La primera vez fue el viernes, durante el acto realizado en el rebautizado Estadio “Diego Armando Maradona”. Allí Cristina Kirchner lo dijo en el marco de su tan comentado discurso frente a los funcionarios y dirigentes del Frente de Todos: “Tenemos que ir hacia un sistema nacional integrado de salud entre lo público, lo privado y las obras sociales que optimice recursos”, señaló e instaló el tema en la agenda.

Al día siguiente, volvió a mencionar el tema en un ámbito más propicio para desarrollar la idea de una reformulación del esquema de prestaciones asistenciales de salud de Argentina. "Debemos reconceptualizar el sistema, la pandemia mostró que algunos lugares tienen muchos recursos que a otros les faltan, tenemos un modelo concéntrico que debe ser reformulado", subrayó la vicepresidenta al participar de forma virtual del cierre del VII Encuentro Nacional de la Salud organizado por el espacio Soberanía Sanitaria que encabeza el viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak.

A través del zoom, la ex mandataria afirmó que “recibimos un sistema de salud abandonado” por el gobierno de Mauricio Macri, y que ante esa realidad “no se puede emparchar o dar soluciones parciales”.

Hay proyecto

"Siempre que Cristina instala un tema es porque tiene un objetivo en mente", dicen los que conocen a la vicepresidenta. Y esta oportunidad no es la excepción. Enio García, Jefe del gabinete de asesores del ministerio de Salud bonaerense, confirmó a Data Clave que "se trata de un plan que venimos elaborando hace ya mucho tiempo y que está inspirado en el antecedente histórico del SNIS, durante la década del setenta".

El Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) fue una iniciativa impulsada por quien fuera ministro de Salud del tercer gobierno peronista, el cardiólogo Domingo Liotta, que fue avalada por Juan Domingo Perón y aprobada como ley en setiembre de 1974, dos meses después de la desaparición física del líder. En aquel momento, la débil gestión de su viuda y sucesora, María Estela Martínez de Perón, debió soportar las presiones de la CGT y de las organizaciones médicas y sanatoriales que se opusieron con firmeza al SNIS. La ley fue derogada por la dictadura que encabezó Jorge Rafael Videla.

"La idea es integrar el sistema de manera horizontal y vertical también, cuando decimos horizontal hablamos de los tres subsistemas -obras sociales, público y privado-, mientras que la forma horizontal son los niveles jurisdiccionales Nación, provincia y municipios", agregó el funcionario del gobierno de Axel Kicillof.

Para consolidar esta propuesta, será necesaria la intervención del Congreso. "Hay que debatir y aprobar en el parlamento una ley nacional de salud que ponga reglas claras sobre la función de cada subsector, sobre el financiamiento y las responsabilidades", añadió García. "En la actualidad existe un subsidio muy fuerte del sector público a los otros dos, porque atiende gente con cobertura de obra social o prepaga en la emergencia accidentológica por ejemplo, pero no recupera el financiamiento de la prestación dada", dijo.

Al ser consultado respecto de la posible -y previsible- oposición de los sindicatos a la propuesta, García aseguró que "se trata de un factor que debemos tener en cuenta, ver qué beneficios podrían tener dentro del nuevo sistema y hacerles entender que la idea no es que las obras sociales desaparezcan, pero que tengan más servicios propios y más relación con el sector público".

García admitió que "estamos hablando hace tiempo con gremialistas y los integramos a varias mesas de trabajo. Muchas obras sociales hoy están quebradas, es una buena oportunidad para hacer un acuerdo con ellos donde les podemos ofrecer beneficios que hoy no tienen dentro de un proyecto de integración".

Si bien la iniciativa no es nueva, el impulso que le otorgó la doble mención de Cristina durante el último fin de semana lo introdujo en agenda. "Hay que ser estratégico en la implementación porque hay muchos intereses en juego, hay gente que gana mucha plata con la actual desorganización del sistema y tenemos que propender hacia un mecanismo más ordenado, más eficiente y más auditable porque vemos que se invierten muchos recursos para un resultado que no deja conforme a nadie", concluyó el jefe de gabinete sanitario.

Del otro lado del ring

Los primeros en encender la mecha de la reacción fueron los gremialistas de la CGT. Un histórico dirigente sindical con mucho expertise en las temáticas prestacionales le dijo a este portal: “en momentos en los cuales la sociedad argentina está agotada por el difícil momento que nos toca atravesar, nosotros no queremos ser funcionales a la estrategia de distraer a la opinión pública con asuntos que no son prioritarios, pero no le quepa la menor duda que la CGT va a oponer férrea resistencia a cualquier intento por avanzar sobre nuestras obras sociales sindicales, como lo intentó en su momento el gobierno de Raúl Alfonsín”.

Por su parte, Omar Maturano secretario general de La Fraternidad y titular de la Obra Social Ferroviaria (que este martes fue epicentro de un conflicto ente el sindicato y el gobierno), también respondió a la requisitoria de Data Clave. “Escuché el mensaje, tiene la misma impronta que tenía el gobierno de Alfonsín al que parece que le molestaban las obras sociales, no sé lo que les pasa con las obras sociales, que hoy atienden a más de 16 millones de personas, hay que tener memoria y estar muy atentos para evitar que se repitan los errores del pasado”.

En 1984, el ministro de Salud del primer gobierno de la democracia Aldo Neri propuso crear un Seguro Nacional de Salud, de características similares al mencionado SNIS que había fracasado durante el tercer peronismo, pero tomando como modelo algunas experiencias de la social-democracia europea. En la iniciativa se proponía que las obras sociales se independizaran de los sindicatos y actuaran como entidades autónomas, lo que fue interpretado como un ataque a las organizaciones gremiales que, en su gran mayoría, estaban conducidas por dirigentes que provenían del justicialismo. El sistema propugnado por el gobierno radical finalmente fracasó.

Desde el gabinete no hubo ningún tipo de comentario, ni repercusión oficial. Sin embargo, un funcionario muy importante de la administración Fernández, con acceso al despacho presidencial y mucho conocimiento de la relación con el poder sindical, aportó su punto de vista. “A los muchachos no les gusta porque otra vez se meten con las obras sociales, pero claramente la propuesta es inviable. También puede ser un juego medio perverso para marcarle la cancha a los gremios. La verdad es que tienen serios problemas de financiamiento, que se agudizaron este año y por eso insisten con dejar fuera del paquete básico de prestaciones a los discapacitados y poner en un fondo nacional por fuera de la seguridad social a los medicamentos de alto precio”, afirmó la fuente.

¿Y Hugo Moyano? Conocida su crítica postura sobre la actual conducción cegetista, el camionero fue uno de los dos dirigentes que estuvieron el viernes en el acto de La Plata (el otro fue el metalúrgico Antonio Calo). Uno de sus asesores más cercanos jugó al misterio. "Hugo tiene buen diálogo con Máximo y hablan de muchos temas", respondió ante la pregunta relacionada con su posición respecto a la iniciativa lanzada por Cristina.

Curiosamente la propuesta de CFK recibió un apoyo inesperado. “No sé qué habrá querido decir Cristina, pero con la definición macro, estoy absolutamente de acuerdo. Yo creo que hace falta una reforma sanitaria profunda en nuestro país”, afirmó el último responsable de la cartera sanitaria del macrismo, Adolfo Rubinstein.