De diciembre de 2019 a esta parte, 22 intendentes bonaerenses dejaron sus cargos. No es un número menor. Significa el 16.6 por ciento del total. En concreto, uno de cada seis jefes comunales que asumió hace dos años pidió licencia o renunció.

Los motivos difieren. Algunos pasaron a ocupar cargos a Nación (8), otros a Provincia (4), uno a CABA, también están los que ingresaron a la Legislatura bonaerense (6), quienes lo hicieron por motivos de salud (2) y uno que aún mantiene destino incierto.

La gran mayoría de los intendentes que abandonar su lugar, sin contar a aquellos con temas de salud, ni a Alejandro Dichiara (electo en Monte Hermoso en 2019), lo hicieron con un objetivo claro: dejar abierto el pasaje para el 2023, evitar la ley que en la actualidad prohíbe la reelección indefinida y, de paso, sumar experiencia por fuera de su territorio.

Más allá de los intereses personales hay tres casos que llaman la atención. En Merlo, Castelli y San Pedro, los intendentes que pidieron licencia en sus distritos dejaron al mando a un familiar directo. Una práctica que, por habitual, no deja de ser observada. Y es que en el Conurbano los casos de nepotismo abundan.

El primero en cambiar de nombre pero no de apellido fueron los Echarren. Francisco fue convocado por Alexis Guerrera, a cargo del Ministerio de Transporte, en julio pasado para ponerse al frente de la Dirección Nacional de Obras. Su lugar en Castelli fue ocupado por Sebastián, su hermano. 

No es la primera vez que Echarren deja su puesto. En diciembre de 2016 se sumó al gobierno de María Eugenia Vidal como titular de la subsecretaría de Tierras, Urbanismo y Vivienda. Y en ese entonces, también lo reemplazó Sebastián. Por lo que el tándem Echarren ya conoce la dinámica de la política.

El segundo caso de nepotismo se dio en San Pedro, donde el intendente con licencia, Cecilio Salazar, pegó el salto a Nación la semana pasada para integrar el directorio del Belgrano Cargas. Sobre esto, el ahora funcionario nacional aseguró que “no hay un motivo específico en la determinación. Se está hablando que es por la reelección, pero en realidad mi sucesor es Ramón, mi hijo, estoy convencido que va a cumplir una gran función y seguramente se va a enfrentar con la posibilidad de ser reelecto en el 2023”.

Cecilio y Ramón Salazar
Cecilio y Ramón Salazar

En concreto, quien tomó las riendas de San Pedro es Ramón Salazar, su hijo, de 46 años. Abogado de profesión, se desempeñó durante varios años en el área de legales de la Obras Social de Personal Rural y Estibadores de la República (OSPREBA). En los últimos años venía trabajando como Secretario de Coordinación de la Comuna.

El tercer caso se dio a los pocos días con la salida del jefe comunal de Merlo, Gustavo Menéndez, quien pidió licencia para quedar con el pase en su poder, como analogía futbolera, y así negociar algún cargo en Nación o provincia y, de paso, esquivar la ley que prohíbe las reelecciones. Su lugar fue ocupado por Karina Menéndez, su hermana. 

Claro, por ahora se trata de los únicos casos en los que se concretó. Sin embargo, ya son varios los que, en caso de que no se modifique la normativa, buscarán sentar en el sillón municipal a sus familiares. Los casos más conocidos se dan en Salto (con los Alessandro), Ituzaingó (Alberto Descalzo y su hijo), Ezeiza (con los Granados), Pila (con los Walker), San Isidro (la dinastía Posse), Olavarría (con los hermanos Galli), Cañuelas (el matrimonio Arrieta-Fassi) y San Nicolás (los Passaglia).

Como se suele decir, todo queda en familia.