Para empezar, Martín Guzmán no iba a ser ministro de Economía. Alberto Fernández había elegido a Guillermo Nielsen para ese cargo, de hecho lo nombró como su “delegado en la transición” con Mauricio Macri ante el Palacio de Hacienda.

Pero una reunión en el departamento de Cristina Fernández de Kirchner, la vicepresidenta le “vetó” a varios de quienes iban integrar su gabinete, entre ellos a Diego Gorgal, y ahí surgió uno de los principales discípulos de Joseph Stiglitz, quien ya hablaba con algunos integrantes del Instituto Patria.

De inmediato, Guzmán “dio vuelta” la secuencia tradicional de la negociación de la deuda. En lugar de comenzar con los organismos internacionales, para luego llegar a los privados, el exministro de Economía decidió hacerla de manera inversa.

Claro que asumió el 10 de diciembre y el 20 de marzo comenzó una de las cuarentenas más extensas del planeta para combatir el Covid 19. La emisión monetaria para sostener empresas y planes sociales salto por los aires.

Tuvo como beneficio que, si bien su antecesor macrista, Hernán Lacunza, le había dejado una deuda interna “reperfilada”, también tenía US$ 12.000 millones de reservas líquidas, y un déficit fiscal de apenas del 0,5% del PBI.

Entre agosto y septiembre, todo el gobierno, inclusive el kirchnerismo, festejaba la renegociación con los privados, destacando que Argentina enfrentará vencimientos de los títulos externos sólo por US$ 4.500 millones en los próximos 5 años, en lugar de los US$ 30.200 originales. 

“Resolvimos una deuda imposible en la mayor crisis económica que se recuerde y en el medio de una pandemia. Ahora tenemos despejado el horizonte”, dijo en ese momento Alberto Fernández.

Sin embargo, Argentina no pudo acceder al mercado financiero externo de crédito debido a su tasa de Riesgo en País en aumento. Ni siquiera para financiar obras públicas, que hasta ese momento estaban “en carpeta” por el Covid.

Es más, la Deuda Bruta Total trepó a fines del 2020 a US$ 335,582 millones, unos US$ 12,500 millones más de lo que había dejado Macri, a pesar del canje que tuvo una quita mínima, y solo una postergación de pagos.

Incluso, para el cierre del 2020, la economía había caído el 9,9% y a pesar de eso la inflación había subido al 36 %.

Con la llegada de las vacunas contra el Covid 19 y la normalización de la actividad, la economía comenzó a crecer, y Guzmán hablaba de un acuerdo “a largo plazo” con el FMI, al cual acusaba de haberle dado un crédito “irresponsable” a Macri por US$  53.000 millones, de los cuales desembolsó 44.000 millones.

Pero la negociación con el FMI nunca se cerraba, y la recuperación económica estaba en línea con lo que había caído, pero con mayor pobreza y empleos más precarios.

La derrota del oficialismo en las PASO, celebradas en septiembre, y ratificada en noviembre, hizo que los kirchneristas le apuntaran al equipo económico. 

A pesar de que la economía subió 10,3%, recuperando lo perdido el año anterior, la inflación trepó al 51% y la deuda a US$ 363.233 millones, mas de US$ 40.000 millones de lo que había dejado Macri. 

Ahí comenzó una nueva puja, porque desde el Gobierno destacaban que la deuda era en moneda local, ya que “no es lo mismo deuda en pesos que en dólares. No es lo mismo deuda intrasector publico que deuda externa con el FMI”, dijo el entonces ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

En medio de esa debacle política, las reservas internacionales del Banco Central iban menguando, lo que apuró las negociaciones de Guzmán con el FMI, que se cerraron en marzo, sin mayor autocrítica del organismo, a 10 años de plazo y que implicaron el quiebre con el kirchnerismo.

Los días fueron pasando y las cosas no mejoraron, En marzo la inflación trepó al 6,7%, la mayor de 1991. Guzmán tuvo que hacerse cargo de la segmentación de las tarifas de electricidad ante la negativa del kirchnerismo de llevarla adelante, y no pudo juntar US$ 200 millones para comprarle los caños a Techint para hacer el gasoducto Néstor Kirchner.     

Luego de 953 días al frente del Palacio de Hacienda, y en medio de la crítica de propios y ajenos, Guzmán dejó una inflación proyectada del 80%, si da 5% mensual de acá a fin de año,  con una una deuda total de 374.500, y de la cual US$ a 54.249 millones son bonos en pesos atados a la inflación, por encima de los US$ 44.839 millones, que se le adeuda al FMI