“Voy a convocar a un gobierno de unidad nacional. Voy a aprovechar esa fuerza de participación. A partir del 10 de diciembre habrá un gobierno que ponga en su lugar al Fondo Monetario internacional para que no nos ponga más condiciones que nos lleven a la inflación”, dijo el pasado viernes el candidato a presidente, Sergio Massa, durante un acto en las puertas el Congreso Nacional.

Lo cierto es que Massa, en su rol de ministro de Economía, cumplió con el pedido que le hizo el FMI de devaluar la moneda 21% después de las PASO. Pero el hombre de Tigre no es igual a Mauricio Macri, quien quemó sus aspiraciones de reelección en el 2019 en la pira de reducir el déficit fiscal de 4 puntos del PBI a casi cero en solo dos años, y en medio de una corrida cambiaria.

Massá, con su nuevo plan “platita”, aumentará en 1 punto el déficit del PBI y por más impuesto adelantados que cobre, no alcanzará a la meta de déficit de 1,9%. Y su decisión de reabrir el programa Soja V hasta finales de octubre, poco puede ayudar a recuperar reservas, si por el otro lado se van en pagos de deuda e importaciones.

Pero poco de eso le importa. Si gana, él se sentará a la mesa en Washington para negociar un nuevo acuerdo, y si pierde… será tema de otro.

En este marco, la vocera del FMI, Julie Kozack, dejó en claro la semana pasada que “la situación económica de Argentina sigue siendo muy difícil y compleja; la inflación es muy alta y sigue aumentando”. Además, los colchones de reservas son bajos y las condiciones sociales son frágiles”.

En su habitual conferencia desde Washington, Kozack, recordó que el paquete de políticas acordado en la última revisión, la quinta y la sexta, “tenía el objetivo de salvaguardar la estabilidad a través de la reconstrucción de las reservas, restablecer el orden fiscal y proteger a los más vulnerables”.

Y en ese paquete “la revisión del tipo de cambio junto con una política monetaria y fiscal restrictiva son componentes esenciales del programa”, precisó. Ahora, “las medidas de política adoptadas exacerban las dificultades de Argentina”, dijo Kozack.

Si no hay ganador en la primera vuelta electoral el 22 de octubre, las presidenciales se definirán el 19 de noviembre, y para entonces, el FMI adoptará una decisión sobre nuevos desembolsos para pagar vieja deuda, lo cual no recaerá en este gobierno, sino en el que asuma el 10 de diciembre