En enero hubo dos aumentos en el precio de los combustibles, en febrero otros dos, y se espera que en estas horas se produzca el primero dispuesto para marzo, pero de seguro, no será el último en esa carrera ascendente en el valor de la nafta y el gasoil. 

Para explicar esta suba de precios habrá que tener en cuenta un par de antecedentes. En enero, el precio aumentó 13%, luego de haber subido solo el 8,6% en todo el 2020, cuando la depresión económica generada por el Covid 19, llevó el precio a solo US$ 30 del barril, por abril y mayo. 

Ante este desplome del valor internacional, a partir del segundo semestre del año pasado, el Gobierno volvió a impulsar “El Barril Criollo”, por el cual le aseguró un precio de US$ 45 para que las empresas no dejen de producir, hasta que se recompusiera el mercado, algo que efectivamente pasó hacia fines del 2020. 

La actividad económica comenzó a recuperarse tanto a nivel local como internacional, y con ella el precio del barril, que ronda los US$ 62 en la categoría Brent, que es la de referencia para Argentina. Y si el precio del barril aumentó en dólares, también lo hizo la cotización de la divisa norteamericana. El dólar oficial se incrementó un 50 % desde diciembre del 2019, cuando asumió Alberto Fernández, hasta febrero de este año. 

De esta manera, las compañías extractoras, las refinerías, y las estaciones de servicio, los principales componentes de esta cadena, necesitan más pesos para pagar la misma cantidad de combustible que hace un año. Además, mientras que la inflación minorista del año pasado fue del 36,1%, el valor de los combustibles aumentó un 25%, es decir, quedo 11 puntos retrasado. 

Pero no todo es precio del petróleo y cotización del dólar. También el aumento de los impuestos, que representan el 41% del precio final al consumidor de las naftas y el 37% del gasoil - según los cálculos de los especialistas en energía - incide en el precio final que deben pagar los usuarios. Los dos primeros, que se toman como uno solo ya que reemplazaron al Impuesto a la transferencia de los Combustibles, son el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y al dióxido de Carbono (IDC), que suman entre ambos el 24%. 

Este último, el IDC debe reajustarse en marzo, ya que en febrero se reajustó el que grava a los Biocombustibles. A estos hay que sumarles el 21 % del IVA, que afecta a todos los productos de consumo masivo. Y como si esto fuera poco , también se aplica el impuesto a los “Ingresos Brutos” que afecta “en cascada” a todos los eslabones de la cadena del sector de combustibles, y cuyo cálculo es complejo, ya que depende de cada provincia. 

Esos son impuestos nacionales y provinciales. Pero también hay “tasas municipales” que cobran los diversos distritos a las estaciones de servicio y que hacen por ejemplo, que el precio de la nafta sea más alto en la localidad bonaerense de Quilmes, distante solo 30 kilómetros de la Capital Federal, a pesar que de que la barriada bonaerense este micho más cerca de la destilería de La Plata. 

En medio de este panorama, el Gobierno autorizó la actualización de estos dos últimos gravámenes, por lo cual pueden dar otro impulso a los precios de los combustibles. Si hasta hoy el aumento de los combustibles no fue mayor obedece a que las ventas cayeron un 25%, lo que resultó un reflejo de la caída del 10 % del PBI durante el 2020. Ahora habrá que esperar a conocer qué pasa a partir del primero de marzo.