Marcelo Figuerias adelantó que si “todo sale bien” y se termina el proceso de habilitación de la planta “estaríamos empezando la semana que viene para tener las primeros lotes antes de fin de mes”.

“Si sigue viniendo la materia prima podríamos producir 500 mil dosis por semana. Las primeras vacunas podrían estar a fin de junio”, remarcó el dueño del laboratorio en Radio Mitre.

Consultado por las segundas dosis, el empresario aseguró que “estaríamos empezando por las primeras dosis, la segunda dosis es más compleja. El material para las segundas dosis comienzan a llegar la otra semana”, sentenció.

Además, Figueiras descartó la denuncia de Elisa Carrió sobre los vínculos con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y aseguró que no tuvo nada que ver con el gobierno. “Todo lo que se denuncia forma parte del folclore. La puerta de entrada a Rusia fue por un laboratorio indio con el que trabajamos hace 25 años y no saben quienes son los personajes de la política argentina”, explicó.

Por último, el dueño de Richmond señaló que “la realidad es que el gobierno se enteró después de esto. Nosotros empezamos a desarrollar la tecnología por India y después se lo comunicamos al gobierno”, cerró.

Cómo es el proceso

Este lunes llegará a la Argentina la sustancia activa de la vacuna Sputnik V para que, por primera vez, el país participe en el proceso de producción de la vacuna rusa. Richmond completará el proceso congelando y descongelando el material, preparándolo para que sea inyectable y luego envasándolo en viales (frasquitos) de los que se sacan las dosis para aplicar. También en la Argentina se hará uno de los procesos más complejos: el control de calidad.

 El IFA (Ingrediente Farmacéutico Activo) viene en recipientes especiales llamados criavaults, que contienen unos 15 litros y se trasladan dentro de unos contenedores con paredes de hielo seco para mantener la temperatura a 60 grados bajo cero. Por lo tanto, luego el proceso pasa por congelarlo y descongelarlo posteriormente y se le agregan sustancias que diluyen el IFA y lo hacen inyectable.

Las partidas iniciales vendrán ya filtradas, pero luego hay que hacer el envasado, que es el momento en el que está el peligro de la mayor tasa de contaminación. Si se produce el ingreso de partículas extrañas, todo se invalida. Y el paso final es aún más delicado: el control de calidad. Detectar la limpidez y cualquier problema, ya sea en la tapa como en el vial. También un control microbiológico de la sustancia. El plan es que Richmond vaya sumando cada vez más partes del proceso global de producción, incluyendo a mediano plazo el IFA.