El quiebre del PJ dejó vía libre a gobernadores y fortaleció a los libertarios en el interior
La falta de unidad en Chaco, Salta, Jujuy y San Luis debilitó al peronismo, que cayó frente a los oficialismos aliados a la Rosada y, en algunos casos, quedó por detrás de los libertarios. El contraste con 2023 deja una advertencia clara de cara a 2025.
“Todos unidos triunfaremos”, dice la marcha peronista. Pero en Chaco, Salta, Jujuy y San Luis, el Partido Justicialista hizo exactamente lo contrario. La elección provincial de este año dejó una lección escrita con los números: cuando se fragmenta, el peronismo pierde. Ya no es una consigna romántica, es matemática electoral.
Un informe interno que circula entre varios referentes del PJ expuso con crudeza los resultados del internismo feroz que reemplazó a la unidad conseguida detrás de Sergio Massa en 2023. En aquel entonces, las distintas tribus del panperonismo confluyeron bajo una misma fórmula nacional. Pero en estas elecciones, los egos, las diferencias estratégicas y las disputas territoriales desdibujaron cualquier intento de confluencia.
En Chaco, el retroceso fue importante. El peronismo pasó del 43,7% en las generales de 2023 a un 33,7% provincial del domingo pasado. El frente Chaco Merece Más, que lideró Jorge Capitanich, se llevó el 33,49%, pero otras listas dividieron el caudal de votos: Primero Chaco (11,28%), Lealtad Popular (0,9%) y Proyecto Sur (0,6%). ¿El resultado? La alianza entre libertarios y radicales que llevó a Leandro Zdero a la gobernación ganó con el 45,2%. Según el informe, “unidos, el peronismo habría llegado al 46,27% y ganado la provincia”. Pero no lo hicieron.
En Salta, el derrumbe fue escandaloso. De un 37,6% nacional en 2023 a un pobrísimo 7,4% en la contienda local. Aunque el PJ intentó un entendimiento con la Alianza por la Unidad de los Salteños, liderada por Gustavo Sáenz, ninguna expresión justicialista logró imponerse. Vamos Salta! sacó un 7,8%, el Frente Justicialista Salteño 7,4% y el resto de las listas no pasaron el 6%. Mientras tanto, La Libertad Avanza, con lista propia, cosechó un sólido 29,5% y se posicionó como segunda fuerza.
Jujuy tampoco fue la excepción. Allí, el peronismo pasó del 32,3% al 13,7%, dividido entre múltiples sellos: Frente Justicialista (10,8%), Somos Más (3,9%), Primero Jujuy (3,6%), y otras expresiones más pequeñas. La suma total de listas peronistas y afines habría alcanzado el 24,3%, lo suficiente para ganarle a La Libertad Avanza, que consiguió el 21%. Pero esa suma existió solo en los papeles: en la práctica, las divisiones dejaron al peronismo en tercer lugar.
En todos estos casos, el Partido Justicialista Nacional intentó intervenir, sin éxito. Enviaron a Sergio Berni y Luchy Alonso a Salta, y a Aníbal Fernández y Gustavo Menéndez a Jujuy, con la intención de calmar las aguas. Pero ni la rosca de Buenos Aires ni la presencia de figuras nacionales alcanzaron para ordenar el caos interno.
La única excepción fue San Luis, donde la línea alineada al exgobernador Alberto Rodríguez Saá logró sostener la unidad y mejorar su desempeño respecto a 2023. Allí, el Frente Justicialista alcanzó el 30,1% y dejó a los libertarios, que presentaron listas no oficiales, con apenas un 8,2%. Es el único caso donde el peronismo no se fragmentó y, en consecuencia, logró mantenerse competitivo.
El informe, que ya circula entre los armadores del PJ con vistas a las legislativas de 2025, deja una advertencia clarísima: “cuando el peronismo se divide, gana el oficialismo o crecen los libertarios”. La dirigencia sabe que las elecciones nacionales tienden a unificar lo que las provinciales separan. Pero si ese efecto no se sostiene en la próxima disputa legislativa, el retroceso puede volverse estructural.
En los comicios provinciales de este año, los oficialismos que salieron ganadores en las cuatro jurisdicciones —todos con vínculos con la Casa Rosada— se beneficiaron directamente de la disgregación peronista. En tres de ellas, además, los libertarios no solo ganaron protagonismo, sino que superaron al PJ cuando este se presentó dividido. Y ese dato no es simbólico: es un problema de poder.
En el PJ ya comenzaron los primeros movimientos para analizar la estrategia nacional de cara a 2025. Mientras algunos referentes reclaman un congreso partidario urgente, otros apuestan a una reorganización más lenta. Por lo pronto, los datos dejaron al desnudo que la unidad no es solo una consigna: es el único camino para no desaparecer del mapa político en varias provincias del país.