La decisión de Brasil y Argentina de reducir en un 10% el arancel externo común (AEC) del Mercosur, luego de meses de tensiones en torno a la reforma del bloque, reflejó las demoras del gobierno de Alberto Fernández para adaptarse a los tiempos que corren.

"Llegamos a un acuerdo en el Arancel Externo Común del Mercosur, que ahora será llevado a los socios, Paraguay y Uruguay, que permitirá la disminución de 10% de un universo muy amplio de productos", anunció el canciller brasileño, Carlos França, tras recibir a su par, Santiago Cafiero, en Brasilia.

¿Qué paso entre la reunión de marzo, cuando al cumplirse 30 años de la formación del Mercosur, el presidente argentino invitó a “bajarse del barco” a aquellos que consideraban el acuerdo regional un “lastre” y este acuerdo firmado el viernes? 

Está claro que no fueron las resultados de las PASO ni el cambió de Cafiero por Felipe Sola. Fue la decisión de Brasil y de Uruguay, apoyada en silencio por Paraguay, de avanzar con acuerdos extra regionales, más allá de la opinión argentina.

En menos de una semana, Brasil y Uruguay le dejaron en claro a Argentina (Paraguay no se opone y acompaña en silencio) que comenzarán a realizar acuerdos con terceras naciones, por afuera del bloque regional.

A mediados de agosto, el mandatario uruguayo, Luis Lacalle Pou, cenó en la Quinta de Olivos y le ratificó a Fernández, “en vivo”, la decisión que habían expresado el 8 de julio, en la última cumbre del Mercosur de realizar acuerdos por afuera del bloque.

Para esa fecha, fue el propio Ministro de Economía de Brasil, Pablo Guedes, quien dijo que, la diferencia de velocidades en la apertura económica entre los países del bloque "dejará al Mercosur más parecido con un área de libre comercio", sin AEC, y solo con preferencias internas.

Es cierto que ahora el AEC no bajó al 6% como en un principio quería Jair Bolsonaro, y que Brasil aceptó una solución “intermedia” del 10% y dejó fueron de esta reducción sectores considerados “sensibles, por Argentina como el automotriz, el textil y el de calzados”.

Pero Brasil avanzó en su propuesta para construir un gasoducto que le provea de fluido desde Vaca Muerta, y aceptó la construcción de un para de puentes internacionales, de esos que nunca se terminan de llevar adelante.

El economista Pablo Lavigne, ex Secretario de Comercio Exterior, ponderó el acuerdo alcanzado al que consideró “la solución posible, tal vez no la mejor, pero si la posible para salvar el Mercosur”.

“Las bajas del arancel deberán “ganarse” a través de acuerdos comerciales que rebajen de manera efectiva” esas barreras, dijo Lavigne a Data Clave.

En el caso del gasoducto “está claro que ellos quieren competir con la industria petroquímica de otras naciones y necesitan abastecimiento barato. El gas ira para Brasil, que le asegura mejores condiciones de inversión y cobro, en lugar de ir para Bahía Blanca”, aseguró Lavigne.

Respecto de Uruguay, “le puede ir mejor negociando de forma individual y no depender de Argentina y Brasil para dar cada paso”

Argentina se dio cuenta, con un par de meses de atraso, cuál era el rumbo, y que si todo avanzaban se iba a quedar más aislada y alejada de los grandes y mejores mercados.