Thomas Hobbes, filósofo inglés, publica su obra magna, “Leviatán”, en el año 1651. “Leviatán”, nomenclatura dada a una mítica figura bíblica, una suerte de demoníaca serpiente marina o dragón, es el nombre metafórico que utiliza para representar al Estado. El Estado es para Hobbes un monstruo, al igual que para los argentinos.

Y es que esta bestia -engendrada sobre malas ideas- ha llevado al país a un sinfín de regulaciones, trabas al comercio, empresas públicas ineficientes e innecesarias, “empresaurios” amigos del poder cazando en un zoológico, sindicalistas todopoderosos, “ñoquis” ocupando puestos públicos, una ascendente clase de “planeros” y de trabajadores pobres. En suma, una composición indefendible de status quo.

El Leviatán somete a sus esclavos a un verdadero infierno tributario, donde los contribuyentes deben trabajar más de medio año, en promedio, para poder pagar todos los tributos, según el relevamiento anual que realiza el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Además, esta institución destaca que en Argentina existen 148 tributos de los cuales 10 concentran más del 90% de la recaudación, manifestando la enorme distorsión y burocracia de más de un centenar de impuestos.

No obstante, el dantesco tamaño del Leviatán hace que además deba servirse de la emisión monetaria para su subsistencia. El monstruo no entiende de matemáticas: gasta más de lo que ingresa. Este festín inmoral de gasto público desbocado es lo que ha llevado a la Argentina a ser uno de los países con mayor presión impositiva del mundo, sin contar el impuesto inflacionario, que trepó al 211% en el año 2023.

Sin embargo, Javier Milei se ha puesto firme desde un principio señalando el tipo de organización económica, política y social que aspira conformar durante sus años de gestión y ha marcado un norte ideológico. Pero la casta política se resiste a que el Presidente le imponga una estricta dieta al Estado y abra la economía argentina al mundo. 

Las corporaciones empresariales y sindicales -hermanas de la casta- son una parte esencial del Leviatán. Por ello, estas corporaciones -con la política a la cabeza- no han cesado de atacar con recursos de amparo al DNU, y ahora se suma una ley Ómnibus que vuelve a foja cero, si es que vuelve.

El cocktail legislativo formado por el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23 y la “Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” intentaba desangrar al Leviatán y sus socios. Muerta o no la Ley Bases, lo mejor persevera: su espíritu, sus ideas. Ideas liberales, ideas alberdianas, son las que pretenden volver al ruedo y reencauzar la Argentina.

Se trata de abrazar principios básicos de prosperidad donde se premie el mérito, se haga cumplir la ley y se combata la paralizante mentalidad del subsidio. Apelando a la responsabilidad individual de los ciudadanos, es decir, a su libertad. Esta es la revolución moral que Argentina necesita, que Milei propone y que la casta resiste. 

Se viven tiempos duros, pero los que se avecinan serán aún más difíciles. Pero de eso se trata, de cambiar décadas de sufrimiento inútil a favor de un sacrificio útil.

La razón resiste. La libertad persevera.