Este segundo caso de acoso fue denunciado por una amiga de Gabriela, hija de Jorge Ríos, quien concurrió hasta la vivienda del jubilado asaltado que asesinó a uno de los delincuentes, ubicada en Quilmes Oeste, para contener y acompañar a la mujer. En el lugar estaba el herrero jubilado y su abogado, Marino Cid Aparicio.

La denuncia relata que en un momento las dos mujeres se dirigen a una habitación y se quedan tomando mates. Minutos más tarde aparece el abogado. “Bueno, ¿dónde está la frutilla del postre?”, le dijo la víctima.

La escena no terminó allí. El abogado se acercó e intentó besarla y cerrar en el cuarto pero la joven logró escapar. Contó además que la propia hija de Ríos y otra amiga de ambas habían pasado por una situación similar con Cid Aparicio.

La chica, según se desprende de la denuncia, teme represalias y no quiere volver a encontrarse con Marino Cid por lo que pidió un botón antipánico y pidió una perimetral. 

Data Clave había contado el antecedente que funcionó como disparador. Días antes se había radicado en la justicia quilmeña otra demanda por acoso. Una testigo presencial de la madrugada en la que Jorge Ríos disparó y mató a uno de los delincuentes que entró a robar a su domicilio contó que fue abordada de manera indebida en distintas ocasiones por el abogado, el mismo día que este la acompañó a presentar su testimonio.