Esta semana fuimos testigos de tres medidas cuyo objetivo es aumentar la recaudación tributaria del gobierno y que, sin embargo, van a tener el efecto contrario. Estoy hablando de la aprobación del nuevo Consenso Fiscal entre la nación y las provincias, la prórroga de impuestos que vencen a finales de 2022, y el anuncio de un nuevo acuerdo entre la AFIP y el IRS de Estados Unidos para detectar ahorros de argentinos en el sistema financiero norteamericano.

Repasemos estas medidas. El nuevo Consenso Fiscal habilita a las provincias a aumentar las alícuotas de Ingresos Brutos, tal vez el impuesto más distorsivo de Argentina, Impuesto a los Sellos y el Impuesto Inmobiliario. También les permite la eventual implementación de nuevos impuestos provinciales al patrimonio (que llevarían a una doble imposición con el Impuesto a los Bienes Personales).

Por otro lado, a finales de 2022 vence el plazo de vigencia del Impuesto a las Ganancias, a los Débitos y Créditos Bancarios, del Monotributo, del Capital de Cooperativas y el adicional sobre el Cigarrillo. Según lo aprobado ayer en Diputados (que ahora pasa al Senado) se extendería su vigencia por cinco años más.

Y, tercero, el Ministerio de Economía anunció que está casi cerrado un acuerdo entre la AFIP y el IRS para obtener información de activos argentinos en Estados Unidos para así poder cobrarles Ganancias y/o Bienes Personales y aumentar la recaudación.

El problema común que tienen estas tres medidas es que parten del supuesto de que, para recaudar más, hay que cobrar más impuestos y perseguir a aquellos que no los pagan.

Si bien es cierto que medidas de este tipo han llegado a aumentar la recaudación, esto es así solo transitoriamente. En el largo plazo han sido responsables de expulsar capitales, prevenir la creación de riqueza y llevar al país a una situación de estancamiento y declive económico que, en definitiva, golpea negativamente la recaudación.

Dos preguntas están a la orden del día. ¿Tenemos impuestos que permitan la creación de riqueza y la acumulación de capital? Si vemos la recaudación tributaria como porcentaje del PBI, Argentina no está lejos de países de la OCDE. Pero este indicador esconde lo que es la presión tributaria efectiva, ya que nuestro país se maneja con un importante grado de informalidad. La presión impositiva sobre los que están en blanco es mucho mayor.

No extraña, tenemos 165 impuestos y tasas, con alícuotas muy superiores a las que se cobran en otros lugares del mundo. Por ejemplo, la alícuota del Impuesto a las Ganancias (uno de los que se busca prorrogar) está entre las más altas del mundo. Tenemos impuestos al patrimonio (Bienes Personales) que en otros países no existen. Y, para colmo, introducimos tributos como el Impuesto a la Riqueza de 2021, cuya naturaleza es confiscatoria.

Segundo, ¿por qué los capitales de los argentinos no están en Argentina? Un componente es el que mencionamos antes; con muchos impuestos y altos, Argentina no resulta competitivo a nivel internacional para atraer capitales. Pero, tal vez el mayor problema es que el Estado argentino tiene una reputación (justificada) de expropiar activos de los ahorristas para satisfacer su voracidad fiscal. El Plan Bonex, la pesificación asimétrica, la estatización de las AFJP y la inflación galopante que tenemos son solo algunos ejemplos.

Esto lo que nos dice es que la ecuación rentabilidad-riesgo no cierra para Argentina. De ahí que cada vez tengamos más problemas para acumular capitales y crecer. Lo que se observa en que el sistema financiero local es de los más pequeños del mundo (menos de 15% del PBI).

Si el Estado argentino quiere normalizar esta situación lo que debería hacer es avanzar hacia una estructura impositiva razonable, con menos impuestos y alícuotas más bajas. Pero para esto es necesario hacer una reducción del gasto público muy importante, algo que hasta ahora se viene eludiendo.