Tras una preocupante seguidilla de crímenes, Nación pone el ojo de nuevo en Rosario
La ciudad atraviesa un arranque de año marcado por el aumento de crímenes. Pese a la baja en 2024, ya se registran 20 homicidios, una cifra que pone en jaque la estrategia de seguridad del gobierno provincial.
La violencia no da tregua en Rosario. Con 20 homicidios en lo que va de enero, la ciudad atraviesa un repunte de crímenes que prende las alarmas en el gobierno de Maximiliano Pullaro. Tras un segundo semestre de 2024 con una baja histórica en los delitos de sangre, los asesinatos volvieron a trepar de manera preocupante: el ritmo de un crimen cada 36 horas marca un escenario que preocupa.
A diferencia de otros momentos críticos, no hay una explicación única para esta escalada. Desde el Ministerio de Seguridad sostienen que no hay nuevos actores en juego ni una modalidad distinta de violencia, sino que los homicidios responden a distintos móviles dispersos en la ciudad. Sin embargo, el contraste con el semestre previo es innegable.
El último asesinato se produjo el miércoles por la noche en Larralde al 1600, en la zona oeste. Un joven fue atacado a tiros y murió en el hospital. En la escena quedaron 14 vainas servidas, un detalle que apunta a una ejecución mafiosa.
El caso de mayor impacto fue el doble homicidio en barrio La Sexta, donde Antonela Echavarría (29) y Marcela Gorosito (55) fueron asesinadas en un presunto ajuste de cuentas vinculado al narcotráfico. Gorosito era madre de un integrante de la banda de René Ungaro, preso en una cárcel federal. En el lugar, los sicarios dejaron una nota con una referencia directa al capo narco. A este hecho se suma el asesinato de Javier Iván Acosta (25), ocurrido en barrio Tablada, una zona que también maneja la estructura de Ungaro.
Entre los 20 homicidios registrados en enero también se cuentan los de Benjamín Mansilla (14), alcanzado por un balazo en un tiroteo en Nuevo Alberdi; Agustín de la Encina, ex broker de seguros vinculado al narcomenudeo, asesinado en la cárcel de Piñero; y Mario "Marito Pino" Fernández, pariente de un histórico jefe de Los Monos, acribillado en la zona sur.
También hubo homicidios en contextos menos relacionados al crimen organizado. A Luis Joaquín Valle (28) lo ejecutaron en la puerta de su casa en Servando Bayo al 1900. Gonzalo Pereyra (27) fue asesinado de un disparo en la cara en la zona norte. A Marcelo Molina (42), secuestrado en Roldán, se lo da por muerto aunque su cuerpo no apareció.
Con 20 asesinatos, este enero ya supera los 17 homicidios registrados en el mismo mes de 2024. Sin embargo, el pico más alto en un inicio de año fue en 2014, 2015 y 2022, con 28 crímenes. La baja de la violencia en 2024 fue significativa, con un total de 90 homicidios en todo el año, un 65% menos que en 2022. Pero la secuencia de este enero genera incertidumbre.
El aumento en los homicidios podría responder a dos factores: la salida en libertad de presos ligados al narco que reconfiguraron el mapa criminal y la caída de algunos líderes de bandas, que provocó nuevos reacomodamientos violentos.
En paralelo, un nombre empieza a resonar en el entramado narco: Brian Walter Bilbao, un prófugo que estuvo vinculado a una organización de narcotráfico con base en Oliveros, donde operaban avionetas para el traslado de cocaína desde Bolivia. Esta semana, tres mensajes con su nombre aparecieron en comercios de la ciudad, una situación que podría estar relacionada con la escalada de violencia.
En Rosario, el desafío es descifrar si esta suba de homicidios es un repunte temporal o el síntoma de una nueva reconfiguración del delito. Por ahora, la incertidumbre persiste y las balas siguen marcando el pulso de la ciudad.