La derrota en la Ciudad de Buenos Aires sacudió al PRO y dejó al partido amarillo más dividido que nunca. Aunque pareció un punto de quiebre que ordenó algunas piezas internas, también encendió nuevas resistencias. Mientras Cristian Ritondo intenta determinar el acuerdo electoral con Karina Milei en la provincia de Buenos Aires, del otro lado, Jorge Macri y varios aliados se niegan a aceptar sin discutir las condiciones que impone el oficialismo libertario.

El acuerdo con La Libertad Avanza no fluye como algunos en el PRO pensaban. A pesar de que el sector “amarillovioleta” (alineado con los libertarios) tomó el control del partido tras el golpe electoral en CABA, la facción autonomista sigue viva. Jorge Macri, intendentes del conurbano norte y un puñado de macristas puros mantienen la postura de no entregarse tan fácilmente. En el medio de esa pelea interna, el expresidente Mauricio Macri parece resignado, pero no vencido.

La votación por la nueva fórmula jubilatoria dejó expuestas esas diferencias. El bloque del PRO en Diputados se rompió en tres: los de Bullrich y Ritondo votaron en contra, alineados con el Gobierno. Nueve se abstuvieron –entre ellos María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato, del riñón de Macri– y hubo un voto a favor del lado larretista. El mensaje que se deja ver es que no todos están dispuestos a ser soldados de Milei.

La ruptura viene de lejos. Ya en 2023, los senadores macristas apoyaron una mejora para los jubilados que Mauricio Macri luego desautorizó con su respaldo al veto presidencial. En aquel entonces, Luis Juez lideraba el bloque. Ahora que se fue a los brazos de LLA, las líneas internas del PRO se desdibujan aún más. Pero la advertencia de Karina es clara y el que no se alinea queda afuera.

En ese contexto, Ritondo llegó a la última reunión con los libertarios con una propuesta 50-50 para el armado bonaerense. Pero se encontró con una postura inflexible: “Sólo les vamos a dar el 25% de las listas”, le dijeron los emisores de la hermana presidencial según trascendió. La negociación quedó trabada. Y eso sin contar la posible entrada de los radicales, que haría el reparto todavía más ajustado para el PRO.

Mientras tanto, el jefe de Gobierno porteño intenta marcar distancia con la Casa Rosada. Los gestos no faltan: desde el desprecio en el Tedeum, hasta el despido de Antoni Gutiérrez-Rubí, el asesor catalán que fue blanco de los insultos de Milei. El movimiento fue anunciado por Laura Alonso como parte de una prometida reforma del Gabinete, que aún no llegó. Lo que sí se oficializó es un plan de reforma del Estado “más sutil” que el de Federico Sturzenegger, en manos del jefe de Gabinete Gabriel Sánchez Zinny, hombre de confianza del otro Macri, Mauricio.

X de Laura Alonso 🇦🇷

El frente de resistencia también incluye a varios intendentes. La más leal es Soledad Martínez en Vicente López, con línea directa con Jorge Macri. Aunque, incluso allí, el acuerdo no está del todo descartado. Quien sí rompió el silencio fue el jefe comunal de San Nicolás, Santiago Passaglia, que disparó sin filtro: “No es un acuerdo, es un sometimiento. Es una estafa electoral”. Hasta ahora, nadie más se animó a tanto.

Desde el ala más dura del macrismo intentan ponerle presión a Ritondo para que no ceda terreno. Pero lo cierto es que una buena parte del PRO ya se entregó: Diego Santilli, Guillermo Montenegro y otros ven en el pacto con Milei la única vía de supervivencia. Después de la paliza en las urnas porteñas, sienten que ya no tienen margen para dudar. 

Hoy, el PRO se parece más a un rompecabezas mal armado que a un partido con liderazgo claro. La incógnita es qué hará Mauricio Macri, que volvió al país en versión apagada. Ya no levanta la voz contra Milei y se limita a decir, con poca convicción, que “algún día habrá que debatir los excesos antirrepublicanos del Gobierno”. Desde su propio espacio, lo empujan a jubilarse. El problema es que nadie termina de reemplazarlo. Y mientras tanto, el macrismo se sigue deshilachando.