La peor elección del PRO desde su nacimiento político en 2003 dejó una foto que hace apenas algunos años parecía imposible: el macrismo no ganó ni una sola comuna en la Ciudad de Buenos Aires, su cuna política, su refugio en tiempos de tormenta y su principal bastión desde hace dos décadas. Esta vez, Silvia Lospennato fue la cara visible de una campaña que terminó con una cifra humillante: menos del 16% de los votos.

La escena de la derrota se repartió entre rostros conocidos: Mauricio Macri, su primo Jorge —último candidato a jefe de Gobierno porteño— y la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que ofició de jefa de campaña. Ninguno logró evitar el derrumbe. “No trabajamos con bocas de urna”, soltó Vidal intentando desligarse del fiasco. Sus propios compañeros la desmintieron: para las 4 de la tarde ya sabían que todo estaba perdido.

Ni el aparato salvó al macrismo, que perdió hasta el recuerdo de una Ciudad que ya no le pertenece

La magnitud del papelón es difícil de dimensionar. Por primera vez desde 2003, el PRO bajó del 30% en la Ciudad. Su performance fue tan pobre que ni siquiera la suma de todos los ex integrantes de Juntos por el Cambio —Lospennato, Rodríguez Larreta, Paula Oliveto y “Lula” Levy— pudo superar el 29%. Del otro lado, Manuel Adorni (LLA) superó los 30% y se quedó con el primer lugar, mientras que Leandro Santoro, del kirchnerismo, quedó segundo.

El mapa porteño quedó repartido. La Libertad Avanza se impuso en 9 comunas: 1, 2, 6, 7, 10, 11, 12, 13 y 14. En esas zonas están barrios como Recoleta, Palermo, Belgrano, Núñez, Caballito, Flores y Constitución. El kirchnerismo se llevó 6: 3, 4, 5, 8, 9 y 15, incluyendo zonas históricamente populares como La Boca, Almagro, Villa Lugano y Mataderos. La hegemonía PRO se evaporó de un plumazo.

Ni el aparato salvó al macrismo, que perdió hasta el recuerdo de una Ciudad que ya no le pertenece

Lo que ocurrió este domingo es un punto de inflexión. La diputada Lospennato, cuyo pase entre Ciudad y Provincia ya había generado ruido interno, terminó protagonizando una caída libre. Su candidatura, fogoneada por los sectores más cercanos a Mauricio Macri, no prendió. Y las internas, lejos de ordenarse, se profundizaron. “Las idas y vueltas nos hicieron mal”, reconoció un dirigente cercano a Jorge Macri.

La Ciudad fue testigo del crecimiento libertario y del repunte kirchnerista en zonas donde antes dominaba el amarillo. En ese escenario, el PRO quedó atrapado entre dos polos que sí entienden cómo disputar el voto duro. Mientras tanto, los amarillos parecen seguir sin entender que los tiempos cambiaron, y que ya no alcanza con apelar al recuerdo de gestiones pasadas para ganar.

En paralelo, el macrismo deberá enfrentar una Legislatura más fragmentada desde diciembre, con la necesidad de volver a negociar cada proyecto. En eso tiene algo de experiencia: ya ha compartido votaciones clave con el kirchnerismo en años anteriores. Y mientras sigue negociando con el oficialismo nacional por su propio futuro político, el partido fundado por Mauricio Macri quedó expuesto como nunca antes.