La interna PRO se encuentra en su momento más álgido. Las diferencias entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich escalaron hasta lugares donde ni propios y ajenos podría haber imaginado un año atrás, cuando por entonces los propios voceros de ambos sectores aseguraban que las discusiones se terminarían resolviendo con una lista de unidad.

Hoy, a solo 10 días del cierre de listas, las diferencias ya resultan irreconciliables. A partir del 24 de junio comenzará otra cuenta regresiva rumbo a lo que serán las PASO del próximo 13 de agosto. Y lo que suceda durante esos 50 días será clave para terminar de comprender qué tan desgastado quedará el PRO rumbo a lo que será el verdadero desafío de las generales en octubre.

Se sabe, los heridos serán muchos. Y las últimas declaraciones no ayudan. En el medio, ambos dirigentes buscan recostarse en otros espacios de contención. Pero cada uno muestra sus límites. Larreta capitalizó en los últimos días la victoria en San Luis de Claudio Poggi, quien ya salió a pedir por su candidatura presidencial, y el triunfo legislativo de Gustavo Valdés en Corrientes. Por su parte, Bullrich se abrazó a Alfredo Cornejo en Mendoza rumbo a las generales locales de septiembre.

Hoy, el espejo PRO está roto. Larreta expone una fuerte alianza con el oficialismo de la UCR, con Gerardo Morales a la cabeza. El gobernador de Jujuy este lunes le mandó un mensaje a Bullrich: "Creo que si vamos por andariveles normales, lo que se va a dar es un debate de ideas, pero bueno, si sigue alterada como está, se va alterar la campaña”.

La exministra de Seguridad no lo tomó a bien: “Gerardo, lo último que voy a hacer es ‘bajar un cambio’. Ir a fondo es lo que nos define como espacio y lo que la sociedad nos demanda. O somos un cambio profundo de la mano de la gente o seguimos con los arreglos entre políticos y no somos nada”.

La alianza de Larreta con el comité nacional del radicalismo se suma a lo ya consolidado con la Coalición Cívica, José Luis Espert, Miguel Ángel Pichetto y, de yapa, la idea de incluir a Juan Schiaretti en el famoso frente de frentes que propone el cordobés para correrse de la idea de ser parte de Juntos.

Lo que está detrás de eso es, también, la necesidad de encontrar un nuevo nombre de representación que ayude a mostrar al espacio desde un lugar diferente en tiempos donde la expresión de bronca impacta en las encuestas, aunque no se traduce en las provincias, en favor del líder de La Libertad Avanza, Javier Milei.

Bullrich, por su parte, se apoya en el sector denominado como Grupo Malbec de la UCR y considera que la apertura no es para cualquiera. La foto con Luis Juez y Carolina Losada fue clara. Y más el epígrafe del encuentro: “No queremos dormir con el enemigo en Córdoba. Queremos ser claros, queremos votar a los principios y valores que representa Juntos por el Cambio”, manifestó la aspirante nacional para dejar en claro qué opina de la inclusión de Schiaretti.

En la actualidad, las distancias se potencian. Y desde adentro lo refuerzan. “La pelea nacional nos está complicando los municipios. La gente pide más de nosotros y la devolución hoy son críticas hacia adentro. Parece que hoy lo único que importa es qué jugadores tenemos de un lado o de otro para meternos en una cancha cuando somos parte del mismo equipo y el rival es el kirchnerismo”, le dice a Data Clave un dirigente bonaerense que trabaja para Larreta.

Lo cierto es que la compulsa cada vez crece más. Y, por lo pronto, cualquier idea de acercamiento no es más que la representación de un nuevo escenario de discusión que no hace más que agregarle otro pedazo quebrado a un espejo fragmentado