Tras el conflicto interno que derivó en la salida del ministro de Economía, Martín Guzmán, y la consecuente designación de Silvina Batakis como su reemplazante, la oposición tiene como objetivo principal exponer cómo las diferencias en el ejecutivo impactan de lleno en la cotidianidad.

La estrategia es clara: evidenciar los agujeros del bolsillo interior del Frente de Todos y cómo la puja de poder llevó al país a una situación de inestabilidad, con un dólar cerca de los 280 pesos y la incertidumbre de cómo seguirá el curso de los días tras los cambios.

Claro, para lograr poner la cámara enfrente, desde Juntos saben que tienen que dar todo para generar una aparente unidad. Un maquillaje que permita, en este momento, capitalizar políticamente el desconcierto que generan los movimientos en el oficialismo.

No es fácil. La interna del PRO también es cruenta. Y tiene heridos hacia adentro. Algo similar a lo que sucede en el radicalismo. Pero a una escala completamente más baja. Sin sangre de por medio. Como es habitual, la novela nacional tiene su correlato provincial y, en esa línea, desde un sector del PRO ya esbozaron la idea de volver a dar con la estrategia que los llevó a ser gobierno nacional y bonaerense en 2015.  

"Quiero contarles a todos los bonaerenses que mi compañero de fórmula será Cristian Ritondo. Para mí es un orgullo que un compañero de nuestro equipo como él me acompañe en este nuevo desafío". El 15 de junio de 2015, la entonces precandidata a gobernadora de la Provincia, María Eugenia Vidal, presentaba de esa manera a quien en ese momento se desempeñaba como legislador porteño.

En concreto, los dos buscaban pegar el salto de CABA a la Provincia. La intención de Cambiemos era instalar el modelo de la Ciudad en todo el país. Sin embargo, tres días después todo cambió. El entonces precandidato a presidente por el radicalismo, Ernesto Sanz, habló con su par del partido amarillo, Mauricio Macri, y acordaron la llegada de Daniel Salvador como parte de la fórmula para, de esa forma, evitar la interna bonaerense.

Lo que siguió es historia. Tras una primaria floja, Cambiemos logró ganar la elección gracias al fuego amigo sufrido por el actual ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, de su compañero de gabinete, Julián Domínguez.

El PRO quiere sacar ventaja del daño. “No descarto nada. Pero hoy cada uno mira para su lado. Cuando llegue el momento nos sentaremos no solo con el radicalismo, sino también con los otros partidos que integran Juntos y tomaremos una decisión”, le dice a Data Clave un dirigente que acompañó aquella idea de cruzar los candidatos en 2015.

En 2019, cabe recordar, la estrategia fue la misma. Pero esa vez no funcionó. Cambiemos se maquilló el nombre, pasó llamarse Juntos por el Cambio, pero esta vez no funcionó. El ahora gobernador Axel Kicillof se impuso por 13 puntos y se puso al frente de la Provincia.

Ahora, la postura de un sector de la UCR es otra. Justamente más radical. “Queremos un radicalismo protagonista que luche para solucionar los problemas de los argentinos. Vamos a trabajar para que tener un presidente y un gobernador de la provincia de Buenos Aires radicales”, expresó días atrás el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, quien siempre que tuvo oportunidad cuestionó el rol de la UCR dentro del gobierno de Vidal y lo tildó de servil.

La semana pasada, el presidente del comité provincial, Maxi Abad, se juntó con Ritondo, el candidato de Vidal para la gobernación. Y la foto dejó mucho para contar. Puertas adentro, son varios los que claman por una fórmula cruzada.

Claro, para eso habrá que definir quién irá al frente de cada partido. Luego cuál de los dos sellos más convocantes de la oposición se pone al frente. No parece algo fácil. Pero tanto desde un sector del PRO como de una parte de la UCR no lo descartan por completo. “Dijimos que no a Milei, pero no le dijimos que no a la oportunidad de sacar al kirchnerismo de una vez por todas”, cierran desde el radicalismo.