Las elecciones de este domingo en Brasil dejaron una certeza: las encuestas volvieron a fallar. En la previa, las consultoras más importantes a nivel local daban una diferencia de cerca de 15 puntos en favor del candidato del PT, Lula Da Silva. Sin embargo, la diferencia fue más ajustada de lo imaginado. Y en ese marco, el presidente Jair Bolsonaro se anotó una victoria en el marco de una derrota que, en los hechos, podría eyectarlo del gobierno cuando se lleve adelante el ballotage del próximo 30 de octubre.

Fueron las mismas encuestas quienes pronunciaron que la masa por fuera de la grieta local sería mayor: cercana al 15 por ciento. Sin embargo, la realidad mostró otra cara.

Como suele suceder en aquellos que avecinan una derrota, la carga de datos comenzó por aquellos estados en los que Bolsonaro tenía una victoria asegurada. Fue así que que minutos después de las 17 los primeros resultados mostraron una ventaja en favor del Presidente. Sin embargo, con el correr de las horas, la elección se revirtió en favor de Lula y el líder del PT terminó triunfando por un 5,23 por ciento de los votos, una diferencia de poco más de 6 millones de electores.

En concreto, Lula quedó a poco menos de 1.5 por ciento de alcanzar la victoria en primera vuelta. Algo que vaticinaban las encuestadoras más conocidas. Sin embargo, ahora deberá volver a enfrentarse con Bolsonaro en una elección que, de por sí, ya fue muy polarizada. Basta con recoger el total de votos para entender que solo el 9 por ciento de aquellos electores que eligieron candidato no votaron por los dos principales aspirantes a la presidencia.

Claro, ahora la duda pasa por saber adónde irán esos votos. Se trata, en concreto, de dos históricos exaliados del PT. Por lo que, en principio, se presume que Lula tendría la segunda vuelta asegura en su favor. Pero no es tan fácil. La grieta interna entre Ciro Gomes, quien cosechó un 3 por ciento de los votos y terminó cuarto, y Lula es grande. Los analistas brasileros aseguran que el exministro de Lula les dará libertad a sus votantes.

El exgobernador de Ceara había manifestado en la previa que sería su última elección para presidente. En la investigación contra Lula por el Lavajato, Gomes fue contundente: "Inocente nada, Lula es una mierda".

Ese domingo por la noche, Gomes les habló a sus seguidores y aseguró que "nunca había visto una situación tan compleja, tan desafiante, tan potencialmente amenazante para nuestra fortuna como nación". Y pidió tiempo: "Les pido que me den unas horas más para hablar con mis amigos, con mi partido, para que podamos encontrar la mejor manera de servir a la nación brasileña".

Por su parte, Simone Tebet, quien se ubicó en la tercera posición con el 4.16 por ciento de los votos y alcanzó los casi cinco millones de electores, manifestó: "Quiero decir, con todo respeto, respeto el proceso electoral, que no ha terminado ahora porque ahora es el momento de que los presidentes de nuestros partidos tomen una posición y se pronuncien sobre el candidato a la presidencia, en este momento tan complejo, donde sí tenemos que analizar los resultados de las urnas, para poder posicionarme", dijo la representante del MDB, otrora aliado del PT.

La senadora sabe que su porcentaje de votos es crucial para definir la elección y es por eso que se tomará el tiempo necesario y, de seguro, también escuchará las propuestas de un lado y de otro para tomar una decisión.

Lo cierto es que entre Tebet y Gomes alcanzan un 7,20 por ciento de los votos. El 90 por ciento de la masa que no votó a uno u otro candidato.

Además, la mirada estará puesta en ese 20 por ciento que no fue a votar. Sucede que los votos nulos y en blanco fueron muy pocos. Entre ambos solo un 4.5 por ciento, algo que los especialistas consideran que no solo no bajaría, sino que subiría.

Lula ya anunció que desde este lunes pondrá en marcha la campaña en busca de ganar el ballotage. Bolsonaro, por su parte, tiene un esquema más complicado por dónde debe ir a buscar los votos que le hace falta, pero cuenta no solo con el aparato del Estado sino también con aquella pequeña victoria ante las encuestadoras que hoy lo mantienen más vivo que nunca.