Willy Kohan sale del estudio de Radio Mitre y recibe otro llamado de un empresario enojado por el aporte solidario que aprobó Diputados la última semana. Corta el llamado y un oyente lo para, le invita un café y, ante la buena predisposición del periodista y analista económico, arranca con la catarata de preguntas: cómo continuará la agenda tributaria del Gobierno, cómo está la relación entre el presidente y la vicepresidenta y qué significa la nominación de Janet Yellen en la secretaría del Tesoro en Estados Unidos, entre otras dudas que despejó Willy.

Al irse el oyente, Willy lo llama y le dice, otra vez: "La aceleración inflacionaria es el problema más severo que enfrenta hoy el Gobierno".

- Willy, ¿cómo está el ambiente de los empresarios tras la aprobación del aporte a las grandes fortunas? reavivó el debate sobre una reforma tributaria.

Willy Kohan: A esta altura del partido, el impuesto llamado “a las grandes fortunas”, lo que puede convertirse en la duplicación del impuesto a los bienes personales en forma permanente, es el final o la continuidad de una saga de aumento de la presión impositiva desde la fecha de asunción del gobierno del presidente Alberto Fernández. Ha trascendido y se ha publicado en los medios la lista de los 14 impuestos que en 11 meses o se aumentaron las alícuotas o se crearon o se ampliaron la base. La “Argentina Impuestolandia” sigue vigente y es en todas las jurisdicciones, a nivel nacional, provincial y municipal, desde el impuesto al viento, a la hectárea, a los consumos en tarjetas de crédito, que ahora también se van a cobrar en la Ciudad Buenos Aires, lo que es el impuesto a los sellos en la Provincia.

-He leído que el ministro Guzmán está redactando un borrador al respecto. ¿Qué se puede esperar de una reforma en este sentido del Gobierno de Todos?

W.K: Se está escuchando que esa reforma impositiva de Guzmán pasaría para el año que viene. A través de la inflación o del aumento sistemático de los impuestos o de ambas cosas, el déficit fiscal de la Argentina se va a seguir financiando con un ajuste sobre parte del sector privado y eso augura una economía complicada para reactivarse, para que lleguen inversiones, muy poco competitiva, que genera mayor inflación, mayores expectativas de devaluación, un círculo vicioso no del todo favorable. Lo que se puede esperar ahora es una tregua con los impuestos, salvo que en la negociación con el Fondo Monetario las exigencias de reducir el déficit fiscal sean tan significativas que siempre es tentador acelerar el ritmo de la devaluación y aumentar eventualmente algún puntito las retenciones, sobre todo si al mismo tiempo se sigue consolidando un escenario de precios internacionales para la soja en los niveles que lo estamos viendo que algunos lo pronostican, eventualmente entre US$450-US$500 la tonelada. Si eso fuera así, puede ser algún manotazo más al sector agropecuario para cerrar una reducción de déficit que permita aceitar el acuerdo con el Fondo.

- ¿Qué dejaron las reuniones con la misión del FMI, Willy? Da la sensación que todo marcha bien, ¿no?

W: La vista de los técnicos del Fondo a la Argentina, en alguna medida, puso en blanco sobre negro lo que más o menos todos sabían: que Argentina tiene un camino dificilísimo que recorrer el año que viene, que no tiene reservas, que no tiene capacidad de financiar el déficit, y que necesita decisiones políticas muy significativas y severas para evitar que se profundice una corrida cambiaria y que se corra el riesgo de ir a un colapso financiero. Me parece que la misión del Fondo se fue de la Argentina con las mismas preguntas que tenemos todos. Si Martín Guzmán, o el que sea el ministro de Economía del presidente Alberto Fernández, va a tener el respaldo político de toda la coalición del gobierno, y particularmente de los sectores de izquierda que se identifican más con Cristina, para cometer el ajuste que se necesita para evitar que estalle un proceso inflacionario mucho más severo, que afecte la gobernabilidad y que ponga en riesgo el triunfo del gobierno en las elecciones del año que viene. El problema no es arreglar o no con el Fondo; acá el problema es que se necesita frenar la inflación. Para eso, hay que frenar la emisión monetaria, bajar el déficit, recomponer la confianza en el mundo económico y eso lo necesita la Argentina y el gobierno para enfrentar el año electoral que se le viene. No me queda tan claro de que las cosas marchen bien. Hay un gran signo de interrogación por eso la brecha cambiaria está donde está, por eso el dólar financiero vale $150 contra el oficial que vale $80, las expectativas de devaluación siguen muy altas, la tasa de interés que tiene que pagar el gobierno para que la gente no vaya al dólar es cada vez más alta. La situación está bastante opinada en términos de si el gobierno va a tener la capacidad, la voluntad y la pericia para hacer el ajuste fiscal que se necesita después de la explosión de déficit y emisión monetaria del año de la pandemia.

- Se esperan meses de inflación alta para noviembre y diciembre. Luego habrá un descongelamiento de los precios de alimentos, también de las tarifas de energía eléctrica y gas. ¿Qué se puede esperar para la primera parte del 2021 respecto a este indicador, que tanto le preocupa a nuestros bolsillos?

W: La inflación y la aceleración inflacionaria es definitivamente el problema más serio que hoy tiene el gobierno y que significa las consecuencias del desajuste profundo en términos fiscales y monetarios que ha dejado que el año de las cuarentenas, la pandemia y tener que financiar un déficit fiscal gigantesco, prácticamente duplicando la cantidad de dinero en la economía con una emisión monetaria a un ritmo de $200 mil millones por mes. Todo eso generó primero la corrida sobre el tipo de cambio y ahí vimos la inflación en el precio del dólar financiero y todo eso se va trasladando a la inflación en los precios reales de la economía, con la contención que tienen los precios máximos, los precios regulados y congelados de las tarifas públicas, el transporte, parte del combustible, que de alguna manera se va flexibilizando pero siempre es menos que la inflación. La aceleración inflacionaria es el problema más severo porque aumenta las expectativas de devaluación, no permite bajar la tasa de interés, paraliza las decisiones económicas. Estamos viendo un escenario en el cual los precios libres están volando: los costos de la construcción arriba de 7%, la inflación de la canasta básica casi en 50% según datos oficiales, carnes, frutas, verduras a un ritmo del 5-7% de inflación mensual. Si el gobierno no logra administrar el ajuste económico, toda esa inflación se irá acumulando y tarde o temprano tendremos otra vez algún saltito en los tipos de cambio financiero. Parte del ajuste fiscal que necesita el gobierno es para frenar la escalada inflacionaria. Ahí hay un problema.

-¿Cuáles son los desafíos de Alberto, Willy?

W.K: Alberto Fernández se encuentra en parte con los problemas que se encontró Mauricio Macri y mucho peor: sin reservas, con mayor desconfianza, sin apoyo internacional, con la sombra de Cristina. Tiene que enfrentar su propia responsabilidad, pero la realidad es que el hombre está parado en una encrucijada muy complicada, con una situación socioeconómica prácticamente explosiva, donde sincerar parte de la devaluación significa un shock de pobreza todavía mayor al que hoy golpea durísimamente a toda la Argentina.

- ¿Qué sensación hay entre los hombres de negocios respecto al clima político? Las diferencias entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández, por caso.

W.K: Mirando el escenario político y la relación conflictiva entre el Presidente y Cristina, y viéndolo estrictamente desde el punto de vista económico, lo que más interesa es saber si finalmente el poder político que representa Cristina dentro de la coalición de alguna manera va a significar, como ha sido hasta ahora un límite y una marcada de cancha muy fuerte respecto del modelo económico, el clima de negocios, el rol del Estado, el aumento de la presión impositiva, el elenco económico. Hoy hay dudas muy razonables respecto de si todo ese bloque político va a respaldar el ajuste económico que se necesita para evitar un estallido inflacionario y devaluatorio. Eso va a estar permanentemente arriba de la mesa. Por un lado, se necesita reducir los subsidios con los aumentos de tarifas, pero el secretario de Energía (un soldado de Cristian y Máximo Kirchner), Darío Martínez, dice que las tarifas van a aumentar solamente para los que las puedan pagar y, siempre y cuando, no aumenten más que los salarios y que los que habían recibido IFE no van a tener aumento de tarifa. Todo muy justificado, pero eso significa que el volumen de subsidio y de emisión monetaria va a tener que continuar. Lo mismo, se anuncia que se acaba el IFE, pero hay un bono de fin de año. Todo eso va a generar ruidos y desde luego que el financiamiento a la provincia de Buenos Aires es un barril sin fondos, que Alberto Fernández no va a poder dejar de firmar esos cheques. Con lo cual, la influencia política de Cristina en el gobierno de Alberto es muy significativa y, en general, representa señales y políticas que van en contra de la libertad de los mercados, de la rentabilidad de las empresas. El último caso, nada menos, que el impuesto Máximo, no solamente a todo el sector económico y productivo y las supuestas grandes fortunas, sino también la ley del Fuego, que es una especie de vendetta contra los productores agropecuarios, incluso hasta los pequeños chacareros. Allí hay un escenario donde la política ha metido y seguirá metiendo mucho ruido a la gestión de Alberto Fernández.

- Willy, vayamos a la rosca política. ¿Hoy lo central parece estar en la reforma del Ministerio Público Fiscal, no? ¿Qué está en juego ahí?

W.K: El intento de facilitar el nombramiento y la remoción del jefe de los fiscales a través de mayorías simples y no calificadas en el Senado es un escalón más en todo un proceso de mayor dominio de la política sobre la Justicia. Proceso que no es nuevo y que se ha venido a consolidando en los últimos años y que conspira contra la calidad institucional y en términos socioeconómicos tiene sus consecuencias. Estamos viendo este triste final de Donald Trump en los Estados Unidos. Finalmente, más allá de todo el circo y las amenazas, ni la cotización del dólar, ni la cotización de las acciones norteamericanas en Wall Street, todo lo contrario, tuvieorn ninguna duda de que en los Estados Unidos se respeta la ley y la constitución. Por más amenazas que pueda hacer un tal Donald Trump, todos sabían que tarde o temprano, el hombre a la manera que fuera iba a decir, “bueno muy bien, empieza la transición, seguiré peleando en las calles”, que se verá, por supuesto. Será parte de la política norteamericana. Pero lo que es importante entender es por qué la gente compra tanto dólares en los últimos 200 años en todo el mundo. Porque se cumple la Constitución, nadie está por encima de la Ley. Mucho menos un tal Donald Trump. En alguna medida, la Argentina, desde el fondo de su historia, es un país flojito de papeles, donde las leyes se cambian, donde las mayorías circunstanciales de la política imponen cambios muy profundos en los derechos y garantías que respaldan y protegen la propiedad privada, la rentabilidad de las inversiones, el libre comercio. Todo eso se paga destruyendo la moneda, el ahorro interno (por eso los argentinos ahorran en el exterior), porque sin instituciones no hay inversiones. Lamentablemente, toda esta movida se enmarca en una más que hemos vivido a lo largo de la democracia, de cómo la dirigencia política, la casta política, los acuerdos políticos, terminan siendo para dominar al poder judicial y poder garantizar un alto grado de impunidad para quienes ejercen el poder. Es una muy mala noticia, pero ninguna novedad.

- ¿Cómo ve el nombramiento de Janet Yellen como secretaria del Tesoro de Estados Unidos?

W.K: La designación de Janet Yellen como secretaria del Tesoro ha sido una noticia muy celebrada en todo el ambiente financiero porque se estima que es una keynesiana moderna y responsable. De hecho cuando se fue Yellen en el 2018, el mundo creyó que se venía la noche. Eso lo sufrió mucho la Argentina y un tal Mauricio Macri, a quien se le cerró la canilla del crédito y a partir de allí empezó de alguna manera la corrida que terminó sepultando sus aspiraciones de reelección. Yellen es una pro estímulos. Se supone que si el Congreso de Estados Unidos va a tener alguna flexibilidad para Biden, eso va a garantizar fuertes paquetes de estímulos para las empresas, para los desempleados, para el consumo. Eso por supuesto, va a debilitar el dólar (los argentinos sabemos lo que pasa cuando se emite). Para la Argentina son grandes noticias. Además, Yellen es una mujer que estuvo en la reserva federal en los tiempos de Cristina y en los de Mauricio, así que nos conoce bastante bien. Por supuesto, sus prioridades hoy no están en la Argentina. Pero podríamos decir que es una persona de billetera fácil y no parece alguien que se vaya a negar o poner trabas a las negociaciones que pueda hacer Argentina con el FMI. Por otra parte, Biden es un hombre que conoce bien la diplomacia norteamericana y la vinculada a Latinoamérica. Diría que se cumple un poco lo que los mercados han estado anticipando estas semanas de un gobierno demócrata, sin todo el poder, no para retroceder en las muy buenas reformas económicas que hizo Donald Trump, pero de alguna manera con un congreso menos trabado y con una economía más abierta, más multilateralismo, menos sanciones que puedan complicar exportaciones argentinas (como las hemos tenido en la era Trump con el biodisel, el acero). En ese sentido, si bien tampoco hay que creer que la prioridad de Estados Unidos es Argentina, las noticias del gabinete de Biden y sobretodo la secretaria del Tesoro han sido correctas, positivas y me parece que los mercados emergentes en general y Argentina en particular han actuado en consecuencia.