El monstruo de Milei: Nicolás Marquez y la denuncia de pedofilia que lo llevó a la Justicia
El biógrafo del presidente es quién le da letra para "la batalla cultural" y el "combate a la agenda woke". Escribió el discurso que el presidente leyó en Davos, en donde señaló a los homosexuales como pedófilos. Amigo personal de Alfredo Astiz, hace más de 15 años fue denunciado por abusar sexualmente de su hija, cuando la niña tenía tres años. Los motivos del archivo de la investigación.
"Soy un gladiador, consagré mi vida a los valores que abrazo", le respondió en un reportaje a la entrevistadora, su amiga Patricia Soprano, que está en su canal de Youtube. La entrevista realizada hace dos años discurre por la faceta personal de Márquez con la idea de mostrar el costado humano de un personaje político que estaba en plena campaña presidencial a favor de su amigo Javier Milei. Soprano, que muchos dicen que en realidad es la novia de Márquez, cuando llevaban alrededor de veintiseis minutos de charla le preguntó, como si no supiera, si está soltero, si vive solo, y se preguntó y le preguntó cómo "siendo un defensor de la familia, no logró conformar una propia".
Él tardó en responder. Se tomó unos segundos, vaciló, y de repente y sin que lo hubiera hecho antes, sacó su lengua, enorme, abierta, en un repugnante gesto involuntario para, lentamente, atinar a decir: “No… no, yo creo que he puesto tanta líbido en la causa de las ideas que a lo mejor dejé de lado causas pendientes. Uno no puede abarcar todo en una vida… yo tengo 47 años… ya debería haber… ya tendría que haber armado una familia. Un sacerdote defiende la familia y nunca la armó… y está lleno de personas que consagraron su vida a la defensa de la familia.”
Es curioso que alguien, cuando es interpelado acerca de lo familiar, a los hijos, a lo amoroso de la paternidad hable de "líbido" como sentimiento preponderante, teniendo en cuenta que es un término que describe al impulso del deseo sexual; y no use otra analogía para contar lo que pretende en la nota, contar que puso toda su energía, amor, pasión o lo que fuere a construír una carrera política y divulgadora -un sacerdocio- por encima de lo familiar. Insistidora, Soprano le preguntó cuál sería la mujer ideal para acompañarlo en tal cruzada y él dijo, con una media sonrisa de soslayo: “Que no sea ni kirchnerista ni abortera.”
Ni una ni otro habló, en ningún momento, acerca de la hija que tiene Márquez y que nació en 2005. Es que posiblemente, si la nombraba, también tuviera que explicar por qué no tiene ningún vínculo con ella y sobre todo, por qué desde 2008 pesa sobre él una denuncia por el abuso sexual de su propia hija, cuando la niña tenía tres años.
Una historia de violencia
Nicolás Márquez es marplatense, hijo de una docente y un viajante de comercio. El padre, que además de ser diabético padecía también esquizofrenia y era adicto al alcohol, pronto dejó de trabajar. A los cincuenta años le amputaron las piernas y sobrellevaba su vida en una silla de ruedas. Lejos de ser una persona pacífica, el historial de violencia familiar empezó con él, y la invalidez fue un freno, al menos, para los maltratos físicos que solía propinar a la madre quien, cuando pudo, echó al marido de su cuarto para instalar en él a su hijo Nicolás, al menos como lo cuentan algunos vecinos del departamento de la calle Tucumán de la ciudad balneraria que Data Clave consultó para esta nota.
Los mismos vecinos narraron, también, cada una de las ocasiones en que tuvieron que acudir a la casa de la familia Márquez para socorrer, en los últimos años, al matrimonio. Es que Nicolás solía tener brotes de ira y como consecuencia, apaleaba al padre inválido y borracho o a la madre, a quien en una ocasión quiso ahorcar tomándola del cuello y sosteniéndola en el aire y contra la pared al punto que tuvieron que amenazarlo con llamar a la policía para que la soltase.
Con algunas novias y amigas parece haber repetido los mismos modos violentos. Según algunos testimonios de amigos de Márquez de cuando estaba en el Opus Dei y que luego se alejaron de él, un día Márquez conoció a L, una exitosa profesional unos pocos años mayor que él; a quien presentaba a quien se lo cruzara como "su novia", con la que se casaría.
L. quedó embarazada y cuando Márquez lo supo, y según consta en la justicia que luego intervino, le dijo: "prefiero tener sida o cáncer antes que tener un hijo con vos". Diversas fuentes consultadas, amigos de Márquez de esos tiempos que, incluso, lo defendieron, dicen que el hombre que decía querer tener hijos con ella, cuando efectivamente sucedió el embarazo, se mostraba totalmente irascible, atribulado, fuera de eje, descontrolado al punto de insistir en que ella debía hacerse un aborto, y uno de ellos le sugirió que la llevara a una clínica clandestina de la calle Jujuy casi avenida Colón.
Así lo hizo: subió a L. a su auto (al de ella, que él solía usar) y según él mismo contó después, la "llevó de los pelos y a las patadas para que aborte", cosa que finalmente no sucedió.
En la causa por el abuso sexual cometido por Márquez hacia su hija, aparece el registro de la violencia física y emocional padecida por la mujer y se narran estos sucesos y varios más, incluso las llamadas constantes de la madre del escritor insistiéndole para que aborte.
Desde el tercer mes de embarazo, y según consta en la causa, Márquez solía decirle a L: “Te vas a arrepentir toda la vida por no haberte hecho un aborto” y “este es el principio de tu fin.” La mujer tuvo una niña a quien por su protección, en este artículo, llamaremos "F", a quien mantuvo y asistió desde su nacimiento y hasta hoy.
“Papá me tocó la pochola así”
El 8 de septiembre de 2008 a las 21:30, la mamá de la niña F, de tres años y medio, se presentó en la comisaría de la mujer de Mar del Plata y denunció que tuvo una relación de de noviazgo durante ocho meses con Nicolás Márquez, de cuya unión nació F. Contó que nunca convivió con el padre de la niña y que cuando ella nació ya estaban separados.
Lo describió como a una persona agresiva a quien nunca denunció por actos de violencia físicos y psicológicos contra ella, pero que ese día, luego de retirar a la pequeña de la casa de la abuela paterna, donde la nena había pasado la noche con su padre, F. presentaba un cuadro de fiebre sin causa física aparente y luego le dijo: “Papá me tocó la pochola”.
Que inmediatamente y sin que ella le preguntase nada, la niñita le mostró lo que le hacía cuando estaban en la cama y cuando la abuela -que dormía con ellos- se iba de la habitación. Tras esto, la mamá de F. llamó a Márquez pidiéndole explicaciones acerca de esa actitud pero él dijo que eso nunca había sucedido y que seguramente la imitaba a ella.
El 9 de septiembre Márquez llamó a la madre para pedirle que retire la denuncia, que no debía creerle a la pequeña sino a él.
Un mes después, el 4 de octubre de 2008, hubo una ampliación de la denuncia original en la que se confirmaron los dichos. La niña volvió a explicar y mostrar aquello que Márquez, su padre, le hacía.
El pediatra
Varios meses antes de que la pequeña F. contara “papá me tocó la pochola” la niña dibujaba soles, corazones, niñas llenas de color; pero de un tiempo a esa parte esos dibujos coloridos dieron paso a otros abigarrados, de monstruos, de “viejos barbudos”, de ratas.
Tampoco quería dormir sola ni con la puerta cerrada, decía ver fantasmas y tenía juegos violentos. También había empezado a usar palabras como “mierda!” mientras golpeaba la mesa, o saludaba con un “Hola, chota!” porque decía que su padre la saludaba así y ella respondía “Hola choto!”
Cuando la mamá notó esos cambios, consultó con el pediatra y éste la derivó a una psicóloga, ambos, luego, serían testigos de los dichos de la niña acerca del abuso.
“Al señor Márquez lo vi una sola vez, si lo veo por la calle no lo conozco”. Relató: “F empezó a tener cuadros clínicamente como fiebre o vómitos, o broncoespasmos que eran solos, no respondían a otros síntomas que hicieran a una etiología causal y que le duraban uno o dos días y se le pasaban. Con cambios de carácter, pasó a ser en el consultorio una niña dulce a estar bruscamente muy seria, taciturna. Que dados todos estos síntomas, más el cambio de carácter, los pediatras indagamos mucho sobre el entorno familiar, si pasó algo, si se le murió un perrito o el abuelo, buscando alguna causa psicosomática, lo que se llama anamnesis, entonces le propuse a la mamá hacer una consulta con una psicóloga infantil de la misma clínica.”
La psicóloga
La psicóloga Florencia C. se entrevistó con la nena e interpretó que podía estar pasando por algún tipo de abuso sexual. El pediatra siguió contando en su testimonial que “la psicóloga bajó con F para que le hiciera una revisación física para ver si podía constatar físicamente alguna lesión de maltrato o de abuso, cosa que no pudo encontrar lesiones visibles.”
Siguió diciendo que por sus años de experiencia puede prever casos de abusos de acuerdo a la conducta de sus pequeños pacientes, y que cuando lo cree así -que no fueron muchas veces- los deriva a un especialista. F siguió siendo su paciente, y el pediatra dejó de ver esos síntomas cuando la niña dejó de ver al padre. Los síntomas, llamativamente, siempre aparecían los días lunes, cuando F. volvía de la casa de Nicolás Márquez. En una de esas consultas en su consultorio, y de la nada mientras la examinaba, F. le dijo al pediatra "no quiero ver nunca más a mi papá".
La licenciada Florencia C. también declaró en la causa. “F. tiene una personalidad creíble. Entre abril y septiembre de 2008 F. se mostraba enojada y con miedo. El enojo estaba mas referido a su comportamiento cotidiano (…), los miedos eran más a través de los gráficos, relataba a través de los dibujos situaciones que le provocaban miedo.”
Y siguió: “Hasta septiembre F sigue en contacto con su papá según lo pactado. (…) En abril empieza a decir que no quería ir a lo del papá porque decía que le daba besos que no le gustaban y mostraba como eran. Yo cito a Nicolás Márquez a mi consultorio para abordar la temática, pero dijo que eso tenía que ver con la madre, que siempre buscaba algo para alejarlo de la niña. Yo les propongo abordar el tema de la comunicación entre ellos para mejorar el bienestar de F, pero Márquez nunca asistió a las entrevistas.”
“Luego de la consulta física con el pediatra S, a posteriori de haberle dicho a la mamá que su papá le había “tocado la pochola”, F. hizo conmigo la misma demostración que había hecho con el pediatra: se sienta en la camilla, se abre de piernas y se toca en su zona genital. Esto es relatado por una nena inteligente, lúcida, ubicada en tiempo y espacio, con buen entendimiento, con buen estado de ánimo. El relato viniendo de ella lo tomo como creíble, que alguna experiencia había tenido para poder relatar ésto, ya que la exploración del cuerpo empieza a los cuatro años.”
La señora que trabajaba en la casa
Carmen trabajó en la casa donde vivía F. con su mamá. Cuenta que “cuando L. quedó embarazada él no quería que ella quedara embarazada, él quería que ella abortara. Él se había puesto agresivo con L. Una vez yo estaba limpiando la cocina y ellos fueron a la habitación y desde la misma se escuchaba que él le gritaba … yo de inmediato entré a la habitación y vi que L. estaba mal, toda despeinada y llorando, tenía roja la cara, al parecer le había pegado unos buenos cachetazos sin importarle que ella estuviera embarazada.”
De F. dijo que “es una niña muy alegre, muy dulce, muy inteligente, es una nena que comparte ciertas charlas en las que una se queda mirándola… además a los tres años la nena empezó a ir a ver y quedarse con el papá, comenzó a cambiar. F. dormía sola en su habitación y después ya no lo quiso hacer porque tenía miedo a la oscuridad, muchas veces lloraba sin saber el motivo. Un dia la levanté para cambiarla y jugar con ella y la nena empezó a darme lenguetazos en la mejilla. Le dije “no hagas eso porque es feo”, y F contestó: “esto me lo hace mi papá” .
Durante una época empezó a pellizcarnos en la cara, en los brazos, en la cola, en las piernas. Cuando le dije que no lo hiciera porque me dolía la nena dijo que eso también se lo hacía su papá. Y otra cosa que hizo F. fue tocarme con su manito la vagina, o la cola; cuando le dije “eso no se hace!” F manifestó: “si estamos jugando, eso hago con mi papá”.
La revinculación luego de la denuncia
En julio de 2012, luego de cuatro años de entrevistas quincenales de revinculación entre la pequeña F y Nicolás Márquez, la psicóloga presentó un informe contundente. En el mismo puede leerse:
“A F. la conozco en abril de 2008 derivada por el doctor Jorge S. pediatra de la niña. En ese momento tenía tres años de edad. (…).Cuando F. me relata el episodio de abuso -septiembre de 2008- encontré un relato creíble pero insuficiente. A partir de allí trato a la niña en la reconstrucción psíquica del abuso, generando recursos personales para evitar que este hecho se instale como experiencia traumática. Cuando el Tribunal de Familia solicita la revinculación con el padre solo acepté en los términos de mi paciente, esa revinculación se debía hacer y creí en mi posición profesional respecto a F., pero no estaba de acuerdo en tanto la niña había sufrido un abuso sexual infantil, siendo técnicamente imposible vincular.”
“Fue imposible que la niña construya una relación parental en tanto el abuso existe en su psiquis, no como un trauma sino como una realidad. (…) Por parte del papá él conocía lo que debía hacer pero no pudo ejercer su función paterna. Era imposible que se ponga en el lugar de su hija, empáticamente hablando. Cada tema fue tratado durante la relación terapéutica en sesiones individuales con él, no encontrando respuestas adecuadas y convirtiéndose el espacio en hora libre”.
"Ella no quería dialogar con su papá. Él se dirigía a ella con malas palabras jugando y nunca logró relacionarse de otra manera con F. Él mantenía acercamientos físicos inadecuados que a F. no le gustaban (…) repitiendo los besos invasivos y dejando a la niña con irritaciones en la piel. Fue hablado con él en varias oportunidades, incluso he tenido que interrumpir las sesiones antes de tiempo porque alteraba emocionalmente a F.
“El señor Márquez no logra relacionarse con su hija desde un lugar parental, sabe lo que tiene que hacer, porque tiene claro el deber ser, pero no como lo que perjudica en gran medida a la niña, quien es la receptora directa de la conducta del padre al no recibir patrones claros, coherentes, funcionales de conducta. El Sr. Márquez posee dificultades en su empatía, esto es darle sentido a lo que el otro siente, piensa tal cual me lo quiere expresar. Eran dos individuos con el mismo apellido. (…) El sr Márquez insistía en que su desvinculación con F. era por inventos de la madre de la niña, pero la práctica mostraba que era él quien estaba imposibilitado de relacionarse con su hija”.
“Durante este tiempo y mediante innumerables hechos, palabras y decires he encontrado que F. es el vehículo a través del cual el sr. Márquez venga su paternidad no deseada responsabilizando a la Sra L. de cumplir con un mandato no instituido en su psiquis y un deseo de que F. le cuente a su madre las conductas de éste con respecto a la niña, con el solo objetivo de destruir a quien lo desafió”
Las causas
En paralelo se desarrollaron, desde 2008, dos causas: una en el Juzgado de Familia y otra en el fuero penal.
El 8 de septiembre de 2009, L realiza la denuncia penal correspondiente y se inicia formalmente la investigación penal preparatoria, bajo la intervención de la Fiscalía Nº. 4 y el Juzgado de Garantías Nº 3 a cargo de Rosa Frende.
El 17 de septiembre de ese año, la agente fiscal Andrea Gómez solicita las primeras medidas: declaración de L. e informe a cargo de la Asociación del Niño Abusado. Sin más medidas de investigación, el 2 de marzo de 2009 decide archivar la causa sin siquiera tomarle declaración a Márquez y a múltiples testigos como el pediatra.
El 15 de septiembre de 2009, el fiscal Gómez Urso, interinamente a cargo de la fiscalía, revisó el archivo y concluyó que las tareas investigativas debían continuar, pues aún había medidas pendientes: la declaración de dos pediatras que atendieron a la niña, la psicóloga, las maestras del Jardín de Infantes, vecinas, y el personal de servicio entre otros); un examen psiquiátrico y psicológico de Nicolás Márquez, una entrevista a la menor en Cámara Gesell.
Urso realizó algunas de estas entrevistas, pero cuando la fiscal Andrea Gómez retomó su puesto, volvió a archivar la causa sin completar lo que estaba pendiente.
El 21 de noviembre de 2011, mas de tres años después de la denuncia, la querella solicitó el desarchivo y presentó nuevos elementos: un informe psicológico de la menor e informes del colegio.
El 30 de abril de 2013, un año y medio después y sin que hubiera pasado nada, se insistió con la producción de las medidas pendientes. Se agregaron seis declaraciones testimoniales y nuevas pruebas: informes psicológicos, dibujos de la niña, y hasta material fílmico.
El 30 de octubre de 2013 el abogado defensor de Márquez solicitó su sobreseimiento. Uno de sus argumentos fue: “si bien la menor dijo a la psicóloga que ‘el padre le ha tocado la pochola’, lo que realmente importa, aún sin conocer la versión del padre (que resulta totalmente innecesario conocer), es que tal tocamiento no ha dejado a la menor ninguna de las secuelas que se advierten en un menor abusado. No hace falta demasiado para concluir que si no hay secuelas es porque no hay abuso”.
La fiscal contesta la vista y afirma que no hay más medidas pendientes ni nuevas pruebas que acrediten la imputación, sin valorar la evidencia ya presentada.
El 3 de junio de 2014, seis años después de la primera denuncia, la jueza de garantías rechazó el sobreseimiento y argumentó que faltaban medidas de instrucción y que las conclusiones de la defensa y la fiscal no tienen respaldo suficiente. Posteriormente la fiscal Gómez manifestó su adhesión expresa al pedido de sobreseimiento.
El 8 de septiembre de 2014 el Fiscal General Adjunto Dr. Marco Pagella adhirió a la postura de la fiscal y argumentó que no había pruebas suficientes para imputar a Márquez, por lo que era adecuado sobreseerlo. Dos días después, el 10 de septiembre, la Jueza de Garantías Rosa Fende dejó constancia de su disconformidad acerca del sobreseimiento de Márquez. El 18 de ese mismo mes la representación de F. apeló la decisión. El 23 de diciembre de 2014, la Cámara de Apelaciones declaró inadmisible el recurso y argumentó que el particular damnificado solo puede apelar en los casos previstos por el Ministerio Público Fiscal y que no tenía facultades para recurrir un sobreseimiento.
El 24 de febrero de 2015, se interpuso un recurso de Casación pero el 26 de mayo de ese año la Sala I del Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires lo rechazó y coincidió en los fundamentos de la Cámara de Apelaciones. El 15 de junio de 2015, la querella interpuso un recurso extraordinario de inaplicabilidad de la Ley y Doctrina Legal y argumentó que los magistrados debieron ejercer un mayor control de legalidad.
El 15 de septiembre, ocho años después de la denuncia, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires rechazó el recurso. El 30 del mismo mes y año la representación de F. interpuso un recurso extraordinario federal. Dos años después, el 14 de septiembre de 2018, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires denegó por inadmisible. El 27 de septiembre de ese año, la querella presentó una queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por el rechazo del recurso anterior. El 24 de febrero de 2022 la Corte Suprema desestimó el recurso de queja y puso fin definitivo al caso.
La niña de entonces está por cumplir la mayoría de edad. Podría litigar por las suyas, en lo que se llaman "Juicios por la Verdad".
Los vaivenes judiciales
Es inexplicable que las autoridades judiciales no le hayan dado entidad a testimonios y peritajes contundentes y como algunos jueces siguieron el mismo camino en consecuencia.
Muchos de ellos son parte de la casta judicial marplatense, algunos miembros del Opus Dei como Márquez, y si bien en principio el acusado no tenía peso político por si mismo (que ahora es relevante) sí tenía contactos poderosos, como su amistad con el genocida Alfredo Astiz.
Nadie se explica como siendo un desocupado y casi indigente pudo contratar a su primera abogada, la doctora María Maschio, a quien le habría pagado miles y miles de dólares por su defensa. ¿De dónde o de quiénes sacó el dinero?
La familia judicial marplatense está traspasada por amistades, silencios y complicidades. Muchos integrantes de diversos juzgados, como varios abogados, son miembros del Opus Dei. Además, muchos de ellos llevan décadas de adhesión a la extrema derecha o tuvieron vinculaciones graves con grupos parapoliciales de los 70 como Gustavo Demarchi que fue, durante décadas, fiscal y luego juez hasta que terminó preso por criminal de delitos de lesa humanidad.
Otro caso resonante de connivencia entre delincuentes y agentes de justicia fue el excamarista Jorge Ferro, involucrado en los nunca resueltos crímenes atribuídos a un supuesto asesino serial llamado "el loco de la ruta".
El exjuez habría utilizado información con la que contaba en razón de su cargo para privilegiar los intereses particulares de los tres coimputados, "menoscabando así los intereses del Estado y poniendo en jaque la correcta administración de justicia", como en su causa indicó la fiscalía y la PROCELAC.
El ahora exjuez de la Corte Suprema de la Provincia, Eduardo Pettigiani, es un hombre histórico de la justicia marplatense, donde como dijimos, todos se conocen. No es demasiado sorprendente, entonces, que algunas de esas decisiones de funcionarios de Justicia pudieran tener que ver con la poca voluntad de escarbar en casos que involucren a alguien de su casta, y que en general son difíciles de tratar, o dolorosos, por lo que sobre todo en esos años, era mejor no verlos ni tratarlos.