El ajuste libertario en ciencia y tecnología es peor que durante la dictadura militar
La inversión en ciencia cayó al 0,153% del PBI, lo que representa cifras por debajo de las de la última dictadura y el colapso del 2002. Hay subejecución récord, miles de despidos y fondos retenidos del BID. Darío Genua, el funcionario más apuntado, responde con amenazas mientras el sistema se desmorona.
El ajuste sobre el sistema científico argentino ya no es una señal de alarma, es directamente un colapso medido en cifras históricas. La inversión en Ciencia y Técnica perforó el piso del 0,153% del PBI en 2024, el nivel más bajo desde que se lleva registro en los Presupuestos nacionales, hace 52 años. Esto ubica a la política científica del gobierno de Javier Milei por debajo incluso de los niveles registrados en 1976, en plena dictadura cívico-militar, y en 2002, año del estallido económico y social tras la convertibilidad. “Se trata de una caída sin antecedentes en la historia de la política económica de la ciencia nacional”, alerta el último informe del Grupo Economía Política de la Ciencia (EPC).
En 2025, los créditos ejecutados de la Función Ciencia y Técnica (FCyT) caerán otro 25% real, tras haber perdido 30,3 puntos en 2024, acumulando una baja del 48% desde 2023. Pero no se trata solo de números: el vaciamiento ya se traduce en experimentos detenidos, investigadores expulsados, proyectos tecnológicos estratégicos cancelados, diagnósticos médicos frenados y oportunidades de desarrollo barridas por la motosierra. El término “cientificidio”, utilizado por investigadores y académicos, ya dejó de ser una hipérbole.
Uno de los rostros más cuestionados de este proceso es Darío Genua, actual secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología. Su nombre se volvió sinónimo de vaciamiento. El año pasado se supo que el Gobierno retenía 53 millones de dólares de préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destinados al sistema científico, mientras repetía la frase de cabecera del oficialismo: “no hay plata”. Esta semana, lejos de rendir cuentas por esos fondos, Genua lanzó una amenaza desde su cuenta de X: “Rinden o la devuelven”, en referencia a supuestas deudas por rendiciones de gastos de 672 instituciones del ex Ministerio de Ciencia. Firmó una resolución que da plazo hasta el 30 de junio de 2025 para devolver más de 30 mil millones de pesos, con intereses incluidos.
“Nos resulta asombroso este mundo del revés, donde una de las personas responsables del cientificidio argentino ignore sus propias deudas”, cuestionó Valeria Levi, vicedecana de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Levi también coordina la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (Raicyt) y apuntó directamente a Genua como “el responsable de la subejecución récord del presupuesto de CyT”, que alcanza apenas el 13% en lo que va del año. Denunció que cientos de investigadores no han recibido los fondos comprometidos y que muchos “ponen plata de su bolsillo para seguir trabajando por el país que aman”. En paralelo, la Jefatura de Gabinete respondió de forma vaga un pedido de acceso a la información pública sobre el paradero de esos fondos y el incumplimiento de la Ley 27.614 de financiamiento científico.
Desde distintos sectores del mundo académico le respondieron con dureza al secretario. “Esa no es forma de dirigirse a la comunidad que usted supuestamente administra. Y menos aún echar sospechas donde no las hay. Su actitud y gestión son vergonzosas”, escribió el biólogo y divulgador Diego Golombek. La viróloga Andrea Gamarnik calificó el mensaje de “patético”, y advirtió que muchas rendiciones no se realizaron “por trabas de la propia administración o por la brutal devaluación que imposibilitó la compra de equipamiento”. El físico Jorge Aliaga resumió la indignación en un juego de palabras que se volvió viral: “el mensaje del Secretario no es una actitud inGENUA, es INDIGNA”.
El impacto no es solo simbólico. El Conicet perdió 4.148 empleos científicos desde diciembre de 2023, incluyendo 531 puestos en los últimos tres meses. Entre despidos, cierre de becas, congelamiento de ingresos y renuncias forzadas por las condiciones de trabajo, el éxodo de recursos humanos altamente calificados es ya la consecuencia más profunda del desguace. “Hay cosas de las que no hay vuelta atrás”, alertan desde la Fundación Ciencias Exactas y Naturales, que lanzó una campaña para sostener los diagnósticos de enfermedades inmunológicas en hospitales públicos, ante la falta de fondos estatales.
El proyecto busca hacer secuenciación de exoma en pacientes sin diagnóstico genético. “Si encontramos el gen, podrían tener un tratamiento específico y mejor calidad de vida. A veces de eso depende la sobrevida”, explica la bióloga Belén Almejun, quien también fue noticia en marzo al ser víctima de una campaña de odio en redes y un ataque en la casa de su familia tras discutir con libertarios en Exactas. Pese al miedo –vivió 25 días con botón antipánico y custodia policial–, decidió contar lo ocurrido para alertar sobre el nivel de hostigamiento y desprestigio que sufre el sistema científico.
Desde la comunidad científica advierten que además de los experimentos inconclusos, los diagnósticos sin realizar o los reactores que se dejan de construir, hay una ofensiva simbólica peligrosa que busca instalar que “la ciencia no sirve” y que “no hay que invertir en ella”. En ese contexto, remarcan que no solo se pierde presente, sino también futuro. La falta de financiamiento no es una simple decisión presupuestaria: es una política de Estado que, de sostenerse, condena a la Argentina a perder capacidades estratégicas y autonomía en salud, industria, tecnología y desarrollo.
En lo que va del año, el gobierno ejecutó apenas un 13% del presupuesto total asignado a Ciencia y Técnica, mientras el sistema nacional de investigación continúa a la deriva y más de 50 pacientes pediátricos siguen esperando un diagnóstico genético que podría mejorar –o salvar– sus vidas.