Las últimas explosivas declaraciones de Elisa Carrió contra varios dirigentes de Juntos por el Cambio reavivó una interna en la coalición opositora que se trató de desterrar en tanto no funcionara el dispositivo de un Frente de Todos que, tras la designación de Sergio Massa, encontró una cierta calma en cuanto al discurso y el ordenamiento de los dirigentes.

El frente opositor que fue Gobierno entre 2015-2019, a pesar de mantener su estructura originaria con la continuidad de los partidos PRO, Unión Cívica Radical y Coalición Cívica -incorporando también al Peronismo Republicano-, todavía sostiene diferencias que no sanaron durante la gestión de Mauricio Macri y que, por el contrario, se profundizaron en tiempos de ser oposición.

Fueron numerosas las peleas públicas y todavía sigue siendo poco clara cuál es la verdadera identidad de Juntos por el Cambio. No es lo mismo el rol del Estado para macristas y radicales como tampoco es igual el programa económico que pueden presentar tanto filoperonistas como los centroizquierdistas de la Coalición Cívica.

Lo cierto es que las riñas más fuertes en la coalición opositora empezaron en 2021, pocos meses antes de las PASO. Una de las dirigentes que empezó a generar fricción interna fue la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, decidida a retroceder en la provincia de Buenos Aires y para refugiarse en la Capital Federal, decisión que no cayó bien en JxC, pero en especial en el PRO. Esta decisión unilateral de Vidal generó las famosas "fórmulas cruzadas" que impulsó -con bastante éxito- Horacio Rodríguez Larreta, al mudar a Diego Santilli a PBA. El exvicejefe de Gobierno porteño ganó la elección y, además, recibió la bendición para ser el armador de HRL en territorio bonaerense.

Pero esa jugada no fue gratis. Uno de los dirigentes del PRO que pegó el grito en el cielo es el hoy fortalecido Jorge Macri, actual ministro de Gobierno porteño y aspirante a ser el próximo jefe de Gobierno de la Ciudad, en una pelea que tendrá que disputar, posiblemente, con el espacio UCR-Evolución que tendrá a Martín Lousteau como candidato. El primo de Mauricio tuvo que soportar la mudanza de porteños a territorio bonaerense y terminó aceptando bajar su candidatura a diputado, decisión que le valió ganarse la confianza de un Larreta que lo incorporó a su gestión.

Juntos por el Cambio, un polvorín: las eternas peleas entre dirigentes y los amagues de ruptura

Pero además de los enojos internos del PRO, que tuvo como una de las perdedoras a Patricia Bullrich, el enojo apareció por parte de la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, que pedían instalar a sus candidatos y competir. El tercer espacio intentó, sin éxito, instalar a Elisa Carrió como "la candidata del consenso", mientras que la UCR se mostró fortalecida al instalar a Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires, pese a que terminó perdiendo en manos de Santilli.

En cuanto a Manes, el resultado de las PASO significó un antes y un después para el radicalismo. La irrupción del neurocientífico envalentonó a otros, en especial a los de la Capital, donde se generó una especie de mancha venenosa de recambio que inició en la Ciudad de Buenos Aires y que intentó expandirse al interior del país. Eso produjo una fuerte pelea entre UCR-Evolución y la tradicional UCR, que por entonces tenía como líderes al jefe de bloque en Diputados, Mario Negri y a Gerardo Morales, hoy titular del Comité Nacional del radicalismo. Por su parte, UCR-Evolución decidió conformar un nuevo bloque del partido centenario y el mismo es liderado por el cordobés Rodrigo de Loredo.

La sinergia entre tradicionales y renovadores hasta ahora no trajo buenos resultados, al menos en el Congreso. Uno de los últimos cruces fue cuando el diputado nacional del segundo espacio, el puntano Alejandro Cacace, propuso dolarizar la economía. Esto generó el repudio del Comité Nacional y terminó con un Gerardo Morales saliendo a descuartizar públicamente al legislador, acusándolo de tener ideas "payasescas" y "estúpidas".

Justamente Morales es uno de los dirigentes que más tensiona la relación con sus socios de Juntos por el Cambio. Desde su entorno, por el contrario, dicen que es el único dirigente que se anima a confrontar las "imposiciones" de otros sectores de la coalición, en especial cuando se habla de candidatos y programas económicos. Eso quedó expuesto en una caliente pelea que se dio en una Mesa Nacional de JxC que se llevó a cabo en abril. Por ese entonces, una parte de la oposición buscaba incluir en el espacio al disruptivo Javier Milei, que todavía sigue siendo el sueño de muchos macristas de pura cepa.

Morales fue uno de los dirigentes que se encargó públicamente de aclarar que "no había lugar" para Milei en Juntos por el Cambio. De hecho, el radicalismo llegó a poner en duda su continuidad en la coalición en caso de que se fuese a dar la inclusión del economista libertario. Mauricio Macri, uno de los que todavía pelea por tenerlo adentro, llegó a ser acusado por Morales de propinarle "operaciones de prensa" para desprestigiarlo. En concreto, lo acusó de "arreglar" con Sergio Massa para que Roxana Reyes pasara a ocupar una silla en el Consejo de la Magistratura, críticas que hace poco también utilizó la propia Elisa Carrió.

Mauricio Macri y Gerardo Morales, una relación difícil de sobrellevar en Juntos por el Cambio
Mauricio Macri y Gerardo Morales, una relación difícil de sobrellevar en Juntos por el Cambio

Las peleas internas en Juntos por el Cambio tuvieron un impasse desde el momento en el que el Frente de Todos vivió una salvaje pelea que duró meses y que terminó con las salidas de Matías Kulfas y Martín Guzmán, y que recién lograron dilucidarse con el nombramiento de Massa como "superministro" de Economía. Sin embargo, los reproches en la coalición del frente continuaban de manera subterránea. Además, otros jugadores comenzaron a pedir pista, como el caso de la reaparición de Macri por los barrios del Conurbano bonaerense y sus recorridas federales, la últimas de ellas en Rosario.

La reaparición de Macri es algo que enloquece a Morales. Estos dos dirigentes de peso tuvieron varios rounds públicos. Luego del cruce en la Mesa Nacional de JxC, el expresidente dijo en Brasil que Hipólito Irigoyen fue el "primer populista" de la Argentina, incluso anterior a Juan Domingo Perón. El gobernador de Jujuy, sin consultarlo con su tropa, lanzó un drástico comunicado contra Macri y le dijo que, si quería romper con Juntos por el Cambio para irse con Milei, lo mejor es decirlo.

Macri no fue el único acusado de querer incluir al economista libertario. La primera de todas fue Patricia Bullrich, que combatió a los referentes de la Mesa Nacional cuando se publicó aquel comunicado que mencionaba que en JxC no había lugar para Javier Milei. La exministra, públicamente, dijo que fue "inconsulta" de esa decisión y que esa alianza "debía discutirse" más a fondo.

Juntos por el Cambio, un polvorín: las eternas peleas entre dirigentes y los amagues de ruptura

La inclusión de Milei y José Luis Espert sigue siendo tema de discusión en Juntos por el Cambio. Es más, muchos dirigentes se sienten más cómodos con el discurso de Milei que el que pueda manifestar Elisa Carrió, de momento el espacio más "progresista" de Juntos por el Cambio.

'Lilita' fue la dirigente que generó un ruido fenomenal en estas últimas dos semanas. Con nombre y apellido, la exdiputada acusó a varios dirigentes opositores de tener una relación estrecha y hasta de amistad con Sergio Massa. En la volteada, cayeron Emilio Monzó, Rogelio Frigerio, Morales, Cristian Ritondo y Diego Santilli, entre otros.

La respuesta de Juntos por el Cambio fue contundente y tanto macristas como radicales salieron a cruzar a la exdiputada. Transcurrida la tormenta, los accionistas de la coalición aseguran que la discusión "forma parte del pasado".

En concreto, Juntos por el Cambio presentó numerosas peleas en lo que va de la gestión Alberto Fernández y todavía no se ve claro cuál es la impronta que quieren darle a una coalición opositora que ya gobernó en el pasado y que terminó sufriendo en la gestión los mismos cortocircuitos que hoy muestran en el discurso público. ¿Encontrarán un punto de consenso para sobrevivir que no sea echarle la culpa al kirchnerismo de todos los males de la Argentina?