La Confederación General del Trabajo (CGT) llega al tercer paro nacional contra Javier Milei con una fractura interna que ya nadie intenta disimular. Aunque el triunvirato de mando —Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello— comunicó que la medida se decidió de forma unánime, el detrás de escena muestra lo contrario: algunos de los jefes sindicales más influyentes decidieron no adherir, otros se ausentaron de las reuniones previas y varios ya están pensando más en el reemplazo de autoridades que en el reclamo mismo.

El caso más visible es el de Luis Barrionuevo , que se desmarcó del paro con una frase directa: “No estoy de acuerdo porque no hubo una reunión formal. Solo lo comunicó el vocero Daer”. El líder gastronómico mantiene un vínculo activo con funcionarios del oficialismo libertario y su rechazo dejó en evidencia la falta de consenso real. Lo curioso es que su representante en la conducción cegetista, Argentino Geneiro, decidió acompañar la medida, lo que también muestra la confusión interna que atraviesa el espacio.

Algo parecido sucedió con Armando Cavalieri, el eterno jefe del gremio de Comercio, que simplemente se borró de todas las reuniones. Sin confrontar abiertamente, eligió el silencio para expresar su negativa. Desde hace tiempo, Cavalieri evita los choques con el Gobierno y su postura generó tensiones dentro del gremio que lidera desde 1986. Lo mismo aplica para Roberto Fernández, de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), quien se negó a sumarse argumentando que “respetará la conciliación obligatoria” y se negó a tensar su relación con la Casa Rosada, que le transfirió subsidios millonarios para contener el precio del boleto en el AMBA.

En este contexto, el paro encuentra respaldo parcial. Héctor Daer, que lidera el sector de Sanidad y tiene aspiraciones de seguir al frente de la CGT, fue quien más impulsó la medida. Lo acompañaron Sergio Palazzo, de los bancarios, y Juan Carlos Schmid, del sector portuario, quienes lograron reunir a los gremios con mayor cercanía al kirchnerismo. Por el contrario, referentes como Gerardo Martínez (UOCRA), Hugo Moyano (Camioneros) y Sergio Romero (UDA) optaron por un perfil más medido. Se sumaron por pertenencias orgánicas, pero se vieron reparaciones públicas y algunos, incluso, bajaron sus reclamos salariales tras oficializarse la huelga.

En muchos casos, la cautela tiene explicación. La obra social de la UTA, por ejemplo, está en crisis y la semana pasada fue auditada por la Superintendencia de Servicios de Salud. Dicha institución es administrada por Silvia Antonia Bevk, esposa de Fernández, y tiene varios familiares contratados. Una situación similar enfrenta Moyano, cuya esposa Liliana Zulet gestiona la caja de Camioneros. No es casualidad que acepte una paritaria con aumentos de solo el 1% mensual, mientras en público pide rechazar los techos salariales. Esta vez, el gremio que solía encabezar las protestas eligió jugar al costado.

La interna cegetista también se explica por lo que viene. Entre octubre y noviembre se renuevan las autoridades, y hay varios anotados. Daer quiere continuar, pero Acuña atraviesa problemas de salud y Argüello solo responde a Moyano. Por fuera del triunvirato, suenan nombres como Jorge Sola, dirigente del Seguro con buena relación entre “independientes” y exmoyanistas, o Daniel Vila, de Carga y Descarga, que viene creciendo en influencia gracias a su vínculo con los trabajadores de Mercado Libre. Vila ya logró una victoria judicial clave frente a los Moyano por el encuadramiento sindical.

Mientras tanto, algunos dirigentes ya están pensando en el día después. Hay contactos en marcha con representantes del Grupo de los Seis —la UIA, la Cámara de la Construcción, la Bolsa, los bancos y el campo— para articular una agenda conjunta con el Gobierno. En privado, varios gremialistas se muestran preocupados por la posibilidad de una recesión más profunda tras la suba de aranceles de Estados Unidos, que podría afectar el empleo local. A pesar del paro, el pragmatismo no desaparece: muchos ya prefieren negociar que confrontar.

Informativamente, la Secretaría de Trabajo dictó la conciliación obligatoria en el conflicto que la UTA mantiene con las cámaras empresas del transporte, lo que impide legalmente su adhesión al paro en el AMBA. Sin embargo, Fernández podría convocar a una medida en el interior del país, algo que descartó. Las diferencias gremiales volvieron a quedar expuestas y todo indica que la pelea más intensa será puertas adentro: quién conduce la CGT cuando se vaya el triunvirato.