“La única solución es generar un ingreso universal para todas las personas que no tienen un ingreso fijo”, dijo Juan Grabois y disparó el debate en medio de una intensa agenda de marchas en la Ciudad de Buenos Aires. Los "cayetanos" tienen clara la salida de los planes y meten presión.

En el gobierno, el debate está instalado y empieza a recorrer los pasillos de los ministerios. El flamante nuevo titular de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, se reunió con el ministro de Economía, Martín Guzmán por este tema. “Yo hablo con Zabaleta y con Guzmán. La asignación universal está en agenda”, anticipó el referente de UTEP en diálogo con Delta 90.3.

“Hay que ir hacia un plan plurianual, que supere los períodos de gobierno, que permita recuperar una matriz productiva, de desarrollo, que permita resolver el problema de la falta de acceso a la vivienda y que eleve los niveles de empleo”, sintetizó Grabois.

El tema se discute al ritmo del presupuesto 2022 que debe enviar Guzmán antes del 15 de septiembre al Congreso. En ese marco, se dio el cónclave de ministros. Según se desprende de trascendidos del palacio de Hacienda, en la cartera económica no termina de convencer la idea. Sostienen un pasaje hacia un refuerzo de los planes de empleo genuino por sobre los de subsistencia y descartan, en principio, el salario básico universal.

Tweet de Juan Zabaleta

Guzmán y Zabaleta dialogaron sobre la necesidad de “asociar la transferencia de ingresos a la capacitación y al trabajo y acordaron seguir trabajando juntos de forma articulada en la agenda común”. La reunión concluyó sin definiciones pero con un trascendido: el ingreso universal no es la primera opción que manejan en el gobierno de Alberto Fernández. Grabois desmiente eso y sostiene que mantiene el diálogo con el gobierno y el tema sigue en debate.

Los bocetos que hacen circular a modo de borrador los movimientos sociales proponen un salario universal cercano a los $20.000 que significaba para el estado un porcentual de 2,9 del PBI. Parte de eso se recupera en consumo haciendo menor el impacto para el Estado. Esto para la cartera económica es sencillamente “inviable”. Además, Cecilia Todesca, vicejefa de gabinete lo había señalado hace una semana, el gobierno “no cuenta con un datos que le indiquen que el ingreso universal sea la solución”.

Otro de los temas que subyace la discusión es el inminente acuerdo con el FMI. Algunas versiones que surgen del interior de la coalición oficialista afirman que ya esta redactado en los términos que negoció Guzmán. Versión algo resistida por los movimientos sociales. “El Fondo nos tiene agarrado de las pelotas. No comparto la decisión del Gobierno de buscar un acuerdo con el Fondo en términos de negociación”, remarcó Grabois. 

Discrecionalidad en el centro de la polémica 

Las imágenes de calles tomadas puso en el centro de la tormenta una vez más a los punteros políticos. Una de las definiciones de esta semana y que empieza a ser parte del debate interno en el Frente de Todos con la salida de Daniel Arroyo del ministerio de Desarrollo Social es el manejo de los planes sociales y a donde van destinados. Con un agotamiento notorio en el sistema, incluso desde los propios movimientos se empieza a cuestionar la cadena generada en la asistencia social. 

“La discrecionalidad que existe es consecuencia no de la bondad o maldad de un dirigente, sino de que hay una enorme demanda de trabajo”, apuntó Grabois. El manejo de los planes de asistencia está en el centro hasta de los propios movimientos. Otro de los puntos que dicen beneficiaria el salario universal es la adjudicación directa sin intermediarios. Evitar la discrecionalidad que perciben los propios líderes piqueteros, como el Potenciar Trabajo, y garantizar un ingreso al trabajo informal o aquellos que no tienen ingresos. 

“A la ventanilla del Ministerio de Desarrollo Social, va desde el más maquiavélico dirigente que juntó 100, 200 personas desesperadas que van a pedir, y genera una intermediación negativa, pero también va hasta el más santo de los curas villeros”, disparó el dirigente social de UTEP.

La presión de los “cayetanos” es clara y se expresa en cada movimiento en las calles: “No se puede ajustar por la parte más delgada del hilo, que son los pobres”. La versión oficial de reemplazar asignaciones por trabajo, para los movimientos sociales es “una verdad de perogrullo”.