La irrupción de Javier Milei en el tablero político fue una advertencia de un cambio en las reglas de juego que nadie tuvo en cuenta. Su ingreso al Congreso primero y su inesperada victoria en las presidenciales pusieron en jaque a la representación clásica. El caso es que el golpe de timón afecta a toda la llamada “casta”, política y sindical. Y por eso, hoy están todos recalculando sobre sus pasos.

Y mientras tanto, el Gobierno avanza. Si hay algo claro en estos meses de extrema incertidumbre en todos los ámbitos es el convencimiento de Milei y los propios: no habrá marcha atrás alguna. Pueden caerse sus proyectos y tener reveses políticos y judiciales, pero no claudicarán en su plan. Fue dicho de manera explícita: lo que no salga por ley, se hará por decreto o la herramienta que esté al alcance.

En este escenario, hubo algunos intentos de parte de la oposición de plantarse a la maquinaria libertaria. Por convicción pero más que nada por necesidad, fueron los gobernadores los que levantaron la cabeza. Primero fueron los denominados “K”, Axel Kicillof (Buenos Aires) y Ricardo Quintela (La Rioja); pero luego sorprendieron los patagónicos con el chubutense Ignacio Torres a la cabeza. La particularidad del sureño es que es del PRO, partido que hace las veces de aliado del oficialismo.

Pero aún tras semanas de fuertes tensiones que incluyeron la amenaza de desabastecimiento de combustible, parece haber bajado la espuma. Milei acusó recibo del rechazo opositor pero redobló la apuesta: ató la Ley Ómnibus y el mega decreto a un Pacto de Mayo a firmarse con los gobernadores el 25 de ese mes, que traerá aparejado el tan esperado alivio fiscal. Esto abrió nuevas negociaciones, con expectativas de acuerdos.

¿Y el resto de la oposición? Dejando de lado al sector “dialoguista”, que dejó claro que va a colaborar con Milei, hay un gran vacío entre los líderes del peronismo. Pese a algúhttps://x.com/Dataclave/status/1774089258099265860?s=20 atisbo de los últimos días de intento de reaparición de Sergio Massa, el tigrense caracterizó por mirar desde afuera desde su abultada derrota en las urnas hacia acá. Lo mismo corre para Cristina Fernández de Kirchner, que solo publicó algún posteo en redes sociales de manera esporádica. En las bases hay un reclamo reiterado por la apariciónde los referentes.

La situación no es diferente en el sindicalismo: hubo un paro general convocado por la CGT, más por presión social que por convencimiento dirigencial. Esta postura de cierta pasividad y espera generó algunas grietas internas en el movimiento obrero. Días atrás, el líder de gastronómicos, Luis Barrionuevo, pidió un plenario y aseguró que el triunviro Héctor Daer debería dar un paso al costado.

"La CGT debe convocar con carácter de urgente a un plenario de secretarios generales y que todos ahí resolvamos cuáles van a ser las medidas que va a tomar”, aseguró ante más de 100 personas en Parque Norte. “No debe pasar mucho más tiempo para barajar y dar de nuevo y elegir otra CGT” , agregó.

"Si nosotros tuviéramos la certeza de que hacemos un paro y termina con estas políticas, ya lo hubiésemos hecho", afirmó a FM Cielo el líder de Canillitas, Omar Plani. "El tema es cómo se complementan los sectores, no olvidemos que el Gobierno está extorsionando a la dirigencia política, especialmente a los gobernadores, para llevar a cabo su plan y le apunta a la fortaleza de las organizaciones gremiales. Salvo honrosas excepciones de los gobernadores, vemos que muchos están queriendo acompañar la Ley, que no hacen planteos profundos por el DNU", remarcó. Y sentenció: "Los que pueden reclamar a la CGT más acción, también miren para otro lado".

Así, la central obrera podría atravesar un proceso de revisión interna similar al que atraviesa el Partido Justicialista, donde Alberto Fernández tomó licencia de la presidencia del partido y más temprano que tarde dejará el cargo de manera definitiva. ¿Será el tiempo de una reestructuración sindical?