A Willy Kohan se lo nota cansado. Como muchos periodistas y economistas, son pocas las horas que durmió entre el martes y el viernes, siguiendo el mapa de Estados Unidos como sucede cada cuatro años, pero esta vez con más incertidumbre y tensión. Ya es sábado, el sol y el DISPO lo empujaron hacia los cafés de Recoleta, en dónde compartió con los curiosos de siempre su balance de la semana. 

Del impacto de la elección norteamericana a la caída acumulada del dólar blue, pasando por la motiviación oficialista de suspender las PASO, todo en pocos minutos y un cortado en jarrito sin azúcar ni edulcarante, como le gusta al gurú económico de Data Clave.

- Finalmente ganó Joe Biden y Kamala Harris, Willy. Ajustado. Aún por definirse la composición del Senado, con Trump que se resiste a dejar la Casa Blanca y con una Corte conservadora…

Willy Kohan: El amigo Joe Biden, como presidente electo de los Estados Unidos tiene por delante un desafío muy complicado, porque encuentra una sociedad muy dividida, con un Donald Trump que está preparando su liderazgo como jefe de una oposición extremadamente dura, que no le va a dejar pasar una a la administración demócrata. La composición del Senado está todavía por definirse. Si los republicanos logran mantener el control va a traer más complicaciones para Biden y, al mismo tiempo, algún grado de alivio en la economía, porque sin el dominio completo del Congreso lo que se presume de una administración demócrata (fuerte aumento del gasto, de impuestos y revertir la fuerte baja de impuestos para las corporaciones) sería más difícil con un Senado controlado por los republicanos.

- ¿Qué le deja Trump a Biden?

W: Biden se encuentra con un país golpeado por los efectos de la pandemia, aunque con una economía en recuperación. Lo único rescatable de la administración Trump es la gran reducción de impuestos que hizo a favor de las empresas. Eso generó un boom económico y de empleo. A la economía de Estados Unidos también la liquidó la pandemia, aunque mostró, la mayor capacidad de recuperarse por estas flexibilidades.

- ¿Qué se puede esperar de Estados Unidos en su política externa?

W: Se supone que los demócratas van a ser más multilateralistas. Puede haber una menor tensión entre Europa y Estados Unidos, posiblemente un mejor entendimiento de cómo se conduce en forma más compartida la OTAN, puede haber alguna señal de mayor distención con México, pero todo está por verse. Biden es del sector más conservador del partido demócrata. Habrá que ver desde el punto de vista de su impronta, de su salud, cuánto lo acompañan y pueden influir los sectores más de izquierda del partido demócrata. Seguramente habrá menos confrontación con Cuba y Venezuela, hay que ver la relación con Brasil, en la cual Bolsonaro estaba mucho más cerca de Trump. Son cuestiones que van a ser secundarias. La agenda más importante es la recuperación económica y cómo va a afectar la segunda ola de contagios del coronavirus.

- ¿Y qué podemos esperar desde Argentina? ¿En qué nos puede ayudar Joe Biden?

W: Respecto de la Argentina, si efectivamente hay una política que presuma un dólar más débil a nivel internacional, por mayor gasto, por los planes de estímulo que seguramente se van a destrabar en el Congreso, todo eso puede generar lo que estamos viendo en los mercados estos días: una recuperación del precio de los activos, de las acciones, señales a favor para los mercados emergentes, recuperación en el precio de las materias primas, la soja arriba de US$400, el petróleo otra vez recuperando. Todo eso representa buenas noticias para la Argentina, pero es temprano para sacar conclusiones. Argentina tiene su propia agenda. Ahora se va a poner a prueba la relación de Argentina con Estados Unidos, bajo la administración Biden, a partir de las negociaciones que se abren esta semana entre el país y el Fondo Monetario.

- El dólar sigue a la baja. Y a Guzmán le fue bien otra vez con la licitación de bonos. ¿Podríamos ilusionarnos con una liberación en las restricciones al dólar?

W: El plan Guzmán sigue con la agenda de la negociación con el Fondo y tratar de convencer a toda el ala política de la coalición de gobierno de que para no volver a acercarse al precipicio, que fue cuando el dólar casi llegó a los $200, hay que cumplir las leyes mínimas de la gravedad en materia económica. Eso significa que no se puede en el 2021 mantener el nivel de déficit fiscal ni el nivel de emisión monetaria que se tuvo en el 2020. Por menos, si lo que se quiere es evitar tener que sincerar una devaluación mayor a la que el gobierno tiene presupuestada. La duda es si efectivamente lo va a lograr por el efecto de que se frenen los impactos de la pandemia, de que se acepte el ajuste de tarifas. El secretario de Energía está diciendo que va a haber aumento de tarifas pero combinada con aumento de subsidios para las familias que tengan mayores problemas para pagar los precios verdaderos de las tarifas públicas. Con lo cual, en materia fiscal el problema siguen siendo los subsidios.

- ¿Cómo sigue el Plan Guzmán?

W: Creo que el plan Guzmán sigue con el dólar muy maniatado y vigilado en el corto plazo, con las licitaciones de bonos en dólares, a ver si los inversores internacionales encuentran otra alternativa que no sea el contado con liquidación. Esto en principio está pasando. Me parece que el dólar, ya en dólar ahorro oficial en $140, parecería ser el piso del blue que abría este lunes a $157. Puede bajar un poco más el blue, por supuesto. El piso es el dólar ahorro, salvo que el gobierno bajara el anticipo de impuesto a las ganancias, ese 35%. Ahí el blue podría bajar todavía más. En un momento donde el Fondo Monetario va a pedir ajuste fiscal o por menos gasto o más impuesto o la combinación de ambas cosas, no sé si el gobierno se va a tirar a sacar ahora el anticipo del impuesto a las ganancias. El plan Guzmán sigue a corto plazo con toda la estrategia financiera para achatar la brecha y en el mediano plazo la promesa de respetar las reglas de gravedad de la economía, hacer algún ajuste en todo lo que tiene que ver con los gastos, los ingresos y tratar de tener un déficit fiscal menor, al menos en noviembre o en diciembre. Tratar de esperar sin tener que acelerar la devaluación hasta el año que viene.

- ¿Hay otra opción al plan?

W: Veremos si se puede seguir llevando adelante el plan o si tiene otra ronda contra el mercado en función de que el mercado vea que no se cumplen estas promesas del nuevo Guzmán, más acorde con las reglas de la economía. Es una situación bastante parecida a lo que fue la renegociación de la deuda. Guzmán empezó planteando que la tasa de interés de los nuevos bonos iba a ser 7% y que no se pagaba más de "x" dólares para los acreedores y se terminó negociando en los términos de Wall Street. La tasa de interés de los bonos argentinos terminó siendo 11%, la que hoy está casi en 17%. Con el Fondo va a pasar lo mismo. Por un lado, Máximo Kirchner que dice: “La economía la decide la política”. Y de otro lado Guzmán diciendo: “Al FMI y a los mercados algo hay que entregarle porque sino el dólar se nos va otra vez a 200 mangos”. Esta es la discusión que habrá que dar dentro de la coalición oficialista.  

- Willy, te escuché decir que esta semana viene la misión del FMI a negociar el acuerdo. ¿Cuál puede ser un buen acuerdo para el Gobierno? ¿Argentina debería aceptar "plata fresca"?

W: La negociación que retoma con el Fondo la Argentina esta semana es uno de los elementos cruciales respecto de las expectativas económicas y que el Banco Central esté sin reservas. No hay nadie que le preste a Argentina a una tasa de interés razonable. El último prestamista sigue siendo el Fondo Monetario y se le deben 45 mil millones de dólares. Inexorablemente, Argentina y el Fondo tienen que encontrar un acuerdo para que Argentina tenga un alivio en el programa de pagos, que originalmente empieza a vencer en el 2021, pero Argentina no tiene los dólares para pagar. El Fondo no refinancia pagos. Se necesita que el Fondo acuerde nuevos préstamos para pagarse a sí mismo. Eso se va a dar en el marco de una conversación que ya está bastante comentada en los diarios y que explica este giro hacia respetar las reglas de la gravedad de la economía, algunos le llaman “giro a la ortodoxia”, del equipo económico. Es obvio que para que Argentina frene una la devaluación de la moneda, la huida de capitales, la huida de empresarios, para que los argentinos en lugar de comprar dólares empecemos a venderlos y a generar inversión, empleo, actividad económica en Argentina, se necesita un compromiso del Gobierno de que va a frenar el brutal ritmo de emisión monetaria con el que cubre el déficit fiscal y para eso hay que achicarlo.

- ¿Cómo se puede achicar el déficit?

W: Subiendo más impuestos parece muy difícil, aunque no descarto que en el acuerdo con el fondo haya alguna suba de impuestos. Con eso no alcanza. Hay que reducir la cantidad de subsidios que se ponen para mantener congeladas las tarifas. Ahí viene el descongelamiento de tarifas que se está negociando. También se necesita pisar un poco el ritmo de aumento en el gasto de jubilaciones y planes, entonces va a haber nueva formula jubilatoria. El gobierno dice que no va a ser necesario un ajuste adicional, porque la recaudación aumenta porque hay brotes verdes y reactivación de la actividad. La recaudación de septiembre y octubre efectivamente aumentó, pero no por más actividad económica, sino porque se crearon nuevos impuestos. Entonces no es que hay una reactivación en la economía, no se recauda por más actividad, si bien es obvio que en septiembre la actividad fue mayor que en abril cuando la cuarentena estaba prácticamente al 100%.

- ¿Cuáles cree que serán las exigencias del FMI?

W: El Fondo siempre pide un plan plurianual de compromiso de reducción del déficit. Podría existir la posibilidad que además el Fondo aporte dinero fresco para recomponer reservas, lo cual sería una gran señal para el mercado y consolidaría todo este clima de mayor estabilidad en el tipo de cambio. No sabemos si este nuevo Guzmán y este nuevo Alberto Fernández, dispuestos a cumplir con las leyes de gravedad de la economía y sentarse a un nuevo acuerdo con el Fondo, es sustentable políticamente y cómo va a reaccionar el ala más de izquierda de la cualicion que se referencia en Cristina y que representan figuras importantes como Áxel Kicillof, Máximo Kirchner, todos los movimientos sociales, los intendentes alineados con La Cámpora. Es el ajuste inexorable que la Argentina tiene que hacer después de la doble Nelson que tuvimos este año con el déficit fiscal histórico, el que se heredó de Macri y se potenció a partir de las cuarentenas y la pandemia. No está claro cuánto más déficit nos va a llevar la pandemia en el 2021.

- Algún comentario político Willy. ¿Vamos a tener PASO el año que viene? ¿Cuál es la motivación de los gobernadores?

W: La lógica política estaría indicando hoy que el año que viene PASO no va a haber. Al gobierno le conviene que no haya PASO, porque de esa manera complica el armado de la oposición. Está servido para el Gobierno porque entre los problemas de la pandemia, el gasto público que significan las PASO y una convicción de que el año pasado las PASO terminaron complicando todo. Ahora, hay que aprobarlo en el Congreso y hay que ver qué va a hacer Juntos por el Cambio. En la interna del propio oficialismo la cuestión no está saldada, porque en la Provincia de Buenos Aires el espacio que conduce Cristina y La Cámpora quieren reemplazar a los intendentes en la mayoría de los distritos y quisieran disputar en internas esas candidaturas con los intendentes tradicionales del conurbano que han recibido la promesa de Alberto Fernández de apoyarlos en la movida para cambiar la ley que impide las reelecciones de los intendentes. Al gobierno le conviene que no haya PASO, pero a La Cámpora sí le conviene que haya en la Provincia de Buenos Aires.

- ¿Las fechas son importantes?

W: Hay que ver cómo está la economía. Tal vez en agosto del año que viene no va a estar del todo recuperada, tal vez sí en octubre. Por lo tanto al Gobierno no le convendría ir en una elección en agosto que lo podría debilitar en octubre. No es lo mismo que la presidencial, pero algo de eso le terminó pasando a Macri en el 2019. Cuando la economía lentamente estaba empezando a recuperar, tal vez se podría haber peleado una segunda vuelta. El gobierno tiene muchos elementos para impedir las PASO del año que viene.

- ¿Qué deberían hacer los de Juntos por el Cambio?

W: El desafío para Juntos por el Cambio es tratar de evitar la ruptura, no solamente por la interna que hay entre el radicalismo, Mauricio Macri, Elisa Carrió, Horacio Rodríguez Larreta y los sectores que se alinean alrededor, sino también por todos los sectores que pueden pelear en las elecciones legislativas que le quiten votos a Juntos por el Cambio. Si aparece una línea peronista en la provincia de Buenos Aires, liderada por Zulemita Menem, las experiencias de los partidos liberales, libertarios, figuras como Espert o Milei son todos votos que le restan a Juntos por el Cambio y que pavimentan un triunfo más consolidado del oficialismo. La grieta beneficia a los dos sectores en pugna porque es muy difícil romper las alianzas.

- ¿El oficalismo seguirá unido a pesar de las diferencias?

W: En la medida en que se pueda evitar una hiperinflación y contener la devaluación, lo más probable es que Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina sigan unificados para las elecciones del año que viene, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Al gobierno le conviene que no haya PASO, porque siempre ordena a la oposición, así pasó cuando Cristina era Presidenta, en el 2013 y 2015.