El lunes el oficialismo intentará, más allá del resultado electoral, sumar apoyos para resolver uno de los obstáculos más grandes del país: la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El Gobierno confía en alcanzar un acuerdo “entre enero y febrero” que permita patear los vencimientos impagables que comienzan el año que viene, mientras que a nadie le conviene que no haya un entendimiento.

Desde que comenzó la gestión del Frente de Todos, se pagaron al organismo más de US$ 4.000 millones para cancelar vencimientos del acuerdo por US$ 45.000 millones desembolsados entre 2018 y 2019 durante el Gobierno de Mauricio Macri. De ese monto, US$2.740 millones se giraron este año y todavía faltan pagar casi US$ 1.900 millones en diciembre.

Los pagos hasta el momento se venían realizando, con reservas del Banco Central, primero, y con los Derechos Especiales de Giro (DEG) que el FMI volcó hacia sus países miembros como parte de un programa para asistir financieramente a las Naciones que lo conforman en la recuperación económica luego de la pandemia. Argentina debió usar ese dinero para pagar sus compromisos

Nuestro país recibió en ese concepto el equivalente a US$ 4.300 millones. Según información de la Secretaría de Finanzas, entre el compromiso pendiente de diciembre y marzo de 2022 el Gobierno debe pagar US$ 5.858 millones al Fondo.

En detalle, vencen US$ 1.892 millones de capital en el último mes de 2021, en enero US$ 731 millones también de capital, en febrero 2022 hay vencimiento de interés por US$ 372 millones y en marzo 2022 hay vencimiento de capital por US$ 2.873 millones.

Por otro lado, hay que destacar que Argentina deberá pagar en todo el 2022 US$19.100 millones y la fecha que pone el Gobierno como tope es marzo porque la capacidad de pago se agota ahí o incluso antes. De todas formas, en una reunión que hubo la semana pasada con empresarios, el presidente y el ministro de Economía, Martín Guzmán, confiaron en que el acuerdo se cerraría entre “enero y febrero”.

A su vez, el Directorio del Fondo revisará a fin de año su política de sobretasas con la que penaliza a los países que piden créditos por encima de lo que les corresponde en base a su cuota con el organismo. Para el Estado Argentino, la reducción de esas tasas implicaría que la carga anual bajaría del 4,05% al 1,05%, equivalente a unos US$ 900 millones al año en intereses. Ese reclamo viene impulsado por Guzmán y fue reiterado en la última cumbre del G20 en la que se logró un apoyo generalizado al reclamo argentino. 

Desde Eco Go investigaron cómo es el proceso en el que podría entrar la Argentina si se demorara en el pago de los vencimientos con el FMI. “Cuando un país no cumple con una obligación con el FMI, no entra en default sino en atrasos, y esto ocurre inmediatamente después del no pago”, explicaron.

Como señaló la consultora en su informe, para salir de un atraso primero hay que pagar la cuota que quedó atrasada, ya sea con recursos propios o mediante un crédito puente de otra Nación. Entonces, un atraso en los pagos dejaría a la Argentina incapaz de utilizar las herramientas y recursos que ofrece el organismo. Esto último incluye negociar nuevos acuerdos o acceder a nuevos programas.

Es por este conjunto de reglas que los países que incurren en atraso, normalmente países fallidos con guerras civiles, en general tardan mucho tiempo para salir del mismo. “Entrar es fácil, salir no lo es”, remarcó Eco Go. “Ambas situaciones presentan efectos negativos muy fuertes en el corto plazo por los efectos sobre las expectativas, los precios de los activos, la brecha cambiaria y la inflación y ciertamente acota el horizonte”, advirtieron. 

Ante esa situación, ni al Gobierno, ni a la oposición, ni al FMI y mucho menos a los ciudadanos, les conviene un “atraso” o un mal acuerdo. “Es altamente probable que la fricción continúe aún después del resultado del 14 de noviembre y debería encontrarse algún mecanismo antes del vencimiento del 22 de marzo. Vienen meses turbulentos donde el escenario “pedaleando en el aire” hasta marzo aparece”, concluyó Eco Go.