El politólogo y analista en tendencias sociales, Gustavo Gabriel Bren, dialogó en exclusiva con Data Clave y aportó su visión sobre las problemáticas que se están dando en la región por los efectos del covid-19.

Sostiene que las clases medias están perdiendo "el sueño americano" producto de "los efectos de la globalización". Sin embargo, aparta a la Argentina de la discusión y sostiene que nuestro país "no sufrió la pobreza, sino que la construyó". También dio su opinión sobre el Gobierno y las internas en el Frente de Todos.

Data Clave: ¿En qué contexto estamos a nivel global y cómo repercute para Argentina?

Gustavo Bren: El covid-19 fue un evento disruptivo que surge cada cientos de años en la historia. Considero que hay tres tipos de países que lidiaron de forma diferente en el contexto pre vacuna: los países totalitarios, los desarrollados y los subdesarrollados o en vías de desarrollo. Argentina hace tiempo que está en el tercer sector y no tuvo la capacidad de poder darle a la gente lo necesario para que pueda prescindir de la economía en tiempos de cuarentena. Nuestro país todavía arrastra problemas como la inflación, cosa que en otros países es una discusión saldada. Lamentablemente somos un país poco creíble, donde se gasta más de lo que ingresa y donde ya hay restricciones externas para acceder a créditos internacionales. Hay que mirar muy bien lo que está pasando, porque no es sólo económico el problema, también es social y moral. Hoy el ojo está puesto en la clase media, que todavía no supo decir ‘basta, hasta acá llegamos’.

DC: ¿Cuál es su análisis por la gestión de Alberto Fernández y su Gobierno?

GB: Lo que hubiera sido Alberto Fernández sin la pandemia es algo que nunca lo vamos a saber, porque es contrafáctico. Le tocó bailar con algo muy feo. Podemos analizar, en todo caso, cómo lidiaron con la pandemia. En un principio trató de cuidar la salud y mucha gente se alineó atrás de esa idea. Sin embargo, no supieron detectar que la gente de bajos recursos, a la que no le alcanza con el subsidio, tiene que salir a hacer changas para vivir el día a día. A su vez, la clase media no puede estar constantemente encerrada sin subsidios, más allá de si otorgan créditos o no. Yo creo que aun con estos errores, el Justicialismo sigue siendo el que mejor interpreta las necesidades del primer sector. En parte porque ellos fueron los que contribuyeron a la creación de esta clase social. Las otras alternativas de Gobierno, como el caso del Pro, no supieron interpretar a la sociedad argentina. Pero, a su vez, creo que la sociedad tampoco sabe transmitirle qué es lo que busca políticamente.

DC: Hablando del Justicialismo, Juan Domingo Perón decía que “Argentina es un país politizado, pero sin cultura política...”

GB: Yo creo que Argentina no tiene cultura política, como tampoco hay cultura social. El país está como está porque no tiene contrabalances. Es la sociedad la que tiene que decirle al Gobierno su posicionamiento político. Y no hablo sólo del voto, porque esa es la legitimidad de origen, pero después está la legitimidad de gestión. La sociedad nunca supo decir ‘basta, hasta acá sí y hasta acá no’. Y el argentino es muy individualista, entonces tiende a salvarse solo, dejando así que se dañe el tejido social. Para resumirte: en Argentina primero se rompió el pacto político, después el económico con el Rodrigazo en la década del 70, luego hubo una ruptura del pacto social en los 90, y ahora hay una fragmentación del pacto moral. Es difícil ver el futuro en un país que sin guerras pasó de no tener pobreza a tener índices del 50%.

DC: ¿Cuál es su análisis sobre la coalición Frente de Todos?

GB: En la disciplina política solemos decir que las coaliciones, en un sistema que no es parlamentario, es como ponerse un zapato izquierdo en el pie derecho y un zapato derecho en el pie izquierdo, caminar y tratar de no tener callos. Es imposible. Las coaliciones de los países parlamentarios se juntan cuando se sabe cuánto porcentaje sacó cada partido político. ¿Acá cuántos votos sacó Sergio Massa? No lo sabemos. ¿Cuántos votos positivos implicó la candidatura de Alberto Fernández? Tampoco lo tenemos claro. Lo único que sí se sabe es que Cristina (Kirchner) aportó el 35% de su núcleo duro. Entonces es normal que la que mande sea ella, porque es la única que sabe que tiene una cantidad de votos reales.

DC: ¿Cristina hoy es una socia mayoritaria de la coalición? ¿O está atada a las decisiones de Alberto?

GB: El político normalmente funciona con mediciones de encuestas. Cuando se dieron cuenta de que estaban perdiendo gran parte del voto moderado, Cristina retrocedió y ahora apunta a mantener sus votos en la Provincia de Buenos Aires. Las últimas medidas se tomaron en función de ese núcleo duro. El relato es ese: “tenemos que proteger a los más vulnerables”. Y a mí me parece bien, nadie va a estar en contra de eso, pero tampoco hay que desproteger a los que pueden generarle trabajo a los vulnerables. Sino vamos a tener un sello en la cabeza que diga “eternamente subsidiados”. Unos quieren gobernar para un sector postergado y el otro para un sector no postergado, olvidándose de que hay pobres. Esa es la grieta, no hay un consenso político.

DC: ¿Cuáles son las virtudes y cuáles son los defectos?

GB: Creo que el Frente de Todos interpreta mejor que cualquier sector político a los sectores postergados. El problema es que no utilizan bien las herramientas para sacar a la gente de esa postergación. De alguna forma es como que la interpretan para cooptar sus votos. No veo después muchas más virtudes, como tampoco los veo de los otros sectores de la oposición. Hace 70 años que venimos en un tobogán descendente, esto no es de ahora.

Foto prensa: Gloria Onacht
Foto prensa: Gloria Onacht

DC: ¿La mirada de Cristina Kirchner perjudica el acercamiento con empresarios? Alberto Fernández fue muy crítico con ellos en este último tiempo…

GB: Alberto Fernández es una persona sumamente capaz que supo tejer muchas campañas políticas. Pero al verdadero Alberto Fernández no pudimos verlo, porque el efecto de la pandemia fue determinante. Yo no puedo pensar cómo hubiera sido su Gobierno sin la pandemia. Sí sé que las encuestas son negativas, y que por ende la posta de las decisiones las terminó tomando Cristina. Es el instinto de supervivencia de los animales políticos. Ella está pensando en eso.

DC: ¿Los animales políticos son Cristina y Mauricio Macri?

GB: Yo creo que ellos son dos dinosaurios políticos. El gran problema de la política argentina es que los nombres son los mismos. Hay gobernadores que están hace 30 años, hay diputados que son hijos o nietos de otros. Es como que hay una casta que se protege entre sí y que no da lugar a la renovación.

DC: ¿Ellos igual se necesitan para sobrevivir?

GB: Yo creo que ellos van tirando sin medir consecuencias. Yo para explicar la política suelo decir que de chico jugaba con  un elástico, donde lo estiraba hasta que se rompió y me lastimé. Parece que los políticos nunca jugaron con un elástico, porque no saben hasta dónde pueden tirar y terminan tirando mucho más de lo que puede aguantar. Ese síntoma se vio en Colombia, donde en plena pandemia quisieron aumentar impuestos; o en Chile, que en pre pandemia salieron estudiantes a las calles para protestar contra el aumento de los transportes. Las clases medias están perdiendo el famoso ‘sueño americano’ (el modelo aspiracional de la población de los Estados Unidos) por los efectos de la globalización. Uno tiene una obra social y por los costos tiene que pasarse a una más barata, o tiene un hijo en una escuela privada y los tiene que pasar a otra parroquial.

DC: ¿Se están diluyendo las clases medias en la Región?

GB: Tiene muchas explicaciones, pero la discusión se centra en Estados Unidos. Cuando ellos decidieron, por avaricia y sin visión geopolítica, que sus empresas se desarrollaran en China, desmantelando así sus fábricas, lugares como Ohio (cuna de Ford, Chevrolet y Dodge) se convirtieron en ciudades fantasmas. Toda esa población, a lo largo de los años, terminó quedando marginada y se terminó eligiendo a un líder mesiánico como Donald Trump. Y lo siguieron a tal punto de invadir el Capitolio. Si eso lo llevamos a Latinoamérica, vemos que siempre fue cíclica. Tenemos décadas pérdidas y ganadas, pero en el fondo, salvo Argentina, son países que estructuralmente tuvieron mucha pobreza. Argentina lo que hizo fue construir pobreza, que fue diferente. En una época el mundo necesitaba básicamente productos agrícolas ganaderos, y nosotros teníamos todo. Después vino la Revolución Industrial y muchos países pos Segunda Guerra Mundial entraron de forma pesadísima. Argentina lo hizo pero solamente a través de una revolución industrial metal mecánica, muy suave en términos geopolíticos. Hoy Argentina está intercambiando soja por paragolpes de autos, porque no se fabrican más en el país. Todo lo que exportamos no tiene valor agregado, y esas son decisiones políticas.

DC: ¿Cómo están las encuestas de cara a las PASO?

GB: Lo que pasa es que las encuestas son “dime quién las hace y te diré qué números dan”. Si la encarga el oficialismo, va a ser diferente a lo que tome la oposición. El Gobierno habla de una situación extraordinaria que requieren medidas extraordinarias. Entonces, ante situaciones que son delicadas, ¿por qué no convocaron a un referéndum? Que la gente sea la que tome las decisiones, que participe y decida qué tipo de medidas quieren. No tiene que haber un relato omnipotente ni que se crea que la política tiene la verdad revelada, porque es un evento disruptivo que nadie sabe administrar. Entonces que haga un referéndum popular, donde se muestren costos y beneficios y que se decida.

DC: ¿Hay expectativas de los empresarios de cara a las elecciones? Es decir, ¿ven en Juntos por el Cambio una opción seria? Los jugadores parecen ser los mismos que los de 2015…

GB: Voy a ser un poquito grosero al respecto. Yo creo que en la oposición están discutiendo a ver quién la está teniendo más larga. No están teniendo una buena lectura. Y lo segundo, aunque ellos tengan posibilidades de ganar, no van a tener garantizada la gobernabilidad. Los problemas son tan graves que no son de fácil resolución. A la política le interesa ganar solamente, no les interesa trascender.