El Gobierno activó un megaoperativo de seguridad y la Rosada se encuentra totalmente vallada
El Presidente se quedó en la Quinta de Olivos. La ministra de Seguridad Patricia Bullrich y su par porteño trabajan en conjunto para evitar lo que consideran como "desbordes". Cortes en todo el país.
Ya desde la mañana, en los alrededores de la Casa Rosada, se montó un operativo con una fuerte presencia de móviles y efectivos de las Fuerzas Federales de Seguridad, en particular de la Policía Federal Argentina y de la Gendarmería Nacional.
El motivo está claro: la movilización por la condena a Cristina Kirchner que tiene su epicentro en la Casa Rosada.
El presidente Javier Milei no va a salir de la Residencia Presidencial de Olivos durante toda la jornada, donde se quedará a mirar el desarrollo de la movilización y a continuar con su agenda de trabajo.
Bullrich, por su parte, coordina el operativo desde sus oficinas de la calle Gelly y Obes mientras que el excomisario y actual ministro de Seguridad porteño Horacio Giménez monitoreará todo desde La Boca
“Ellos creen que pueden estar en la calle 10 días y que con eso van a volver al poder. Y no es así”, sostuvo Bullrich en una entrevista y aseguró que espera que sea una movilización ”sin violencia".
En paralelo, desde el Ministerio de Seguridad de la Nación se activó un comando unificado con representación del Ministerio de Seguridad de la Ciudad para coordinar el operativo de control. Bullrich y Giménez consensuaron actuar con especial atención en tres puntos críticos: Comodoro Py, el Congreso y Casa Rosada, además de los principales accesos a la Capital Federal.
Aunque el epicentro de la convocatoria es Plaza de Mayo, en el Gobierno porteño prevén movimientos desde diferentes zonas, incluyendo la residencia de Cristina Kirchner en Constitución. Las columnas que se trasladen desde allí serán custodiadas por efectivos de la Policía de la Ciudad.
Conscientes de la magnitud del acto y del mensaje político que representa, en la mesa chica del Gobierno reconocen que la movilización no se encuadra dentro de las protestas sociales tradicionales. A diferencia de otras marchas, esta se organiza en respuesta directa a una condena judicial, reforzando la idea de una persecución política hacia la expresidenta desde sectores del oficialismo y del Poder Judicial.