¿Están los pobres abandonando al peronismo? Las elecciones legislativas de 2021, que dejaron al oficialismo con una adhesión a nivel nacional menor al 34%, habilitaron la pregunta que entusiasma a Juntos por el Cambio y preocupa al Frente de Todos.

Pero en los hechos, no parecen ser los más pobres quienes están dejando de apoyar al peronismo, sino la clase media empobrecida: en 2021 uno de cada tres hogares de clase media es pobre, mientras que en 2017 era 1 de cada cinco. Allí pueden comenzar a encontrarse las razones por las que el Frente de Todos está perdiendo votos en todas las provincias que cuentan con clases medias, dando como resultado la “conurbanización” del peronismo. 

La cuenta que hacen los expertos es simple: Juntos por el Cambio recibió 9.864.868  de votos en las elecciones pasadas mientras el Frente de Todos 7.863.112. Es decir que el FdT perdió, de mínima, 4 millones de votos respecto de la elección presidencial de 2019. En aquel comicio, la fórmula Macri-Pichetto había sacado 10.811.586 de votos, en tanto los Fernández-Fernández obtuvieron 12.946.037.

Pero si bien las elecciones presidenciales y las legislativas no tienen el mismo peso para los argentinos (en las presidenciales los votos válidos fueron 26 838 336, mientras que en las  de medio término votaron 23.929.454 personas), la foto de las PASO hizo evidente una realidad que en el Frente de Todos no parecen estar tomando en cuenta como se debe: que las clases medias empobrecidas ya no votan al peronismo y eligen otros candidatos.

Si se superponen los datos de la pobreza en la Argentina con el mapa electoral, la situación se hace evidente: sólo Corrientes y Jujuy, dos provincias gobernadas por la UCR y que tradicionalmente cuentan con clases medias mas exiguas, se salen del mapa (en las dos habían tenido un rotundo triunfo los gobernadores Gerardo Morales y Gustavo Valdes antes de las PASO). En todo el resto del país, en provincias que contaban con clases medias más robustas, el peronismo perdió estrepitosamente (toda la Patagonia, incluida la Pampa, toda la zona núcleo sojera, desde Córdoba, Santa Fe, San Luis, hasta Entre Ríos), a la que se le suma Misiones. Casi todo un país pintado de amarrillo -Cambiemita- o de rojo -UCR- (una pelea que está por darse aún).

Los datos de la caída de la clase media son un indicador de porque perdió el peronismo: durante el cuarto trimestre de 2017, previo a la crisis del gobierno de Macri, solo el 14% de los hogares de clase media era pobre. Ese número más que se duplicó con las crisis de 2018, la de 2019 y la cuarentena de 2020 y, para el primer trimestre, de 2021 (últimos datos disponibles), el 33% de hogares de clase media fueron pobres.  

Los números que señala la consultora Ecolatina son incontrastables. Explican así desde Ecolatina que  “Un hogar ABC1 es típicamente un hogar con un alto nivel educativo, cuyo principal sostén es un empleado en relación de dependencia en un puesto jerárquico que vive solo o en un hogar en el que hay un segundo individuo con ingresos y, en algunos casos, un menor. En el otro extremo del espectro aparecen los hogares D2E, cuyas características son diametralmente opuestas. Hogares con un solo aportante de ingresos, cuyo principal sostén tiene un bajo nivel educativo y su fuente de ingresos es informal e intermitente. Típicamente los hogares C2, C3 y D1 son considerados clase media alta, típica e inferior respectivamente”.  Es decir que durante la pandemia, millones de hogares fueron expulsados de la clase media. En términos futbolísticos y crueles, se fueron de la C de la clase media a la D de la pobreza. Catastrófico y doloroso

En Ecolatina calcularon así cuantos argentinos están en condiciones de descenso social. “Durante el primer semestre del año el 41% de las personas eran pobres, pero en términos de su capacidad de consumo es relevante saber si su ingreso está cerca de la línea de pobreza o lejos. Para analizar cuál es la distancia entre ambas variables calculamos la distribución de personas de acuerdo al diferencial entre ingresos y línea de pobreza del hogar en el que habitan. De esta manera, sabemos que el 2.4% de las personas viven en hogares que apenas tienen un ingreso 5% superior a su línea de pobreza”.

Pero lo que empuja a miles de familias a la pobreza no es solo el desempleo, sino la inflación, que ya supera el 50% anual. Explican en Ecolatina que “un aumento de los precios de 10% aumentaría la pobreza en 6%. Por el contrario, un incremento de los ingresos 10 puntos superior al de los precios reduciría la pobreza en 6%. Los riesgos no son simétricos y, dada la cantidad de precios que mantienen hoy un valor artificial producto de imposiciones del gobierno (productos de consumo masivo, bienes transables que siguen la evolución de un tipo de cambio apreciado, servicios privados cuyo precio está controlado por el gobierno, servicios públicos congelados, etc.), es probable que el diferencial entre ingresos y precios sea negativo una vez que estos controles se levanten.” Es decir, que cuando se vayan los congelamientos, habrá más pobres. Así de simple. 

Es en este contexto que muchos sociólogos que trabajan para el gobierno ya le han dicho a los intelectuales que rodean a Alberto Fernández que en los focus group que hacen para saber lo que piensa el electorado, el rechazo mas fuerte hacia el FdT es entre los hogares C2 y C3. Muchos de ellos, no cobraron el IFE y las ayudas y transferencias directas del gobierno nunca llegaron. Y la mayoría de ellos no residen en el conurbano. 

“En la Argentina hay 19,1 millones de personas pobres y 4,7  millones pasan hambre. El tema es que los niveles actuales de pobreza se mantienen por encima incluso del peor momento de la recesión provocada por la gestión de Cambiemos. El gobierno solo esta llegando a los 4,7 millones que no comen. Y eso se noto en las urnas” explica un consultor que recorre la Casa Rosada asiduamente.

La tragedia de la pobreza, en tanto, no parece que vaya a desaparecer pronto. Como señala el economista y director del Banco Nación, Claudio Lozano “suponiendo un crecimiento anual del 4%, que es la meta del PBI que el Presupuesto Nacional supone para el año 2022 y si consideramos que la recuperación económica vivida desde el segundo trimestre del 2020 al segundo del 2021 nos muestra entonces que, por cada punto de crecimiento del PBI por habitante, la pobreza desciende en 0,63%. Surge que si, se mantiene el actual esquema productivo y sus pautas de distribución del ingreso, el resultado es que nos llevaría 19 años lograr que la pobreza vuelva al 20%, 25 años que baje al 10% y tres décadas eliminarla.” Un cálculo que deprime a oficialismo y oposición. Y que parece cada vez más notarse en las urnas.