Victoria Villarruel volvió al centro de la escena. Mientras el vínculo con Javier Milei atraviesa uno de sus peores momentos, volvió a quedar en el foco por una polémica decisión en el Senado. Mediante el decreto 0306/25, oficializó la designación de Juan Manuel Gestoso Presas como subdirector general de Control de Auditoría y Control de Gestión, un ex militar que tuvo en su haber una causa sensible: la destrucción de material probatorio vinculado a crímenes de lesa humanidad.

Gestoso Presas no es un nombre cualquiera. En 2008, recibió dos libros hallados en el lavadero del Hospital Militar de Salta que contenían registros de nacimientos desde principios de los ‘70 hasta mediados de los ‘90. En lugar de conservarlos o darles un tratamiento judicial, ordenó su quema. El entonces capitán Silvio Manino fingió cumplir con la orden, pero terminó guardando los libros en su casa. Tiempo después, los entregó al Ministerio de Defensa, que conducía Nilda Garré, y se disparó una denuncia penal.

El caso avanzó, aunque no como esperaban los organismos de derechos humanos. En 2014, el Tribunal Oral Federal de Salta consideró que no se trató de un delito de lesa humanidad y sobreseyó a Gestoso Presas por prescripción de la acción penal. Pese a eso, tanto él como el director del hospital, Carlos Tozzeto Arias, fueron pasados a retiro. El episodio sigue generando controversias cada vez que alguno de los protagonistas aparece en escena.

Y esta vez lo hizo de la mano de Villarruel, quien resolvió darle un nuevo cargo en la administración pública. A partir del 1 de junio, será uno de los hombres clave en el área de control interno del Senado. La decisión no pasó desapercibida en los pasillos de la política y menos aún cuando el vínculo con el Presidente está completamente quebrado.

En paralelo a esta designación, el asesor presidencial Santiago Oría, hombre de extrema confianza de los hermanos Milei y responsable de la imagen audiovisual del Gobierno, lanzó una fuerte crítica contra la vicepresidenta. En un posteo acusó a Villarruel de ser “de naturaleza desagradecida” y afirmó: “Villarruel limpió de un plumazo a toda su juventud… Así te va si militás para ella”. Pero fue más allá: “Salió del equipo de imagen del presidente y se le desplomó la imagen”, dijo, en una frase que parece tener aval interno.

X de Santiago Oría

Este cruce se dio poco después de otro episodio incómodo: durante el Tedeum en la Catedral Metropolitana, Milei evitó saludarla y mirarla, gesto que también aplicó al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri. La tensión se hizo visible y se multiplicó con la respuesta que Villarruel eligió dar en Instagram. “Yo no juego sucio ni por la espalda. Las cosas las digo siempre en la cara, incluidas las críticas”, escribió, en respuesta a un seguidor que la acusó de traicionar al Presidente. “No traiciono y no hago lo que no me gusta que me hagan a mí”, añadió.

Los reproches hacia Villarruel dentro del oficialismo no son nuevos. En la Casa Rosada recuerdan que no renunció a las jubilaciones de privilegio, que avaló el aumento de dietas legislativas y que fue clave para demorar el tratamiento de la Ley Bases, frustrando el pacto de mayo. Tampoco viajó al acto en Tucumán y luego apareció sonriente en el desfile militar. Cada uno de esos gestos fue alimentando el recelo, que ya no se esconde ni en público ni en privado.

Una curiosidad que no pasó inadvertida es el historial de colaboradores de Villarruel. A Gestoso Presas se suma otro nombre con pasado en inteligencia militar: Claudio Gallardo, quien fue hombre de confianza de César Milani. La afinidad con perfiles provenientes del aparato castrense parece una constante en su entorno más cercano.

Juan Manuel Gestoso Presas asumirá el 1 de junio como parte del esquema administrativo del Senado, pese a su pasado judicial. Su nombramiento generó ruido en sectores de derechos humanos y volvió a tensar la cuerda entre la vicepresidenta y el Presidente, en un contexto político cada vez más fragmentado.