La sesión cayó antes de empezar. La Cámara de Diputados no logró este mediodía alcanzar el quórum para debatir una serie de proyectos clave: la suba de las jubilaciones mínimas, una nueva moratoria previsional y la declaración de emergencia por las recientes inundaciones en Zárate y Campana. El número quedó clavado en 124 diputados, lejos de los 129 necesarios. Entre pases de factura internos y ausencias llamativas, los bloques opositores mostraron una vez más sus fracturas, mientras el oficialismo, sin hacer olas, logró sostener el bloqueo gracias al apoyo de aliados parlamentarios y la inacción de varios gobernadores.

La sesión había sido pedida por sectores de Unión por la Patria, la Coalición Cívica, Encuentro Federal y Democracia, pero se pinchó por una disputa tan vieja como vigente: los lugares en la Auditoría General de la Nación (AGN). Según el reparto histórico, una silla es para el oficialismo, otra para la primera minoría —hoy UP— y la tercera para el resto de la oposición. Esa última es la que encendió la mecha. Mario Negri venía pidiendo ese lugar desde hace más de un año, pero Emilio Monzó, con el respaldo de parte de Encuentro Federal, terminó por desbancarlo. El pase de manos reavivó internas y congeló acuerdos que parecían ya cerrados.

Las fracturas no tardaron en materializarse. Algunos diputados que habían firmado el pedido de sesión decidieron no dar quórum, dejando al bloque opositor en offside. A eso se sumó el faltazo de los legisladores que responden al gobernador Martín Llaryora. Tampoco aparecieron Ignacio Aresca ni Carlos Gutiérrez, y en el mismo bloque se ausentó también Ávila.

Del lado de Unión por la Patria, la situación también fue desigual. Aunque Leopoldo Moreau, que venía de una internación, se hizo presente, cuatro diputados de Santiago del Estero y dos de Catamarca pegaron el faltazo. Representantes de La Rioja, que también aspiran a una silla en la AGN, sí asistieron. Pero quedó claro que no todos estaban dispuestos a enfrentarse al Ejecutivo.

Los bloques impulsores tampoco lograron alinearse del todo. Democracia sólo puso 10 de sus 12 bancas, con Jorge Rizzoti y Juan Carlos Polini entre los ausentes (aunque este último apareció después de la caída). Por la UCR, sólo dijo presente Julio Cobos. Del PRO, el único fue Álvaro González, que incluso estaba dispuesto a dar quórum junto a Nicolás Massot, pero aun así no alcanzaba.

Mientras tanto, el oficialismo se mantuvo en silencio, pero activo tras bambalinas. "Si se aprueba cualquier cambio en el sistema previsional, lo vamos a vetar", había advertido el Ejecutivo. No hizo falta. La Libertad Avanza logró mantener la fidelidad de sus socios legislativos y contuvo cualquier fisura. El PRO jugó a fondo para bloquear el avance opositor. Algunos de sus diputados se escondieron detrás de los cortinados y sólo aparecieron para avisarle a Martín Menem que ya habían pasado los 30 minutos reglamentarios.

El resultado fue una sesión fantasma: sin posibilidad de avanzar con los proyectos en carpeta, los bloques presentes se limitaron a dejar constancia de sus posturas en minoría. El clima fue de frustración, pero también de alerta: la oposición mostró su incapacidad para consolidar una mayoría incluso en temas sensibles como las jubilaciones, mientras el oficialismo capitalizó el desconcierto ajeno sin exponerse.

Mientras tanto, el Congreso sigue sin tratar los proyectos que apuntaban a recomponer el poder adquisitivo de los haberes más bajos y a incluir a quienes no llegaron con los aportes. La emergencia en zonas anegadas tampoco tuvo eco legislativo. Y el nombre del caso $Libra, que también iba a ser abordado en comisión, volvió a quedar en el aire, sin responsables designados ni investigación formal en curso.