El fin de semana pasada en un estricto off que se publicó en un par de medios nacionales, el gobierno circuló como escenario económico buscando la reconversión de aquellos que no se adapten a los tiempos que corren. Con precisión quirúrgica, la histórica fábrica de Danica en Llavallol fue noticia por “cerrar” sus puertas definitivamente. Algo que se había amenazado hacer en épocas del gobierno de Mauricio Macri con toma de empleados mediante.

Para los que viven en Llavallol, Danica además de emblema e identidad es una referencia. Sobre la calle Asamblea al 300, a cuadras de la plaza principal, a pocos metros del Shopping Portal Lomas que tiene el supermercado Jumbo y apostada sobre una de las arterias diagonales que se conectan con la avenida Antártida Argentina, principal vía terrestre de la localidad. “De la Dánica para allá”, te van a informar si preguntas a algún vecino para ubicar alguna esquina puntual.

Se sabe desde hace años por las calles del barrio que esto podía pasar. La noticia no es nueva y solo es una confirmación de algo que comenzó a transitarse en octubre cuando la empresa del grupo Beltran dio vacaciones para el personal. Las erráticas últimas décadas de la fábrica que abrió sus puertas en 1940 incluye un puente que conecta a un predio adyacente que nunca se terminó de utilizar y que da a una construcción en decadencia.

Golpe al corazón de un barrio: el cierre de Dánica en Llavallol, cambio de época en el conurbano

Historia de la fábrica

En 1963 comenzó el camino de su insignia, la primera margarina vegetal bajo el nombre de Dánica. Años más tarde, ya en la década del '70, saldría la publicidad que la convirtió en un clásico que mantiene vigencia hasta hoy en día. La canción quedó en el imaginario de todo un país y que fue repetida por millones de argentinos: “Danica Dorada era para untar”. 

El primer paso para el final comenzó en 2011, cuando la mayoría accionaria de la empresa fue vendida al grupo brasileño Brasil Foods (BRF). Los rumores de venta y cierre estuvieron latentes desde esa fecha. 

En 2018 la empresa brasileña se desprendió de sus inversiones en la Argentina, en el marco de su plan de reestructuración mundial, la vendió a la firma Avex y su fábrica al grupo cordobés Beltrán. 

El otro “elefante blanco”

Llavallol cuenta con un par de emblemas que configuran la identidad y son referencia de cada uno de sus extremos geográficos. La rotonda donde está Firestone, el semáforo enfrente de Colgate-Palmolive y el monumental edificio abandonado hace años de lo que fuera la cervecería Bieckert, enfrente del colegio Euskal Echea y postal desde la estación de trenes.

El alemán Emilio Bieckert, llegó a Argentina en 1853 como cervecero y se instaló en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Balvanera: siete años después crearía la marca con su nombre. La primera fábrica se montó en Retiro y a principios de 1900 se trasladó a un predio de Llavallol para establecerse definitivamente en 1908. Sería la primera cervecería nacional.

La Bieckert vista desde la estación
La Bieckert vista desde la estación

En los 90, la empresa quedó en manos de un conocido dirigente del fútbol, Francisco Ríos Seoane, quien era presidente de Deportivo Español. Al mismo tiempo, la empresa Quilmes se hacía cargo de la marca y lentamente la fue dejando de lado. Así fue retratado por Mario Pedernera, hijo de un empleado de 40 años en la cervecería al diario lomense La Unión. La caída fue impostergable, el edificio fue maltratado y funcionó como depósito de la cervecera nacional desde esa época. Ahora, dicen, podría terminar en manos del negocio inmobiliario. 

Deportivo Español en los 90
Deportivo Español en los 90

“Nos estamos llenando de elefantes blancos”, sentenció un vecino de la zona cuando este cronista le contó a modo de consulta sobre el cierre de Danica. 

Solitario y final

Ante la llegada de Data Clave a la puerta de la fábrica no hubo posibilidad de conseguir testimonio en el lugar. El único operario activo es un guardia de seguridad que abrió la garita cuando vio la presencia humana y ante la consulta sobre la fecha del cierre se limitó a responder: “no importa”. La ventanilla se volvió a cerrar junto a un cartel que todavía informa los “275 días sin accidentes”.

El frente de la fabrica, cerrado y sin empleados activos
El frente de la fabrica, cerrado y sin empleados activos

No hay movimientos en la que fuera planta principal de Dánica Dorada. No entran ni salen camiones y nadie más que el encargado de custodiar el edificio concurre a la fábrica. “No hay nadie”, fue la respuesta del único empleado presente. Las casas bajas que componen el paisaje reposan en silencio y las chimeneas antes amenazantes descansan hasta nuevo aviso. O hasta siempre.