecesario, podría haberse evitado”, dijo una fuente de Itamaratí a Data Clave.

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