La última sesión de la Cámara de Diputados comenzó con un fuerte cruce entre oficialismo y oposición por una cuestión reglamentaria, pero terminó con gritos, insultos y la retirada del recinto de Juntos por el Cambio.

Pero un gesto del presidente de la bancada del Pro de la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, no pasó desapercibido. Cuando la sesión había concluido y mientras se acercaba a la salida del recinto, Ritondo alzó ambas manos e introdujo el dedo índice de una mano en un círculo formado por los dedos índices y pulgar de la mano contraria; su gesto duró un instante, porque rápidamente unió las palmas, como si se despidiera de los oficialistas.

Desde el Frente de Todos no tardaron en cuestionar la actitud del legislador opositor y consideraron que su ademán fue una acción “vulgar” y cargado de “violencia contra la mujer”.

El conflicto siguió escalando y ahora las legisladoras del FdT se unieron para solicitar la expulsión de Ritondo por la causal de “inhabilidad moral sobreviniente” en virtud de las “manifestaciones violentas y degradantes” durante la sesión especial.

La resolución, encabezada por la diputada Mara Brawer, afirma que el diputado del Pro despreció los principios y valores de la Constitución Nacional”, como también le atribuyeron una “clara apología de la violencia sexual”. “Ritondo ha sobrepasado los límites de lo comprensible y aceptable en nuestro Congreso, teniendo en cuenta su investidura y en especial, su rol de conductor de una fuerza política que representa a gran parte de los ciudadanos y ciudadanas argentinas”, añadieron.

Y continuaron: “El dedo índice atravesando un círculo formado por los dedos pulgar e índice responde gestualmente a la simulación de la penetración, expresión que en nuestra cultura tiene una significación clara y compartida: da cuenta de la superioridad de una persona sobre otra imponiendo su deseo sexual de manera intimidante y abusiva. Un mensaje amenazante de violación que si lo traducimos en palabras, quiere decir: te ganamos, no pudiste evitar que te penetremos a la fuerza”.

Para las legisladoras, la situación “es digna de una patota más que de un cuerpo parlamentario elegido por el voto popular”, y cuestionaron: “Los 50 legisladores y legisladoras del PRO en esta Cámara, ¿se sienten representados por este comportamiento violento? El resto de los legisladores y legisladoras que componen el interbloque de Juntos por el Cambio, ¿no van a repudiar sus agresiones?”.

“Nuestro compromiso como representantes del pueblo argentino no consiste sólo en sancionar leyes, sino que además debemos ejercer un mandato sin violencia y con respeto por los derechos humanos”, concluye la presentación.