La Iglesia criticó la agresión y los insultos a Villarruel a la salida de la misa por Francisco
La vicepresidenta fue blanco de cánticos, gritos y agresiones a la salida del homenaje al Papa. Mientras el interior de la basílica respiraba unidad y reconocimiento, afuera la tensión crecía. El arzobispo porteño pidió respeto y cuestionó la violencia: “No entendieron nada.”
La vicepresidenta Victoria Villarruel fue fuertemente repudiada por un grupo de personas al retirarse de la misa en homenaje al Papa Francisco, realizada el lunes 21 por la noche en la Basílica de San José de Flores, el mismo templo donde el pontífice dio sus primeros pasos en la fe católica. Aunque su ingreso transcurrió con tranquilidad, la escena cambió radicalmente a la salida: hubo silbidos, gritos, insultos y hasta un escupitajo que marcaron una jornada que debía estar signada por el reconocimiento.
Entre los gritos que se escucharon, sobresalió el cántico: “¡Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar!”, utilizado habitualmente en manifestaciones vinculadas a la memoria de los crímenes de la última dictadura. También se oyó un seco “¡que se vaya!” y otros insultos dirigidos a la vicepresidenta. El momento fue breve pero tenso. Villarruel fue escoltada rápidamente hasta su vehículo, mientras parte de la multitud mantenía su rechazo con cánticos cargados de fuerte contenido político.
Lo curioso del episodio es que otros dirigentes presentes, como Leandro Santoro, Clara Muzzio o Germán Martínez, no sufrieron la misma reacción. De hecho, minutos antes, Villarruel se había saludado en la ceremonia con figuras como el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, en un gesto que en otro contexto podría haber sido leído como un símbolo de convivencia democrática. Sin embargo, la calle mostraba otra cosa.
“Solo reconocimiento y acompañar al pueblo argentino en el dolor que sentimos por la pérdida de nuestro Santo Padre”, había declarado Villarruel antes de ingresar a la misa. Y agregó: “Todo lo demás lo hablamos en otro momento”. Dentro del templo, reinaba otro clima. Allí, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, trazó una imagen emotiva del pontífice: “Se nos murió el padre de todos, el padre de la humanidad”. Y sumó: “En la Iglesia tiene que haber lugar para todos”.
El contraste fue inevitable. Mientras adentro se predicaba la unidad, afuera crecía el enojo. Hoy por la mañana, García Cuerva repudió los ataques contra la vicepresidenta y fue tajante: “No entendieron nada. Fue muy violento. Incluso hubo un escupitajo. Acabábamos de celebrar una misa de unidad y hacen eso”. Según el arzobispo, “el mejor homenaje al Papa Francisco es optar por la unidad, que no significa pensar igual, pero sí respetarnos”.
En diálogo con Radio con Vos, el arzobispo fue más allá y defendió la figura institucional de Villarruel: “Es una autoridad nacional y es una mujer. Recibió una agresión de un grupo minúsculo. Ese no fue jamás el mensaje del Papa”. El propio García Cuerva, elegido por Francisco para ocupar el cargo de arzobispo porteño, insistió en que el pontífice buscaba tiernos puentes en una sociedad que, como la argentina, está cada vez más fracturada.
La misa por el fallecimiento del Papa Francisco se realizó en el barrio donde nació Jorge Mario Bergoglio, y fue seguida por una multitud que colmó la basílica ubicada sobre Avenida Rivadavia al 6900. El hecho de que Villarruel haya sido la única agredida entre varios referentes de distintas fuerzas políticas dejaron expuestas las heridas abiertas que su figura genera en parte de la sociedad. Su reivindicación de las víctimas de las organizaciones armadas y su mirada crítica sobre los organismos de derechos humanos la han colocado en un lugar incómodo para buena parte del electorado progresista y militante.