Perversión, silencio, abuso, sumisión, dolor. Todo eso vivieron dos niñas durante años en los que fueron abusadas sexualmente por el padre de su madrastra. Cuando la hermana mayor quedó embarazada y le contó a la menor que la bebé que esperaba era de su “abuelastro”, ambas decidieron denunciarlo.

Ahora la Justicia de Salta condenó al hombre de 78 años en un juicio abreviado a trece años de prisión efectiva por delitos de abuso sexual en perjuicio de dos menores. La identidad del condenado no se difundió para proteger a las víctimas.

Según se informó, la jueza Carolina Sanguedolce, vocal de la Sala III del Tribunal de Juicio, encontró a J. C. L. autor material y penalmente responsable de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la guarda y la convivencia con menor de dieciocho años en concurso real con abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y por la convivencia (continuado) en perjuicio de C. F. E. A., en concurso real, y abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la guarda y la convivencia con menor de dieciocho años en concurso real con abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y la convivencia (continuado) en perjuicio de S. A. A.

La jueza dispuso que se mantenga la modalidad de arresto domiciliario que venía cumpliendo el imputado y ordenó también que sea examinado por un médico del Poder Judicial y que se inscriban las muestras de ADN extraídas en el Registro Nacional de Agresores Sexuales y Banco de Datos Genéticos.

Las denunciantes son hermanas. Refirieron que, cuando eran niñas, su madre las abandonó y su padre formó pareja con la hija del imputado. Luego, su papá falleció y ellas quedaron a cargo de su madrastra. 

Esta mujer las mandaba a cuidar a J. C. L., que vivía solo y supuestamente estaba enfermo. Iban a cocinarle, a lavarle la ropa, a atenderlo como si fuesen sus empleadas. Incluso debían quedarse a dormir en su casa. No iban juntan, se turnaban.

La denunciante C. F. E. A. relató que su abuelastro comenzó a abusar de ella cuando tenía 14 años, hasta los 19. Dijo que cuando se resistía, J. C. L. la golpeaba, la arrastraba del cabello y la amenazaba con pegarle aún más si contaba lo que le hacía.

Cuando cumplió 18 quedó embarazada del imputado. Se enteró cuando estaba en el quinto mes de gestación porque se sintió mal y la llevaron al hospital. Entonces decidió contarle a su madrastra acerca de los abusos, pero ella le ordenó que ocultara la verdad.

Le dijo que si le preguntaban de quién era el bebé, dijera que era de un compañero de estudios. La niña nació y ella le puso su apellido. Poco después formó pareja y tuvo dos hijos más.

La damnificada refirió que luego, J. C. L. comenzó a abusar de su hermana menor y también le pegaba para que no hablara. Ella no presenció estos hechos porque iban a su casa en distintos días.

La segunda denunciante, S. A. A. relató que el padre de su madrastra comenzó a abusar de ella desde los 6 hasta los 16 años. Primero fueron tocamientos y luego la accedió carnalmente. Si ella se resistía, la agredía físicamente.

La damnificada refirió que no sabía qué hacer porque era chica, no veía televisión y sus padres nunca le hablaron del tema. El acusado le decía que eran “cariños” y que no estaba mal. Cuando se resistía él la golpeaba y la amenazaba diciéndole que si le contaba a alguien la iba a matar.

Ella llegó a contarle a su madrastra que el imputado le pegaba, pero ella le respondía: “Seguro que vos te portaste mal”. La damnificada manifestó que los abusos cesaron cuando a los 16 años ella se fue a vivir a Tartagal, donde conoció a su marido.

Sin embargo, cuando la hermana mayor le contó que había quedado embarazada del abusador decidieron denunciarlo.