-Dios lo quiso. 

Así sentenció Acdel Vilas, apoltronado en un sillón de cuero y con un vaso de wisky en su mano en espera paciente de que se disuelvan las rocas de hielo, mientras recordaba viejos tiempos. Según este general de Brigada fueron los designios divinos los que forjaron su camino, una fuerza del cielo todopoderosa que guió su mano y sus pasos en los setenta y en los montes tucumanos. “No fui yo, fue él”, dicen, como Vilas, los que pretenden liberarse de responsabilidades. El hombre que manejó durante un tiempo la vida y la muerte de miles, el ángel ejecutor, decidió cargar a la cuenta de Dios sus propias deudas.

Hasta diciembre de 1974, había sido un coronel con un destino tranquilo. Simplemente un Director de Enseñanza Superior de Institutos Militares, pero entonces llegó el ascenso tan esperado y recibió las jinetas de general de Brigada. Pocos días después, el 5 de febrero su verano tranquilo terminó cuando Isabel Martínez de Perón firmó el decreto 261/75 que facultaba al Ejército para ejecutar operaciones militares para “neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos” en el monte tucumano en donde, por entonces, un comando del ERP intentaba generar un foco revolucionario sublevando pueblo por pueblo. No fueron más de cien combatientes pero algunas cifras más temerarias hablan hasta de trescientos, la mayoría inexpertos y sin mayor preparación militar.

Los actos-homenaje por el Operativo Independencia, otra reivindicación de los delitos de lesa humanidad

El 9 de febrero de 1975 y al pequeño pueblo de Famaillá, que no llegaba a los 8.000 habitantes, llegaron 1.500 soldados que conformaron el Comando Táctico al mando de Acdel Vilas, tomaron la comisaría como centro de operaciones y la soldadesca se instaló a lo largo de la ruta 38. La población, entonces, quedo rodeada y dentro del territorio militarizado. La única escuela del paraje, que en ese momento estaba en construcción, transformó sus aulas en sitios destinados para la tortura y la detención en lo que fue el primer centro clandestino de detención que marcó el método que luego se aplicaría por centenas durante la dictadura. Por la Escuela de Famaillá pasaron alrededor de 3.000 personas que fueron secuestradas, torturadas, y muchas de ellas desaparecidas y asesinadas. Los números desproporcionados entre combatientes, habitantes, y detenidos en clandestinidad empiezan a darle forma al horror. En la Escuelita de Famaillá pasaron obreros, estudiantes, docentes, militantes sociales y políticos, y hasta familiares que empezaron a buscar a los primeros desaparecidos.

El mayor “trabajo” se hizo bajo las órdenes de Acdel Vilas y a quien había visitado para revistar tropas la mismísima presidenta de la Nación María Estela Martínez. El hombre que pensaba llegar a gobernar la provincia cuando el golpe inminente se consumara vio su frustrada su espera de recompensa porque el 15 de diciembre de 1975 un hombre gigante y con un rostro marcado a hachazos llegó para tomar su puesto, bajo el argumento de que a diferencia de Vilas, él tenía mejor sintonía con el Jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla. Era Domingo Antonio Bussi que, al ver lo que restaba hacer, le dijo a Vilas: “Che, me dejaste todo hecho”.

Muchos años después, y mientras sorbía pequeños tragos de wisky, Vilas le dijo al periodista Hugo Asch: “Mi actuación en Tucumán no había sido del agrado ni del Comandante en Jefe Jorge Rafael Videla, ni del Comandante del III Cuerpo del Ejército, el General de División Luciano Benjamín Menéndez. Las causas no las conozco, aunque las intuyo. Hice todo lo posible por quedar al frente de la Vta Brigada pues sabía que la interrupción del desgobierno justicialista era cuestión de días o a lo sumo de un par de meses y que casi con seguridad -como luego ocurrió- el comandante de la brigada también sería nombrado gobernador de la provincia”.

Vilas fue destinado a Bahía Blanca como segundo comandante del V Cuerpo. Allí volvió a ser noticia a partir de una furiosa cruzada anticomunista que incluyó la exótica acusación de "marxista leninista" a Gustavo Malek, que fuera ministro de Educación del general Agustín Lanusse durante su presidencia de facto. Durante el ejercicio de los juicios por delitos de lesa humanidad, Vilas fue condenado por sus acciones en Bahía Blanca, pero nunca llegó al banquillo por lo hecho en el Operativo Independencia durante su mando, que además de cientos de secuestros y torturas dejó a 77 personas desaparecidas y 14 asesinadas.

Bussi, que entró a sangre y fuego entre otras cosas para justificar el Fondo Económico creado para el financiamiento de la lucha antisubversiva, que en buena medida derivó a su cuenta bancaria personal, instaló el lema: “Tucumán, cuna de la Independencia, sepulcro de la subversión”. Cuando décadas después se iniciaron dos juicios por delitos de lesa humanidad y por el accionar de lo que fue el ensayo de lo que implementarían a partir de marzo de 1976, un testigo dijo: “Yo ejecuté la parte más terrible de la represión ilegal, que era desaparecer los cuerpos, lo cual iba en contra de mis principios religiosos, de mi formación moral, pero lo hice porque estaba consustanciado con el ejército”.  

Los actos-homenaje por el Operativo Independencia, otra reivindicación de los delitos de lesa humanidad

Bussi hacía una performance de coraje, de hombría, de masculinidad: mataba a otras personas frente a los soldados como un modo de escenificar su poderío y su coraje y su capacidad de ejercer personalmente la represión. En marzo del 76 asumió como gobernador interventor de la provincia y se abrió un nuevo capítulo del horror.

Hubo dos juicios de lesa humanidad por los delitos cometidos durante este período. El primero finalizó en 2017 y fueron condenados diez imputados; siete fueron absueltos. La sentencia del segundo impuso tres condenas a prisión perpetua mientras que absolvió a nueve acusados.

Los actos-homenaje por el Operativo Independencia, otra reivindicación de los delitos de lesa humanidad

Conmemoración por los 50 años del Operativo Independencia

Héctor Guillermo Sottovía es un abogado, hijo del vicecomodoro Héctor Sottovía, responsable de la negociación en Inglaterra por la compra de los aviones Camberra que después se usaron en Malvinas. 

Los actos-homenaje por el Operativo Independencia, otra reivindicación de los delitos de lesa humanidad

“Hay que ir cerrando la grieta. Exponer el sufrimiento de las víctimas y transmitir un mensaje de pacificación, sin dejar de contar lo que pasó”, le dijo al diario La Nación. Ese espíritu pacifista no queda tan claro cuando uno mira sus redes sociales y en cuentas que sistemáticamente le cierran. La última y vigente se llama “Bloqueado Sottovía”, precisamente porque ninguna le dura mucho. Y es por el contenido, claro. 

Es que el autor de los libros “Argentina no me olvides, la otra cara de los setenta” y de “Relatos de una guerra no declarada”, en las redes postea frases y fotos de Adolf Hitler, como un ejemplo a seguir en la construcción de una sociedad ordenada. Además, sobre una foto de Abuelas de Plaza de Mayo, escribió “Putas”.

Los actos-homenaje por el Operativo Independencia, otra reivindicación de los delitos de lesa humanidad

Héctor Sottovia se tomó otro trabajo en este tiempo: organizar un homenaje a los hombres del Ejército que participaron del Operativo Independencia y que fueron juzgados y algunos condenados por delitos de lesa humanidad. 

Los actos serán el 8 y 9 de febrero en las ciudades tucumanas de Teniente Berdina -así llamada en memoria de uno de los militares caídos- y en Yerba Buena, donde habrá un desfile. El programa incluye un acto frente a la Casa Histórica de Tucumán, una vigilia en la noche del 8 de febrero

Es evidente que para tamaña organización cuenta con el respaldo del gobierno provincial de Osvaldo Jaldo, como el mismo Sottovía asegura. Por supuesto, invitaron al ministro de Defensa, a las Fuerzas Armadas, y a la vicepresidenta cuyo padre fue parte del Operativo, sin que ninguno de ellos ni las instituciones hayan declarado públicamente si concurrirán. 

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