Néstor Kirchner solía decir que para gobernar la Argentina y sostener un proyecto se necesitaban dos cosas básicas: controlar la calle y el dólar. Lo cierto es que el gobierno de la dupla Fernández-Fernández encara a menos de una semana de la elección de medio término un escenario desfavorable cómo pocas veces vio y vivió el peronismo. En los hechos el gobierno no tiene asegurado el dólar, pero asegura que aún domina la calle.

La  realidad parece darle la razón: la brecha cambiaría entre el dólar oficial y el dólar blue que ya supera el 100%, impide fijar expectativas en la economía y se confirma así que la restricción externa (la falta de dólares, para decirlo más claro), en la situación más agobiante de la economía Argentina. Por ahora, el gobierno controla la calle- es decir la paz social- y cuenta para eso con dos aliados inexpugnables a los que ha incorporado a la administración: las organizaciones sociales y el movimiento obrero. 

Así, en el "Teorema de Néstor" Alberto arroja un resultado de empate hegemónico: no logra tranquilizar al dólar pero mantiene en calma a la calle. El problema para el gobierno sin embargo es que eso es necesario pero no suficiente para gobernar los próximos dos años. Dicen quienes conocen a Cristina Kirchner qué siempre imaginó a Alberto Fernández como un presidente de transición. El problema, señalan los pensadores del peronismo, es una transición hacia dónde. Una discusión que comenzará el 15 de noviembre y que de una manera u otra afectará al dólar y a la calle. 

Kicillof, Costa y los cheques de Iguacel 

El arrasador triunfo de Axel Kicillof sobre María Eugenia Vidal durante las PASO de 2019 no permitía pensar qué el hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires se encuentre en un momento de tanta soledad. Y es que la alianza intrínseca que tenía el economista preferido de Cristina con La Cámpora  y algunos intendentes de la provincia de Buenos Aires ya no parece tan fuerte ni tan viva.

En los hechos Kicillof corre también con la misma suerte que la de Alberto. al ser un gobernador de transición. Las razones más importantes para que esto ocurra no serían la pandemia o la crisis económica qué trajo aparejado el coronavirus en la Argentina y el mundo.

En realidad, el estilo de conducción de Kicillof es el que está en crisis. Una muestra del enojo que tienen los intendentes de la provincia de Buenos Aires es lo ocurrido con el intendente de Capitán Sarmiento, Javier Iguacel. Y es que el ex director de vialidad y ex ministro de energía de Mauricio Macri recibió dos semanas antes de las PASO más cheques en blanco para firmar qué muchos de los intendentes de la segunda sección del frente de todos.

Iguacel está investigado por la justicia por haber beneficiado al grupo Socma de la familia Macri por 500 millones de dólares, aumentar tarifas y participar en un fraude millonario contra el Estado. También aparece mencionado en otras causas como la del soterramiento del Sarmiento, espionaje ilegal en el Stornelli-gate, los corredores viales de Dietrich y la venta de IECSA del primo Angelo Calcaterra a Marcelo Mindlin. Alguien a quien Kicillof difícilmente podría considerar un aliado político.

El enojo con el gobernador llega al punto de que muchos intendentes no le reclaman nada y hablan directamente con Juan Manzur o Juanchi Zabaleta. "Augusto Costa es el que le entregó los cheques a Iguacel" afirma un intendente muy enojado con el ministro de Producción de la provincia de Buenos Aires. "Después nos preguntan porque las bases de algunos municipios no le ponen tanta fuerza a la campaña de Tolosa Paz y Gollan. ¿Por qué crees que será?".

La pregunta irónica del Intendente, esconde, tras la mueca de la risa, un gran temor: que las condiciones sociales del país en el último mes de 2021 puedan amenazar relativamente la tranquilidad de la calle en la Argentina. Lo que complicaría definitivamente el teorema de Néstor, el gobierno de Alberto y la vida de todos los argentinos.