Los números son claros: en 10 de los 24 distritos del Conurbano, Juntos nunca logró hacer pie. No es nuevo, claro. Viene de muchos años en los que la oposición al peronismo, en la piel de la UCR y más tarde del PRO, no pudo generar una opción que resulte atractiva para los vecinos.

En casi la mitad de los distritos del GBA, Juntos hoy no puede superar el techo del 30 por ciento de los votos. Lo que implica una baja participación en el HCD local, donde abundan las mayorías automáticas, una pobre tracción de votos rumbo a las secciones, la Provincia y la Nación, y una imposibilidad concreta de poder ser gobierno a nivel local.

No es dato menor. Lo que está en juego son cerca de 5 millones de votos (poco menos de la mitad del padrón toda la Provincia) de los que Juntos no supera el tercio de acompañamiento. Se trata de La Matanza, Almirante Brown, Berazategui, Ezeiza, Florencio Varela, Lomas de Zamora, José C. Paz, Malvinas Argentinas, Merlo y Moreno, donde nunca gobernó un dirigente por fuera del peronismo y donde los números obtenidos por la oposición en las últimas dos elecciones ronda entre el 24 y el 30 por ciento.

¿Pero cuál es la explicación? Para el exministro de Educación de la Nación y excandidato a intendente de La Matanza, Alejandro Finocchiaro, “hace años que quienes gobiernan estos municipios se han encargado de que se profundice la pobreza estructural, que es aquella pobreza que no tiene salida porque el horizonte nos lo daba la educación como posibilidad concreta de la movilidad social ascendente. El problema es que quienes viven en estos distritos dependen de aquel que los gobierna, porque es quien les da algo que lo gobierna le da algo”.

Y, en diálogo con Data Clave, deja en claro que esta situación puede cambiar en esta elección “a partir del mal manejo de la pandemia y que el dinero que se emite diariamente a través de los los planes sociales ya no vale nada. Cuando se cerró la actividad económica se acabó la changa. Y ahí, la realidad mató al relato. Estamos trabajando mucho para provocar otras condiciones”.

Desde Merlo, la senadora bonaerense Aldana Ahumada le dice  este medio que “la primera y tercera sección electoral han sido históricamente peronistas y sus intendentes tienen un gran desarrollo territorial.  Esta situación está cambiando. En Merlo los vecinos me cuentan lo cansados que están de que pasen los años y sus problemas no se resuelvan”.

Y como ejemplo de cambio menciona a Tres de Febrero. “Diego Valenzuela ganó la elección en un distrito gobernado por el peronismo y además cuando tuvo que revalidar su gestión logró hacerlo”. Y añade que “la característica que tenemos como coalición hoy, es que somos más y ampliamos la base de representación de Juntos. El hecho de que haya una Paso a nivel seccional y provincial la hace más competitiva. No solo está el Pro, UCR y CC sino que también se sumó el peronismo republicano no kirchnerista y el GEN”.

La Matanza y Merlo son dos de los distritos donde la oposición nunca logró buenos resultados. Sin embargo, con el correr de los años, los porcentajes crecieron. Lo mismo sucede en Malvinas Argentinas, desde donde la candidata a diputada nacional por el PRO, Patricia Vásquez, sostiene que “hasta ahora nunca hemos podido superar la barrera porque siempre fue un distrito de un barón del Conurbano, como Jesús Cariglino, quien durante años fue el dueño del distrito y tenía todo comprado. Algo que también siguió pasando con Leo Nardini”.

Sobre esto, asegura que “nunca le dimos al malvinense una alternativa seria y consistente. Se han dado postulaciones de candidatos que venían de otros distritos, pero ahora logramos una lista con Lucas Aparicio al frente y un montón de vecinos que son referentes”.

Para cerrar, el concejal de Almirante Brown, Rodrigo De Abajo, asegura que “las maquinarias electorales de las intendencias son importantes. Es muy difícil pelear contra eso. Con recursos materiales y humanos, que son empleados municipales y gente que trabaja dentro de las cooperativas. Lograron una política territorial de hace muchas décadas que les da éxito y no siempre es clientelismo”.

Y concluye que “empezamos a contrastar un poco eso con territorio. En los barrios populares hay cierta empatía con el que tiene el poder y cree que no se puede avizorar nada mejor porque es lo que está. Es parte de su paisaje. Pero nosotros creemos que puede cambiar. Vemos un gran hartazgo con el gobierno nacional. Gente que no puede más y que se arrepintió de haber votado a Alberto”.