Francia celebra este domingo sus elecciones presidenciales en un contexto absolutamente polarizado entre el mandatario saliente que va por la reelección, el moderado-convervador de Emmanuel Macron y la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, con alta imagen positiva y una dialéctica similar a la que tiene Javier Milei en la Argentina.

Macron tuvo una última gestión plagada de inestabilidades por los factores externos que también complicaron a todos los gobiernos del mundo. En principio, tuvo que lidiar con la pandemia del covid-19 en una Europa que sufrió como ningún continente los encierros y las olas de contagios masivos. A eso se le sumó que no tuvo una gran efectividad en la campaña de vacunación, debido a que muchos sectores se mostraron abiertamente en contra de la vacuna.

En ese contexto, el presidente francés enfrentó públicamente a los antivacunas y hizo de esto una cuestión de Estado. Al igual que las revueltas de los famosos "chalecos amarillos", la obligación a inocularse generó resistencias y un insólito plan de lucha en las calles.

Pese a esto, la imagen de Macron mejoró en los últimos meses por su rol determinante en la guerra entre Rusia y Ucrania. El líder francés, lejos de la radicalización, fue uno de los pocos que tuvo un cara a cara con Vladimir Putin y que a su vez mantuvo conversaciones con Ucrania, con el fin de intentar hacer equilibrio en una guerra que está generando estragos en todos los países del mundo en materia de inflación y escasez de recursos primarios para la economía.

Tweet de Emmanuel Macron

El inicio de la guerra impulsó a Macron, pero en la recta final de la campaña su principal rival, Le Pen, progresó en los sondeos, hasta rozar la victoria ante Macron si ambos pasan al balotaje del 24 de abril.

En el plano internacional, frente a Macron y sus esfuerzos de mediación entre Ucrania y Rusia, Le Pen propone entre otros abandonar el comando integrado de la OTAN, el órgano de la Alianza Atlántica que fija la estrategia militar.

Macron votó de la norteña ciudad de Touquet, en el mismo departamento de Pas-de-Calais donde un par de horas antes emitió su sufragio su rival Le Pen, en la localidad de Henin-Beaumont, informó la agencia de noticias francesa AFP.

Tweet de Marine Le Pen

De los diez candidatos restantes, el aspirante de izquierda Jean-Luc Mélenchon es el único con alguna opción de impedir que ambos consigan su boleto para la segunda vuelta, reforzado por su imagen de "voto útil" de una izquierda atomizada.

Le Pen, de 53 años, y Macron, de 44 años, ya se disputaron las llaves del Elíseo en 2017 que consiguió el centrista con dos tercios de los votos. Pero aunque el escenario parezca repetirse cinco años después, el país no es el mismo.

Le Pen es una dirigenta abiertamente de extrema derecha que siguió los pasos de su padre, Jean-Marie Le Pen, un excandidato que mostraba fuertes discursos de odio contra los extranjeros, homosexuales y minorías. Su hija, entre varias propuestas, plantea prohibir el velo islámico en espacios públicos, eliminar ayudas sociales y negar la inmigración. En cuanto a su postura pública, tiene una forma contundente de expresar sus ideas y con una sorprendente adhesión en los grupos más jóvenes, al igual que el factor Milei en Argentina. 

Los centros de votación, que abrieron a las 8 en Francia metropolitana para un escrutinio que empezó ayer en los territorios de ultramar y el extranjero, estarán abiertos hasta las 20 (las 15 en Argentina), a partir de cuando empezarán a conocerse los resultados. Si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera vuelta, los dos más votados se enfrentarán en balotaje el 24 de abril.

La participación, una de las principales preocupaciones en los últimos días de campaña, alcanzó el 25,48% del padrón al mediodía, tres puntos menos que a la misma hora en las elecciones de 2017, informó el Ministerio del Interior.

La primera vuelta no está exenta de sorpresas como en 2002, cuando Jean-Marie Le Pen se calificó contra todo pronóstico para el balotaje junto al conservador Jacques Chirac, que acabó logrando su reelección.

La abstención de la primera ronda entonces alcanzó el récord de 28,4% para una presidencial. Otra de las incógnitas es saber si se batirá ese máximo, como creen muchos politólogos. En 2017, un 22,2% de los electores no votaron en la primera vuelta.

En Francia, la atención también estará puesta en el alcance de la esperada debacle de los partidos tradicionales: la derecha de los expresidentes Chirac (1995-2007) y Nicolas Sarkozy (2007-2012) y los socialistas de François Hollande (2012-2017) y François Mitterrand (1981-1995).