En la actualidad, el debate sobre el rol de la mujer dentro de la sociedad se ha focalizado en la identidad de género y en como esta es percibida. No obstante, las mismas corrientes que parecen defender a la mujer a veces terminan relegándola en el plano de una economía de mercado. Es por eso que es fundamental entender que, a mayor libertad económica, las mujeres poseen mayores posibilidades de poder desarrollar todas sus capacidades intelectuales e integrarse en cualquier espacio. No es relato, es dato.

Según el Banco Mundial, en los países más libres del mundo, como Estonia, Australia, Canadá, Alemania y Reino Unido, la tasa de desempleo promedio es del 4,3%. En tanto, en países como el nuestro, la tasa de desempleo asciende a 10,7%, duplicando el desempleo que existe en los países desarrollados. Otro dato a tener en cuenta es que en los países donde impera la libertad de mercado el empleo vulnerable en las mujeres -que se refiere a los trabajadores familiares no remunerados y a los trabajadores autónomos como porcentaje del empleo total femenino- también es bajo. Por ejemplo, el empleo vulnerable es del 4,7% en países como Estonia, del 4,9% en Alemania, del 8,1% en Australia, del 9,4% en Canadá y del 9,6% en el Reino Unido. Sin embargo, en la Argentina éste porcentaje se triplica al 20,2%.

Obviamente, en un entorno en dónde exista la libertad de mercado, las mujeres pueden insertarse fácilmente en un marco donde todo se reduce al libre juego de la oferta y la demanda. En este sólo importa la capacidad, la inteligencia, seguridad y valentía de la persona, sin importar su género.

Los países más libres del mundo necesariamente recompensan al emprendedurismo. Por ejemplo, si vamos a los datos, una mujer debe gastar 4 días en trámites y regulaciones para iniciar un negocio. En países menos libres como la Argentina, éste número se triplica a 12. Es más, si analizamos el número de procedimientos que son necesarios para iniciar un negocio en nuestro país totalizan los 12 días. No obstante, si vamos a los países más libres, estos se reducen a 2 en Canadá, 3 en Estonia y Australia, 4 en Reino Unido, 6 en Chile y 9 en Alemania. Definitivamente, si una mujer desea independizarse y emprender, en nuestro país se le complica.

En los países más libres del mundo la calidad de vida de sus mujeres también es mucho más alta que en países como el nuestro. Por ejemplo, la esperanza de vida supera en casi 5 años a la Argentina. La tasa de mortalidad materna por cada 100.000 bebés nacidos, es de 39; mientras que en Australia es de 6, en Alemania y Reino Unido de 7, en Estonia de 9 y en Chile, un país que a pesar de ser nuestro vecino tiene políticas que simpatizan con el libre mercado, este número asciendo a 13 nada más. Asimismo, la tasa de embarazo adolescente en nuestro país es de 62,6%; cuando en Estonia es de 7,1%, en Canadá de 8%, en Alemania de 9%, en Australia de 11,3%, en Reino Unido del 12,6% y en Chile del 40,1%.

Por último, el porcentaje de su tiempo que las mujeres gastan en tareas domésticas y de cuidado también es más alto en nuestro país si lo comparamos con el resto del mundo. De cada 24 horas, la proporción que se gasta en el trabajo del hogar son de 23% en nuestro país; cuando en Reino Unido es de 10 puntos porcentuales menos, en Canadá es del 15%, en Alemania del 16% y en Estonia del 17%. Es más, se puede decir que las economías de mercado permitieron que las tareas domésticas sean reemplazadas por nuevas tecnologías, lo que históricamente permitió a la mujer incorporarse en espacios de decisión a principios del siglo XX. Recordemos que hasta no hace tantos años la mujer ocupaba la mayor parte de su tiempo en cocinar y lavar; hoy ese tiempo se redujo a una sexta parte y eso es gracias a la libertad económica.

Es imprescindible entender que no debemos ver al estado actual como un punto estático sino como un devenir dinámico. Si avanzamos en libertad, todos viviremos mejor por igual, sin diferenciación de género.