La Unión Cívica Radical (UCR) denunció una serie de ataques contra siete de sus comités en distintas partes del país y lanzó un llamado urgente a las autoridades para esclarecer los hechos. Los episodios ocurrieron durante las últimas 48 horas y generaron fuerte preocupación en la conducción nacional del partido.

Cinco de los ataques ocurrieron en La Plata, donde resultaron afectados la Junta Central, ubicada en calle 48 entre 5 y 6, el comité de la Segunda Sección (calle 4 entre 43 y 44), el de la Tercera Sección (7 entre 62 y 63), el de la Quinta Sección (25 y 60) y el de la Octava Sección, en calle 47 entre 22 y 23.

A estos episodios se suman otros dos hechos en el interior del país y en la Capital Federal. En Guaymallén (Mendoza), el Comité Departamental fue blanco de destrozos. Lo mismo ocurrió con un local partidario ubicado en José Bonifacio 2945, en el barrio porteño de Flores, donde se registraron roturas de vidrios.

Desde la UCR también informaron que hubo un ataque contra un espacio de Franja Morada, la agrupación universitaria vinculada al partido, en la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Cuyo.

El clima interno no es nuevo: el partido recordó que meses atrás también había sido vandalizada la sede central de la UCR, con especial daño en la oficina del senador y actual presidente del partido, Martín Lousteau.

En un comunicado oficial, la conducción expresó su “más enérgico repudio a estos actos violentos que atentan contra la convivencia democrática”. Además, exigieron a las autoridades “el esclarecimiento urgente de estos hechos” y convocaron “a todas las fuerzas políticas a proteger la paz social y construir consensos a través del diálogo”.

En 48 horas, siete locales radicales fueron vandalizados y la UCR exige respuestas urgentes

El partido centenario advirtió sobre el deterioro de las condiciones democráticas y señaló que este tipo de episodios no deben naturalizarse. En el mismo texto, remarcaron la necesidad de bajar los niveles de confrontación para evitar que los espacios políticos se transformen en blanco de violencia o amenazas.