Se cumplen 10 años del fallecimiento de Néstor Carlos Kirchner, señalado por muchos como el mejor presidente de la democracia de las últimas casi cuatro décadas. Pero para recibir ese rótulo, tuvo que surfear las olas de la política en un contexto de crisis económica y social. Y a su vez, un clima de descreimiento por la ejecución de la política.

En ese sentido, Data Clave habló en exclusiva con José Pablo Feinmann, el filósofo preferido de Néstor durante sus primeros dos años de mandato. En ese lapso, y previo a una pelea por diferencias ideológicas, tuvieron largas charlas en la Casa Rosada sobre la concepción del poder, desde "cómo obtenerlo" a "cómo conservarlo".

El intelectual argentino, señalado como uno de los más lúcidos de la izquierda progresista, nunca tuvo temor en plantearle posturas, incluso de pedirle que "no le dispute el aparato justicialista" a Eduardo Duhalde, porque "el aparato político se lo iba a devorar".

En una larga entrevista, José Pablo recordó aquel libro que escribió y se título "El Flaco: diálogos irreverentes con Néstor Kirchner". Pasó por todos los temas, desde la coyuntura actual hasta aquellos años de charla y cercanía con el ex Presidente. También habló de anécdotas compartidas en trinomio, junto con Alberto Fernández, a quien le ve similitudes con Néstor. 

La entrevista completa:

Data Clave: Ya son 10 años del fallecimiento de Néstor Kirchner, ¿siente algún tipo de nostalgia? Fue una persona muy cercana a él en su momento…

José Pablo Feinmann: Los recuerdos son buenos, son muy buenos recuerdos porque yo fui muy cercano a Néstor durante los dos primeros años de su mandato. Fueron años muy buenos desde lo económico donde el país creció a tasas chinas. Él leía mis libros y quería conocerme. Y finalmente se dieron los encuentros, y allí yo le planteé muchas cosas y sugerencias, de las cuales algunas hizo y la mayoría no. Finalmente la amistad se cortó cuando en Página 12 publiqué una columna criticándolo, y él me mostró su molestia en un mail. Ahí nos dejamos de ver, pero en otros momentos hemos coincido en encuentros particulares, y siempre reinó el buen clima y una nostalgia amistosa.

DC: Usted publicó un libro muy famoso por haber tenido varios diálogos con Néstor en la Casa Rosada, ¿cómo fueron esas charlas? Se notaba mucha densidad política…

JPF: Él era una persona muy simple. Quería tener conexión con el pueblo a través de las ventanas que dan a Plaza de Mayo, le gustaba que la gente lo viera y viceversa. Luego hicimos un viaje a Venezuela, donde fui invitado como Presidente. Muchos me apuntaban como un funcionario o secretario, pero a mí no me interesaba tener un cargo porque era perder mi perspectiva crítica. Ese viaje fue muy interesante, donde vi un discurso muy brillante de (Hugo) Chávez. Luego tuvimos un encuentro con la oposición chavista, que me pareció lamentable, de lo peor que uno puede imaginar (se ríe).

DC: Néstor solía rodearse de muchos intelectuales. Daba la sensación de que necesitaba la aprobación de ustedes para sentirse más tranquilo; sobretodo cuando tenía que tomar decisiones que no le gustaban en términos ideológicos…

JPF: Tuve esa sensación también. Uno de los puntos del libro fue cuando le dije que “no le quitara el aparato a Duhalde”, y que no se pusiera en lugar del presidente del aparato justicialista, porque iba a terminar siendo devorado. Pero lógicamente tenía muchos presiones a su alrededor y la batalla la terminó dando, y tomó el aparato. Le fue bien, a mí parecer. Me pareció también que tenía una política muy transversal, donde se nucleaba de asambleístas del 2001 y 2002 para formar una nueva mayoría con los peronistas de izquierda. Conformó algo bien compacto e ideológicamente definido. Pero también fue algo que hizo levemente, y luego tenía muchas consultas con Cristina, donde tenían muchos acuerdos entre ellos.

DC: ¿Alberto y Cristina son Néstor? Hay una interna no declarada en el peronismo, aunque ahora el Partido Justicialista piensa en entregarle la presidencia a Alberto para “engrosarlo” políticamente.

JPF: Desde ese punto de vista podemos decir que Alberto tiene más puntos de acuerdo con el perfil de Néstor que con el de Cristina. Pero también es cierto que en su momento a Cristina la puso Néstor en ese lugar. Él la admiraba y la quería mucho. Es una persona brillante Cristina, muy lúcida y con un gran análisis político.

DC: Hay un fragmento muy claro del libro donde también aparece Alberto Fernández, y habla de consolidar espacios de poder en la Provincia de Buenos Aires, ¿lo sorprendió ver la rosca de la política en la cara?

JPF: Él no tenía a quién poner en una parte del territorio, y yo lo que sugerí era que lleven al más barato, pero nunca le dije ningún nombre. Además las personas disponibles en ese sector eran ajenos a su partido, y finalmente tuvieron que elegir por el más cercano y sin cercanía ideológica. Y ahí me dice “¿ves cómo es la política?” Las cosas que hay que hacer… después decile a tus amigos progresistas que me critiquen. Era la “Teoría de las Manos Sucias” (la novela teatral de Jean-Paul Sartre), en el sentido más puro de la obra. Él era muy criticado por derecha, pero también recibió críticas por izquierda. Estas últimas eran recibidas y muy bien. Recordemos que en esa época llegaba a Tucumán y tiraba un ramo de rosas en una fosa común, recordando a los enterrados. Y también se tiraba sobre la gente.

DC: ¿Por qué mantenía a rajatabla esa postura de tirarse a la gente?

JPF: Él me decía mucho que “había que tomarle olor a la pobreza”, y que el olor de la pobreza había que sentirlo…

DC: Usted también explicó muy bien cuando Néstor llegaba como “el chirolita de Duhalde”. Hace poco el ex presidente habló de un golpe de Estado. En el libro lo titula como el “líder del aparato político”, ¿hay algo de esto que le sorprenda?

JPF: No me sorprende lo que diga Duhalde, es intencional. Hay un clima de golpe que intenta solidificar la derecha. Duhalde volvió a declarar cosas de ese tipo. Todo esto juga a favor del clima destituyente, desde el campo hasta el conflicto de los Etchevehere y los policías rodeando la Quinta de Olivos. Esto último me pareció muy alarmante, eso habría que haberlo desarmado con la misma policía. No se podía hacer eso. Alberto tiene que comenzar a implementar una actitud que incorpore de la metodología de Cristina. De ser fuerte, confrontativo y enfrentativo. Tiene que responder la cachetada con la cachetada, y no con la otra mejilla; porque así lo van erosionando, porque hay gente loca en la calle, y la locura es muy peligrosa. Veo gente muy alzada y otra vez se pone en riesgo la institucionalidad.

DC: ¿Hay similitudes de ese 2003 y la asunción de Alberto Fernández en el 2019?

JPF: Es una situación de default, tanto del 2001 como 2019 donde asume Alberto. Una situación tremenda, pero no había tanta quebradura en el 2001, ahora hay más odios encontrados e instrumentados. Vemos manifestaciones del Obelisco, con gente muy agresiva, como el ala derechista, que incluso va más allá del macrismo. También están los libertarios, que son como las SA de Göring, muy violentos también. El Gobierno debiera ser más firme en términos democráticos, porque están los hiperpoderosos que no quieren ceder nada, y que incluso no se sabe a quién están proponiendo como proyecto.

DC: ¿Cómo lo ve al Gobierno? A veces parece haber una tensión constante con la oposición, similar a lo que fue la 125, donde incluso Néstor tensó la relación con el campo. ¿Hay vocación de diálogo en estos tiempos?

JPF: No creo que esta oposición esté dispuesta al diálogo, está dispuesta al enfrentamiento. El adversario es el enemigo y está abiertamente declarado, así lo conceptualizan. Es una nueva derecha que surge del Pro, que toma elementos de partidos de izquierda y de partidos anarquistas libertarios. Y también de los de neonazis, que siguen haciendo ruido. Esto para la democracia es letal.

DC: ¿Le gustaba la rosca política a Néstor? ¿Qué decía sobre el “pliego de condiciones”?

JPF: El pliego de condiciones lo rechazo, por ejemplo. Nunca lo aceptó. Fue como cuando Perón mandó al diablo a Braden. Néstor lo mandó al diablo al mandamás de Clarín. Ahora, después intentó dialogar todo lo que pudo, pero con Clarín no llegó a dialogar. Y luego estuvo la embestida de Cristina. Pero él ya quería hacer la Ley de Medios. Fue débilmente instrumentada, de la misma forma que salió mal el campo, que terminó siendo una insurrección, con camiones tirando litros de leche a la zanja, en insulto contra quienes sufren el hambre en el país. Los chacareros tienen tierras, y por eso creen que la patria es la tierra, y que por eso ellos son la patria. Y confrontan con todo lo que les disgusta.

DC: ¿La 125 determinó el clima de tensión política en el país?

JPF: Fue muy dura, y determinó la política que siguió el kirchnerismo con el periodismo de guerra, que llegó al poder a Mauricio Macri, junto con la embajada norteamericana. Fue el caudal más grande de votos que tuvieron para derrotar a Daniel Scioli, que ya de por sí era una concesión. Pero bueno, Cristina también sugirió a Zanini, que es un muy entero kirchnerista, y eso tranquilizó a su partido, pero alteró a la oposición.

DC: De alguna forma la aparición política más resaltante de Macri, cuando asume en la Ciudad, fue con Néstor vigente y en la primera presidencia de Cristina. Hace poco salió un libro de su hermano donde denuncia muchos negociados. ¿Qué te genera como sujeto político?

JPF: Leí algunos fragmentos, pero no lo leí entero. La verdad me pareció algo muy agresivo, al estilo “Mamita querida”, de Christina Crawford, donde dice de todo de la madre. Y este hermano, que muy posible lo que diga sea cierto, tiene tintes muy excesivos. Y mirá que yo tengo bronca con Macri, porque es quién representa a las corporaciones al capital extranjero que no lo terminó respaldando. Él es un tipo de ultraderecha y ultra ortodoxo, y muy peligroso porque sigue haciendo golpismo contra el Gobierno de Alberto.

DC: Concluyo con algo que el libro menciona al principio. Néstor a usted le dijo que en su Gobierno “no le iba a pegar a nadie”. ¿Cree que lo que ocurrió con Mariano Ferreyra aceleró su muerte?

JPF: Me dolió mucho su muerte. Lo peor que pudo haber hecho fue morirse, no tendría que haber pasado, porque el país lo necesitaba mucho. No lo tuvimos y fue un día muy triste, sobre un hecho que nos iba a pasar a todos, pero a él le pasó antes de tiempo. En cuanto a esa frase de que no le iba a pegar a nadie, fue algo muy lindo, porque me dio tranquilidad para el proceso democrático, sobretodo porque yo sigo teniendo los 70 muy marcado y me costó parte de mi salud. En cuanto a Mariano Ferreyra, Matías (menciona entre suspiros), esa muerte lo mató. La muerte de Mariano fue fatal porque él no quería muertos en su Gobierno. Fue una muerta decisiva para su salud.

DC: ¿Cómo ve esta situación vinculada a la toma de tierras y las órdenes de desalojo? ¿Qué hubiera hecho Néstor en esta situación?

JPF: Creo que hubiera respaldado a los que tomaron las tierras, y hubiera tratado de compensar a aquellos que se creen dueños de la tierra, que en realidad las han heredado. Creo que hubiera estado con los desventurados que tomaron las tierras porque no tienen otro lugar.