Cuando Carlos Rosenkrantz llegó a la presidencia de la Corte Suprema, el escepticismo sobre su gestión reinaba en Tribunales. Tras casi diez años de gestión de Ricardo Lorenzetti, el cambio en la forma de comandar el Máximo Tribunal fue notorio. 

Sin embargo, la presidencia de Rosenkrantz no fue todo lo que, por ejemplo, esperaba Mauricio Macri, en aquél momento a cargo del Ejecutivo Nacional. La famosa “mayoría peronista” le copó la parada y trabó gran parte de las cosas que quiso implementar el flamante presidente. El combo Lorenzetti-Juan Carlos Maqueda-Horacio Rosatti tuvo mayor preponderancia en fallos trascendentales y logró coparle la agenda a un Rosenkrantz que en la mayoría de los fallos importantes votó en soledad y en disidencia.

Desde hace varios meses, los rumores de una vuelta de Lorenzetti circulan no solo en el Palacio de Tribunales sino también en los despachos de la Rosada y de Parque Patricios, oficina de operaciones de Horacio Rodríguez Larreta, que ya tiene su mente en modo presidencial. No hubo desagrado con ello aunque tampoco un entusiasmo desmedido. 

“Los de afuera son de palo”, reflexionan desde una de las vocalías del cuarto piso del Palacio. El proyecto que presentaron Emiliano Yacobiti y Cristian Ritondo para “regular” la presidencia de la Corte fue tildado rápidamente de inconstitucional. En esa presentación (de la que Ritondo ya retiró su firma esta semana), se decía que la presidencia se ordenaría por antigüedad. En este momento, ese lugar lo ostenta Maqueda.

El artículo 113 de la Constitución Nacional fija que la Corte es quien dicta su reglamento interior. Bajo esa interpretación, el proyecto presentado en el Congreso no parece que pueda prosperar. “¿Dónde queda la división de poderes si nos metemos con esto?”, se preguntaba uno de los asesores que suele transitar los pasillos del Consejo de la Magistratura y sus alrededores.

Más allá de los rumores, los votos que importan son solo cinco. Descartada Elena Highton de Nolasco (que se mantiene en bajo perfil luego de lograr su permanencia post 75 años a través de un fallo judicial), la disputa por la presidencia quedaría entre dos candidatos seguros (Lorenzetti y Rosenkrantz) y otros dos que se mantienen en ascuas. Los rumores que le atribuyen a Maqueda un interés por la presidencia fue tildado como “una operación” por residentes en Tribunales. Sobre Rosatti hubo comentarios estas semanas que lo señalaban como el próximo presidente aunque desde el cuarto piso del palacio no quieren jugársela por nada.

De todas formas, lo que ha quedado evidenciado en estos tres años de presidencia de Rosenkrantz es que ese lugar no te garantiza el control del tribunal ni el manejo absoluto de la agenda y las causas. Para que haya presidente, tiene que haber acuerdo entre tres jueces en un mismo sentido.

Diezmada

Esta semana, Axel Kicillof recibió al juez Eduardo Pettigiani, que presentó su renuncia a la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires a partir del 31 de agosto. De esta forma, desde el 1 de septiembre solo habrá cuatro lugares de siete posibles: Luis Genoud, Hilda Kogan, Sergio Torres y Daniel Soria.

El problema radica en la imposibilidad de Kicillof de nombrar a los reemplazantes: el oficialismo no tiene una mayoría en el Senado bonaerense, a lo que se suma que para nombrar a un juez de la Corte necesita si o si los dos tercios de los votos. Una situación similar a la que se mantiene con el procurador general de la Nación ya que el oficialismo a nivel nacional no tiene los votos suficientes en el Senado para lograr su nombramiento.

La situación plantea algo obvio: consenso con la oposición por los lugares. Desde La Plata sostienen que definirán los nombres luego de la elección de noviembre, en parte porque deben analizar candidatos/as y en parte porque esperan mejorar sus números legislativos. La danza de nombres es tan amplia como improbable admiten en los tribunales bonaerenses.

Por ahora, la Corte provincial puede funcionar con cuatro miembros, ya que pueden hacer mayoría con tres votos. Sin embargo, si se presenta alguna causa donde queden dos contra dos, la situación requeriría otra opción: se tendrá que recurrir a un conjuez para definir la cuestión.